xvii. es corto, es simple, es claro como el cristal

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𝐀𝐂𝐓 𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄. 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐕𝐈𝐈
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𝐄𝐒 𝐂𝐎𝐑𝐓𝐎, 𝐄𝐒 𝐒𝐈𝐌𝐏𝐋𝐄,
𝐄𝐒 𝐂𝐋𝐀𝐑𝐎 𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐄𝐋 𝐂𝐑𝐈𝐒𝐓𝐀𝐋








Luego de terminar la conversación más incómoda que tuvo en su vida, Neteyam sale de la tienda para buscar a Dayami. Su padre tenía razón en cuanto a que debía de hablar con ella sobre su futuro, pero por ahora solo quería encontrarla. En algún momento buscaría la manera de tocar el tema y que no fuera algo que pudiera abrumarla.

Buscándola durante un tiempo, logró encontrarla sentada en la arena observando el atardecer que comenzaba a formarse frente a ella. Sus piernas estaban cruzadas y sus brazos se posaban encima de estas.

Neteyam la miró a lo lejos unos segundos y pudo notar que el estado de tranquilidad en el que estaba, era gracias a la meditación. Desde que Dayami supo que se convertiría en la próxima Tsahik, comenzó a meditar a menudo para poder encontrar esas conexión con Eywa que tango necesitaba.

A pesar de ser consciente que ya no iba a ser Tsahik, el meditar era algo que la calmaba y ayudaba para pensar las cosas, por lo que seguía haciéndolo. Estaba tan sumida en sus pensamientos, que era poco probable que notara la presencia de su pareja.

Era la oportunidad perfecta para asustarla.

Una sonrisa maliciosa se forma en el rostro del chico y se acerca a ella con mucho cuidado de no hacer ningún tipo de ruido para que no lo notara.

—Ni lo pienses—. Detiene sus movimientos drásticamente y sus ojos se abren con sorpresa al escucharla.

La mujer ni siquiera se había movido un milímetro, tampoco había abierto sus ojos, por lo que era increíble el que se hubiera dado cuenta de que estaba ahí.

—Esta vez no hice ruido—. Reprocha rendido mientras se acomoda al lado de ella, sentándose en la arena.

No era la primera vez que intentaba asustarla, por lo que siempre tenía la oportunidad de mejorar su técnica. Pero por mucho que lo intentara, Dayami siempre encontraba la manera de sentirlo cerca suyo, arruinando su plan.

Era como si tuviera ojos en la espalda.

—No necesitas hacerlo—. Abre sus ojos con lentitud y dirige su mirada hacia la del hombre. —Sé cuando estás cerca.

—Por este tipo de cosas es que me arrepiento haber hecho el vínculo contigo—. Comenta bromeando logrando que la menor rodara sus ojos.

—Que bueno que estemos de acuerdo—. Le sigue el juego soltando una risa. —Tal vez debería ir a la aldea y hablar con Aonung—. El rostro de Neteyam cambia a uno ofendido. Siempre era él quien empezaba con las bromas y siempre era el primero en arrepentirse.

—Tú ganas—. Levanta sus brazos en rendición. —Tú siempre ganas—. La mira con una sonrisa notando como los ojos de la mujer volteaban para ver de nuevo el atardecer y sus orejas se agachaban. Estaba más seria de lo normal y no necesitaba hacer mucho más para que su pareja pudiera notarlo. —Daya, ¿sucede algo?— El suspiro pesado que suelta es suficiente para hacerle entender que si sucedía algo. —Habla conmigo.

Se queda callada unos segundos, buscando la manera de ordenar sus pensamientos. El haber estado meditando tanto tiempo le hizo pensar mucho sobre la pelea que hubo esa mañana y todo lo que había pasado en los últimos días.

𝗜𝗥𝗜𝗦, neteyamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora