vi. Shen Min

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Tras una llamada a Hayley el plan de Megan pudo seguir sin ningún impedimento. La castaña entró en la iglesia que ahora era un gimnasio seguida de su marido, quien no sabía lo que hacían ahí.

— ¿Qué hacemos aquí?

Megan suspiró mientras se ponían cara a cara.

— Estoy harta de que peleemos. —explico.— Asique si peleamos, lo haremos de verdad. —entró al ring.— ¿Vienes?

Mattia rió amargamente.

— ¿Crees que esto nos ayudará? ¿Qué me ayudara?

— No lo sé. Lo único que sé es que tengo muchas ganas de pegarte una paliza por tu actual comportamiento.

— Oh, lo siento si te está costando adaptarte. —respondió con sarcasmo.

— ¿Ves? Ni siquiera podemos tener una conversación. —se cruzó de brazos Megan.

— ¡Acabas de decir que quieres pegarme! —le recordó.

— ¡Porque es la verdad, estoy siendo honesta contigo! —Mattia se subió al ring.— Te quiero, Mattia, pero odio esta versión de ti. —confeso.— Odio como estás más centrado en tu sufrimiento que no ves más allá de él, odio que no nos entendamos, y odio que no estés feliz con la llegada de nuestra hija, ¿acaso no te has dado cuenta de que no la has cogido ni una maldita vez? —Megan lo empujo.— ¡Responde! —el pelinegro no hablo.

« No eres el único que lo ha pasado mal, Mattia. —otro empujón.— Hace solo unos días pasé por el peor momento de mi vida y creí que con tu vuelta todo mejoraría, pero lo que me encuentro es que mi marido no puede ni siquiera mirar a nuestra hija. —esta vez le dio un puñetazo en la cara.

Mattia retrocedió llevándose una mano al sitio donde Meg le había pegado, la castaña por su parte estaba furiosa.

— ¿Ahora ya no quieres pelear? —lo provocó.

— No voy a pelear contigo. —se negó.

— Que lastima, porque yo sí quiero.

Con cada golpe que Megan daba Mattia contestaba bloqueándolos sin devolverlos, lo que frustraba cada vez más a la castaña. Mattia sabía lo que trataba de hacer Meg, no iba a parar hasta que él le devolviera los golpes, pero tras las palabras de Megan, Mattia ya no quería discutir más.

Un golpe que el pelinegro no vio venir le dio de pleno en la nariz, la cual comenzó a sangrar. La mueca de enfado de Megan se transformó en una de sorpresa mientras retrocedía un par de pasos.

El chico se llevó los dedos a la nariz, ensuciando sus dedos de sangre. Megan cogió aire mientras trataba de que sus ojos de híbrida se fuesen, pero sus ansias de sangre no permitían que eso pasase.

Mattia se acercó a ella sin importarle nada y la envolvió en sus brazos.

— Lo siento, lo siento tanto. —murmuró el.

. . .

Megan caminaba apresuradamente por las calles de Nueva Orleans con el móvil en la oreja.

— Solecito, he tenido un imprevisto, llegaré un poco más tarde, pero no te preocupes, ya estoy de camino. —Megan frunció el ceño al ver en el reflejo de un escaparate a un hombre que la seguía y la miraba.— Bueno, puede que tarde un poco más. —colgó.

La mujer Marshall cambió de acera, poniéndose en la que estaba el hombre, y con total normalidad se metió en un callejo. Fue cuestión de segundos que el hombre apareciera en el callejón.

CURSED BLOOD | KLAUS MIKAELSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora