iii. no puedo soportar más aquí

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𝐀𝐂𝐓 𝐅𝐎𝐔𝐑. 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐈𝐈𝐈
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𝐍𝐎 𝐏𝐔𝐄𝐃𝐎 𝐒𝐎𝐏𝐎𝐑𝐓𝐀𝐑 𝐌𝐀́𝐒 𝐀𝐐𝐔𝐈́








Dayami pasa por un lado del hombre, comenzando a caminar en dirección contraria a la que Lo'ak había tomado. No iba a arruinar su día por culpa de él. Tan solo quería un poco de aire fresco y pensar las cosas sin estar enojada.

—¿A dónde vas?— La detiene con curiosidad, queriendo quedarse con ella luego de lo que acababa de suceder.

—Necesito despejar mi mente—. Responde con calma notando el rostro que su pareja tenía en ese momento.

—¿Estás enojada conmigo?— Se atreve a preguntar, sabiendo que no había adoptado la mejor actitud con su hermano y que eso solía molestarla.

—No... no estoy enojada contigo—. Le regala una sonrisa pequeña. —Estoy frustrada, es todo—. El mayor asiente entendiendo y suelta un suspiro de alivio.

—¿Puedo ir contigo?— La mujer ríe levemente y se acerca a él, tomándolo de la mano en el proceso.

—Con una condición—. El mayor vuelve a mirarla confuso, no solía ponerle condiciones para estar con ella. —Me dejarás montar contigo en tu Ikran.

—No—. Contesta rápidamente rodando sus ojos por la propuesta.

—Vamos, Tey—. Intenta convencerlo utilizando una voz más aguda y persistente.

—No—. Se repite a sí mismo, mirándola con ojos algo dominantes, queriendo que terminara la conversación ahí mismo. —Aún no has terminado de sanar.

Montar en Ikran era lo opuesto a mantenerse calmada. A veces parecía como si Dayami se olvidara que hace unos pocos días había recibido un disparo que casi acaba con su vida.

—Por favor—. Continúa insistiendo, tomándolo de los hombros y moviéndolo un poco para convencerlo. —Iremos lento.

—No—. Por tercera vez, le repite. Su decisión era clara y no iba a cambiarla por mucho que insistiera. El rostro de Dayami cambia por completo, mirándolo de manera inocente y como si estuviera apunto de llorar.

Oh, no.

Siempre que la mujer quería algo, lo miraba así. Era su manera de manipularlo, porque sabía que por mucho que lo intentara, el mayor nunca iba a decirle que no.

No podía resistirse a ella.

—No me mires así—. Muerde su labio sabiendo bien lo que estaba haciendo, pero aún intentando mantener su decisión firme. Unos segundos pasan, en los que pelean con tan solo sus miradas para ver quien era el que se rendía primero. —Ugh, está bien—. Rueda los ojos, ganándose una sonrisa amplia por parte de la menor, dejándolo apreciar sus colmillos.

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𝗜𝗥𝗜𝗦, neteyamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora