v. no estás bien sola

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𝐀𝐂𝐓 𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄. 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐕
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𝐍𝐎 𝐄𝐒𝐓𝐀́𝐒 𝐁𝐈𝐄𝐍 𝐒𝐎𝐋𝐀








Un mes. Un maldito mes había pasado desde que los Sully se fueron y aunque muchos pensarían que al pasar tanto tiempo, el dolor iría mejorando, Dayami solo se sentía peor cada segundo que pasaba.

Estaba vacía.

Se había quedado completamente sola y extrañaba a Neteyam de maneras que le era imposible explicar. Sus palabras no eran suficientes para hacerle entender a las personas por lo que estaba pasando.

Tal vez quedarse no fue una buena decisión.

Su salud mental se había arruinado por completo. Apenas y salía de su tienda, ya nunca montaba a Sukka y sus amigos comenzaron a preocuparse por ella, pero se negaba por completo a compartir con ellos. Y cuando su madre se enteró, todo fue peor.

—Mamá, por favor—. Le ruega frotando sus ojos con cuidado, secando las lágrimas de sus mejillas. —No quiero volver a hablar del tema.

Estaba miserable.

Neteyam se había convertido en esa persona que le recordaba todos los días el porqué vivir al máximo valía la pena. Era él quien le hacía entender la importancia de estar enamorada.

No de él, sino de la vida.

Este mes entendió que dejarlo ir sería algo por lo que se arrepentiría toda su vida. Y definitivamente si tuviera la oportunidad de devolver el tiempo, se iría junto a él. Pero algo dentro de ella le decía que también se arrepentiría por ir.

Dejaría su hogar. El lugar donde creció y todo lo que conoce.

Pero Neteyam se había convertido en su hogar. Tanto él como su familia, eran eso que ella siempre buscó y necesitó en su vida para sentirse completa.

—Debiste haber ido con él—. Reprocha, ignorando por completo las súplicas de su hija. —Por fin tenías a un buen hombre y lo dejaste ir como si fuera cualquier cosa.

—¿Y no te importa no volverme a ver?— Le pregunta subiendo su mirada con lentitud. A pesar de no mantenerse activa, estaba agotada y su rostro lo decía todo.

—Sería lo mejor para todos—. Contesta sin siquiera mirarla a los ojos.

¿Y se suponía que ella era su madre?

—Mamá... no digas eso—. Contiene su llanto. Normalmente ignoraría ese comentario, pero ahora se encontraba demasiado sensible como para que no le dolería. —No sabes lo difícil que esto es para mí—. Se levanta de su cama para encararla.

A esto se refería cuando decía que lo único que tenía era Neteyam. Sí, su madre y su hermano estaban ahí, pero nunca iban a entenderla y apreciarla como él lo hacía.

—No seas dramática—. Rueda sus ojos para luego conectarlos con los de ella. —Me decepcionas, hija. Aunque ya estoy acostumbrada a eso.

¿En serio se había quedado para aguantar esto?

¿En serio se había quedado para aguantar esto?

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𝗜𝗥𝗜𝗦, neteyamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora