𝗜𝗥𝗜𝗦, neteyam

xvii. ¿qué debo hacer cuando la mejor parte de mi siempre fuiste tú?

𝐀𝐂𝐓 𝐅𝐈𝐕𝐄. 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐕𝐈𝐈
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¿𝐐𝐔𝐄́ 𝐃𝐄𝐁𝐎 𝐇𝐀𝐂𝐄𝐑 𝐂𝐔𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐋𝐀 𝐌𝐄𝐉𝐎𝐑
𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝐃𝐄 𝐌𝐈 𝐒𝐈𝐄𝐌𝐏𝐑𝐄 𝐅𝐔𝐈𝐒𝐓𝐄 𝐓𝐔́?

Dayami suspira pesadamente antes de entrar a la tienda. La noche ya había caído y todavía no había señal alguna de Neteyam. Aunque lo hubiera prometido, para él fue imposible llegar esa noche. A la mujer le preocupaba demasiado las razones de esto, pero sabía que debía de mantenerse tranquila para no inquietar a su hijo.

Todo iba a salir bien. Debía de convencerse de eso.

Al entrar, ve a Ikal junto a Tuk. Ambos tenían sus ojos cerrados y murmuraban cosas cada cierto tiempo. Dayami se acerca a ellos con una sonrisa, era increíble ver lo grande que estaba Tuk y que ahora era amiga de su hijo.

—¿Qué están haciendo?— Se atreve a interrumpirlos. El niño abre sus ojos y sonríe ampliamente al ver a su madre.

—Le pedimos a Eywa por la seguridad de papá, el tío Lo'ak y los abuelos—. Contesta en voz alta y la mujer le da sentido a la actitud que tenían los dos.

Tuk también abre sus ojos y camina hacia Dayami, sonriéndole en el proceso. La mayor extiende uno de sus brazos para abrazarla de lado. Aunque pasaran años y a pesar de que Tuk ya fuera más grande, Dayami siempre iba a ser como una hermana mayor para ella.

—Gracias por cuidarlo—. Debido a que Neteyam no se encontraba, la mujer tuvo que asumir la responsabilidad del clan, por lo que su día había estado bastante ajetreado.

—Lo que sea por ti—. La abraza con más fuerza, la menor estaba feliz por pasar tiempo con Ikal. El niño era adorable y el día se había pasado volando al estar juntos.

—Tuk-Tuk, ya sé que podemos jugar—. Toma de la mano a la chica y comienza a jalarla para que lo siguiera. Gracias a su compañía, tuvo la oportunidad de concentrarse en otras cosas que no fuera la ausencia de su padre.

—Ikal, ya es hora de dormir—. Le recuerda a su hijo. A pesar de que estuviera contenta por verlo pasar tiempo con Tuk, ya era algo tarde y debían de descansar.

—Pero mami...— Nota la mirada que la mayor le estaba dando y se da cuenta que no debía de discutir al respecto a menos que quisiera que se enojara con él. —Está bien—. Sin mucho ánimo se aleja de ellas para acomodarse en su cama.

—Te veré mañana—. Dayami se concentra ahora solo en Tuk, intentando ocultar lo preocupada que estaba por pasar esta noche.

—Daya, sí no llegan hoy, estoy segura que lo harán mañana—. La menor había notado las orejas bajas de la mujer, por lo que intenta animarla. —No desesperes—. Ella también estaba intranquila, pero sabía que iban a volver, tan solo debían de esperar.

—Gracias, Tuk—. Le sonríe una última vez antes de verla salir de la tienda, dejándola sola con Ikal.

—Mami, ¿puedo dormir contigo hoy?— La mira con esos ojos que siempre conseguían lo que querían. Dayami ríe levemente sabiendo que eso era algo que había heredado de ella. Ahora entendía por qué Neteyam se quejaba tanto de eso. —Vamos, Ma. Papá no está y vas a necesitar de alguien que te proteja.