xi. after

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Klaus Mikaelson era una persona complicada, y no era algo que la gente más cercana a él no supiera. Pero últimamente estaba más inquieto de lo normal, más irritable, más pensativo.

Y eso tenía una razón. Una bonita razón.

Tras el funeral de Mattia, Megan había desaparecido, en todos los sentidos posibles. No cogía llamadas, no respondía mensajes... no sabían nada de ella. Y eso estaba sofocando lentamente a Klaus.

Camille era ahora una vampira y la profecía se estaba cumpliendo, pero Klaus Mikaelson solo pensaba en ella. Megan Marshall era la protagonista de todos los pensamientos del rubio, incluso sin estar presente.

— Volverá, hermano. —habló Elijah en un intento de tranquilizarlo.

Klaus negó con la cabeza, lo único que quería en ese momento era verla, abrazarla, o simplemente hacerla sentir mejor. Klaus haría lo que fuera para que la castaña estuviera bien.

«Da igual lo que haya pasado, las circunstancias o el peligro. Siempre vuelvo aquí. Siempre vuelvo a ti.»

— Ella siempre vuelve. —repitió, recordando las palabras que Megan había dicho recientemente, pero que no sabía si seguían en pie.

Unos lentos pasos alertaron a los Mikaelson de que alguien se acercaba al despacho. Dado que la puerta estaba abierta cuando la persona estuvo delante los hermanos la pudieron ver.

— Hola.

— Megan. —se asombró Klaus.

Lucía cansada. Tenía notables ojeras bajo sus ojos, los labios agrietados y su cara carecía de alegría. Megan siempre había sido como un rayo de sol en la vida de cualquiera, ahora no quedaba ni la sombra de lo que fue.

— Me estaba preguntando si sería una molestia que Hayden y yo nos quedáramos un par de días aquí. Si es un problema...—no acabó la frase.

— Si, si, no hay ningún problema. —respondió Klaus con rapidez.— Esta también es tu casa, Megan, puedes venir cuando quieras.

— Gracias.

— Tu habitación está preparada. Si necesitas algo tu o Hayden házmelo saber, por favor.

— No hace falta, Klaus. Pero gracias.

Klaus salió de la habitación a velocidad vampírica, no podía soportar verla así. Una parte de él lo culpaba de la muerte de Mattia. Si no le hubiera dicho a Megan que se fuera, ella no hubiera ido al pantano junto a su marido y no los hubieran secuestrado.

Si hubiera dejado que ella lo apoyara, quizá ahora ella no necesitaría tal apoyo. Si hubiera dejado que el miedo no lo dominará, quizá ella no estaría sufriendo. Si hubiera dejado que ella lo quisiera, quizá su hija tendría padre.

Quizá, quizá, quizá...

No se podía retroceder en el tiempo, y Klaus lo sabía muy bien, pero si hubiera una manera, daría su vida por que ella la viviera feliz. Aunque fuera junto a un hombre que no fuera el.

. . .

Megan entró en su casa con lentitud. No se veía capaz de volver con lo de Mattia tan reciente, sin embargo, tenía que coger ropa para ella y para Hayden.

Fácilmente podría habérselo pedido a alguien, en el estado en el que se encontraba todo el mundo realizaría su pedido, pero no quiso hacerlo. Una parte de ella sentía que ya habían hecho demasiado por ella, y que no podía abusar más de la hospitalidad de su familia.

CURSED BLOOD | KLAUS MIKAELSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora