xiii. este mundo no está hecho para ti

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𝐀𝐂𝐓 𝐅𝐈𝐕𝐄. 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐈𝐈𝐈
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𝐄𝐒𝐓𝐄 𝐌𝐔𝐍𝐃𝐎 𝐍𝐎
𝐄𝐒𝐓𝐀́ 𝐇𝐄𝐂𝐇𝐎 𝐏𝐀𝐑𝐀 𝐓𝐈








Gracias a la ayuda de su familia, Neteyam fue capaz de darse un descanso de sus responsabilidades como Olo'eyktan. Hace mucho que no pasaba un tiempo de calidad con Dayami e Ikal.

Los invitó a caminar por el bosque, ambos aceptaron gustosos, felices de poder salir después de mucho tiempo tan solo los tres.

De disfrutar un momento en familia.

Aunque los humanos estuvieran ahí afuera, Neteyam y Dayami sabían que nada le sucedería a Ikal mientras ellos estuvieran pendientes de las cosas. Además, no podían dejar de disfrutar los pequeños momentos por culpa de los humanos.

La mujer tomaba con una de sus manos a su hijo, mientras que el hombre hacía lo mismo con su otra mano, dejando que el menor estuviera en la mitad de ambos al caminar por el lugar.

Ikal parecía estar entusiasmado por la llegada de su nueva hermana, pero a la vez algo asustado por esto. Pensaba que dentro de unos meses, cuando ella naciera, perdería a sus padres.

—No, Ikal—. Dayami ríe levemente ante los pensamientos de su hijo. —No vamos a dejar de ser tus papás cuando ella nazca.

—Bien, porque el tío Lo'ak ya dijo que me podía ir con él si ustedes se olvidaban de mí—. La mujer cruza miradas con su esposo, sonriéndose al mismo tiempo luego de escucharlo. Era increíble que un niño de cinco años dijera cosas así. —No me pongan a prueba—. Continúa caminando agarrado de las manos de sus padres como si nada hubiera sucedido.

—¿De quién sacó esa manera de manipular?— Neteyam murmura para que solo Dayami lo escuchara.

—No me mires a mí—. En realidad eso sí era algo que Ikal había heredado de su madre, pero ella nunca lo aceptaría en voz alta.

—¡Papi! ¡Papi!— Ikal llama la atención de ambos al soltar la mano de su madre y jalar a su padre con la mayor cantidad de fuerza que tuviera. —¡Un tronco!— Señala frente a ellos y no tuvo que decir mucho más para que su padre lo entendiera.

—Cuidado—. Dayami toma del brazo al hombre, recordándole ser cuidadoso.

—Mami, mira—. El pequeño alza sus manos aún mirando el tronco mientras su padre lo toma de los brazos por detrás y utiliza su fuerza para alzarlo del suelo.

Comienza a mecerlo en el aire escuchándolo reír, él sonríe también y cuando el niño tiene la suficiente velocidad, libera  su agarre. Suelta una carcajada al verlo volar por encima del tronco y caer torpemente de nuevo en el suelo.

Los tres ríen al conjunto. Esto era una costumbre que Neteyam e Ikal habían adoptado hace un tiempo ya. Para el niño significaba una adrenalina increíble y al hombre no le molestaba hacerlo.

Amaba ver a su hijo así de feliz.

Dayami y Neteyam pasan el tronco con facilidad y vuelven a tomar a su hijo por las manos, la misma posición en la que estaban antes.

𝗜𝗥𝗜𝗦, neteyamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora