xiii. solo me gusta cuando tú me tocas

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𝐀𝐂𝐓 𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄. 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐈𝐈𝐈
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𝐒𝐎𝐋𝐎 𝐌𝐄 𝐆𝐔𝐒𝐓𝐀 𝐂𝐔𝐀𝐍𝐃𝐎
𝐓𝐔́ 𝐌𝐄 𝐓𝐎𝐂𝐀𝐒








La noche ya había caído en el arrecife y toda la tienda de los Sully ya se encontraba dormida. Bueno, casi toda. Neteyam, quien parecía no poder conciliar el sueño, se movía de un lado a otro, dando vueltas, impidiendo que su pareja pudiera dormir en paz.

—Tey... deja de moverte—. Susurra aún con su voz adormilada y sus ojos cerrados.

—No puedo dormir—. Le contesta mirando su rostro, bajando el nivel de su voz al igual que ella.

—Inténtalo—. Todavía no se molesta en abrir sus ojos y con rapidez se acurruca en el pecho del hombre, obligándolo a pasar una de sus manos por su cadera. Al escucharlo suspirar pesadamente, nota que estaba hablando enserio, por lo que dirige toda su atención a él. —¿Qué sucede?

Lo mira directamente y a pesar de haber poca luz en el lugar, era suficiente para darse cuenta que algo le estaba sucediendo. Neteyam no contesta nada a su pregunta, tan solo la ve con un rostro afligido.

—¿Quieres salir a dar una vuelta?— Pregunta entendiendo que no podían hablar mucho por miedo a despertar al resto. El mayor asiente levemente y con cuidado, se levanta junto a la mujer para salir de su tienda.

El aire fresco era justo lo que necesitaba.

Dayami lo toma de la mano y comienzan a caminar por el lugar, alejándose de la aldea para adentrarse a una de las playas solitarias del lugar. Si iban a hablar, querían hacerlo sin pensar que estaban molestando a alguien.

—Perdón—. Neteyam rompe el silencio, sintiéndose algo culpable por haber interrumpido el sueño de la mujer. Ella le sonríe y aprieta ligeramente su mano, indicándole que no debía de preocuparse por eso.

A ella no le importaba, solo quería saber que estaba bien.

—¿Estás seguro que estás bien?— De todas maneras le pregunta, algo inquieta por el como estaba actuando su pareja.

—Estoy bien. Solo... no lo sé. Me siento extraño—. Algo nervioso baja su mirada, sintiéndose un poco mal por mentirle.

Claro que sabía lo que estaba pasando. A pesar de haberse reconciliado, la pelea que habían tenido aún sonaba en su cabeza. Se sentía mal por haberse dejado llevar por sus celos y golpear a Aonung. Dayami tenía razón, no fue la manera de resolver las cosas. Debió de haberlo hablado primero con ella para arreglarlo todo de manera más fácil.

—Dime como puedo ayudarte—. Lo toma de la mejilla mirándolo dulcemente. Al escucharla, el rostro de Neteyam cambia por completo. Deja de estar afligido a volverse un poco coqueto.

—Se me ocurre una forma—. La toma de las caderas para acercarla a él, viéndola reír y rodar los ojos. No tenía que decirlo explícitamente para que la mujer entendiera a lo que se refería.

—No me refería a eso—. Se intenta soltar de su agarre con una risita, poniendo ambas manos en su pecho.

—Pero es lo que quiero—. Le impide hacerlo, tomándola con más fuerza y juntando su rostro al de ella.

—¿En serio me despertaste por esto?— Pregunta mirándolo algo seria. No podía creer que hubiera armado todo este drama solo para poder tener sexo con ella. Si eso era lo que quería desde un principio, era tan fácil como decírselo.

𝗜𝗥𝗜𝗦, neteyamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora