34 | Finn knows

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— ¿Por qué todo el mundo está dejando palos de escoba en el porche? —Megan alzó uno como prueba mientras se acercaba a su prometido.— Es bastante evidente que no soy precisamente una ama de casa.

— Veras, antiguamente no era fácil conseguir un cura por aquí. Así que si estabas prometida y no podías esperar, la comunidad te permitía saltar la escoba.

— No entiendo. —Meg frunció el ceño.— ¿Saltar la escoba? ¿Si no podías esperar a que?

La mirada que le dio Mattia fue suficiente para que Megan entendiera lo de la escoba. La híbrida abrió los ojos mientras enrojecía.

Oh. —emitió la castaña.

— Si. —apartó la mirada nerviosamente.

Megan miró el palo y lo soltó.

— Hubiera preferido un molde para galletas o algo así. —Meg no lo miro.

Mattia río ante la repentina actitud de Megan.

— Solo es una tradición. —le dijo.

— Si, si. Lo pillo.

El lobo volvió a reír.

— Cambiando de tema, me han dicho que algunas manadas de Luisiana quieren estar aquí para la boda. Quieren participar en el ritual de unificación.

— Creía que el ritual solo afectaba a los lobos de nuestra manada. —hablo Meg confusa.

— A menos que me reconozcan a mí como alfa. Entonces tu poder también será suyo. —explicó.

— ¿Crees que otros alfas aceptarían someterse a ti?

— Vienen hoy precisamente para eso. Quieren lo que tienes, Lea. Todos lo queremos. Y en unas semanas después de la boda tendrás un ejército para proteger a tu sobrina. —Meg sonrió mientras Mattia retomaba lo que hacía antes de que llegara ella.

— Es una sorpresa. —Mattia se interpuso entre Megan y algo tapado con una lona.

— ¿Para quién?

— Para ti.

Megan sonrió como una niña pequeña.

— Y cuando me lo darás.

— En un futuro cercano, espero.

— Esperare con ansia este regalo. —Meg se despidió con un beso en la mejilla y se fue.

. . .

Megan observó cómo su prometido jugaba con los niños y deseo que en un futuro fuera igual, pero con sus hijos. Quizá era un deseo precipitado, ella lo sabía, dado que ni enamorada estaba de él, pero le gustaba, le hacía sentir bien.

Mattia era el chico bueno en la canción de Taylor Swift, The Way I Loved You. La otra parte estaba claro a quién pertenecía.

Megan sabía que no iba a ser difícil caer ante Mattia, era el chico que toda mujer deseaba, y que ella tenía la oportunidad de conocer y de contraer matrimonio con él. Una de las cosas que le gustaban del pelinegro era que, aun sabiendo que se iban a casar, nunca la había presionado a nada, o juzgado por sus acciones.

Y eso hacía que Megan poco a poco, sin saberlo, sintiera cosas hacia él.

Los niños decidieron ir a bañarse por lo que el lobo se quedó solo junto a una niña pequeña, quien tras que Mattia la dejara en el suelo se fue junto a los demás.

— Parece que tengo competencia. —bromeó caminando hacia el.

— Lo siento por Daisy. Soy hombre de una sola mujer.

CURSED BLOOD | KLAUS MIKAELSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora