xvi. ¿couple?

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Tras descubrir que los miles de enemigos ya conocían la noticia del roble blanco, y que su próximo destino era Nueva Orleans, los Mikaelson decidieron que hacer al respecto.

Para alejar del peligro tanto a Hope como a Hayden no podían darse el lujo de huir, tenían que desaparecer. Con ayuda de Kol y Freya el plan resultó efectivo, y aquella misma madrugada Klaus, Hayley, Megan y las dos niñas se montaron en el coche sin rumbo definido.

Megan salió de una especie de supermercado que incluía la gasolinera con una bolsa de cosas necesarias en el brazo y una gorra en la mano, mientras que Hayley bebía su granizado en silencio.

— Ni lo pienses. —negó el híbrido al ver la sonrisa maliciosa de Megan.

— ¡Vamos! Tienes que camuflarte. —le recordó.— Quítate la chaqueta de mil dólares.

Klaus bufo.

— Podrías pedirlo más amablemente.

— No hay manera más amable para pedirte que te quites la chaqueta, Klaus.

El rubio la miró con las cejas alzadas. Hayley se atraganto con el granizado.

— ¿Enserio, Meg? —pregunto incrédula.

— Calla y bebe tu granizado. —dijo.— Deshazte de la chaqueta.

— Repíteme porque estamos de gira por el país de la metanfetamina y no obligamos al piloto a llevarnos a un lugar lejano y tropical. —se quejó el rubio.

— Oye, a mí no me persigue un ejército de vampiros con ansias de sangre.

Hayley los observó mientras se metía en el coche.

— Dame las llaves. —ordeno.

Junto a un suspiro Klaus depositó las llaves en las manos de Megan.

— Del uno al diez, ¿cuanto voy a odiar tu pequeño plan?

— Yo diría que un 9,5. —sonrió mientras le colocaba la gorra que ponía "camionero cabronazo".

— Pues genial.

. . .

Megan entró en un bar conocido para ella con Klaus y Hayley siguiéndola.

— Ya veo porque querías venir aquí, ya me siento más seguro. —dijo irónicamente.

Megan acomodo a Hayden en sus brazos y se acercó a la barra, donde había un hombre.

— Está cerrado.

— No parece estar cerrado. —dijo Klaus a su lado.

— Para vosotros, si. —contestó el señor.

Klaus se puso serio.

— Quizá no te has fijado en la gorra. —dijo secamente.

— Yo quiero un bourbon, ¿o aun sirve Hollis ese licor casero suyo? —preguntó Meg.

— Madre mía. —habló un hombre a lo lejos que pronto se acercó.— Yo me encargo. —el hombre se fue.— Hace mucho que no bailas encima de la barra de mi bar, Megan Marshall.

— Hace mucho que no bailo encima de ninguna barra. —rio Megan.

— Últimamente nos hemos estado entiendo en otros problemas. —se unió a la conversación Hayley.— Hollis, ella es Hope. —señaló a la niña.

— Y ella Hayden.

— Son preciosas. —Hollis tomó una mano de Megan entre las suyas al ver su anillo de matrimonio y miró a Klaus de reojo.— Un tío de ciudad, ¿eh? Nunca lo habría imaginado.

CURSED BLOOD | KLAUS MIKAELSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora