vii. confinement

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Megan le tendió un álbum de fotos a Hayley, una de las muchas cosas que se había llevado del almacén cuando volvió por la noche, y que aún no había tenido tiempo de enseñarle.

— ¿Ya lo has visto?

La menor asintió.

— Anoche no podía dormir y pensé que ver sus fotos podría relajarme.

— ¿Funciono?

— En absoluto. —negó.— ¿Quién en su sano juicio mira fotos de sus padres muertos para relajarse tras haber visto su muerte?

— Tu. —sonrió levemente Hayley.

La híbrida rodó los ojos. Hayley puso una mano en su hombro.

— No te preocupes. Desde que empezó a gustarte Klaus supe que algo estaba mal contigo.

Una pequeña carcajada salió de los labios de Meg.

— Tú te embarazaste de él. —le recordó la menor.

— Tú también. —indico.

— Pero tu primero. —alzó las cejas.

Hayley hizo un gesto restando importancia mientras abría el álbum.

— El alcohol es muy traicionero, querida hermana.

La castaña murmuró "estúpida" por lo bajo antes de salir de la habitación. Camino en dirección al despacho, donde había dejado varias cajas que contenían los que habían sido sus juguetes de niña.

La mujer cogió una de las cajas y comenzó a mirar su contenido. Meg alzó la mirada cuando escuchó los pasos de Klaus entrar.

— ¿Vas a montar un mercadillo? —le pregunto el híbrido.

— Lo primero que pondré a la venta será a ti. Tus enemigos pagarán mucho.

— Veo que te has levantado amable. —comentó irónicamente.

La castaña rodó los ojos con diversión.

— He pensado que si estamos encerrados, podría mirar que cosas guardar o donar.

— Oye, me he encontrado a las niñas rebuscando en la basura del ático. —a Meg no le pareció raro que no mencionara a Henrik dado que estaba durmiendo la siesta.— Están inquietas.

— No están inquietas, Klaus. Están aburridas. —hablo sonriéndole a medias.— Los niños de su edad están en el colegio y tienen amigos para jugar. Es normal que busquen entretenimiento cuando lo único que tienen es a la otra.

— Cuando Freya les enseñe a perfeccionar su magia, serán muy poderosos. No necesitarán amigos. Los adoraran.

— No quieren que los adoren, Klaus. —Meg trato de no bufar.— Son niños, apenas Hope tiene 7 años, solo quieren a personas con las que jugar.

— Estarán por encima de esas cosas. —el rubio miro por la ventana.— Tendrán el poder suficiente para protegerse de cualquier cosa. No habrá que retenerlos con estúpidos hechizos de barrera para que estén a salvo.

La castaña se levantó suspirando y se acercó a él. Sabía que no podía sacarle a Klaus de la cabeza la idea de que los niños debían ser poderoso para que no lo hicieran por lo que no añadió nada más sobre el tema.

— También quería darte las gracias. —el híbrido se giró hacia ella, confundido.— Por mantener la violencia fuera de esta casa por ellos.

— Protegeremos su inocencia todo lo que podamos. —prometió.— Ambos sabemos la importancia que tiene. Nadie protegió la nuestra.

CURSED BLOOD | KLAUS MIKAELSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora