𝗜𝗥𝗜𝗦, neteyam

i. apagar todos tus miedos

𝐀𝐂𝐓 𝐅𝐈𝐕𝐄. 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐈
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𝐀𝐏𝐀𝐆𝐀𝐑 𝐓𝐎𝐃𝐎𝐒 𝐓𝐔 𝐌𝐈𝐄𝐃𝐎𝐒

Lo había arruinado.

Al menos eso era lo único que pasaba por la cabeza de Neteyam al darse cuenta de lo que había olvidado de hacer ese día.

Un largo mes se había cumplido desde que él y Dayami llegaron al bosque. Definitivamente la mejor decisión que pudieron haber tomado. Se sentían mucho más cómodos con su ambiente y el vivir solos traía sus ventajas.

Hoy era el día en el que la mujer conseguiría su Ikran. Por fin se había llenado de valor para hacerlo y Neteyam prometió estar junto a ella al momento de hacerlo.

Pero gracias a que Tarsem había pedido su ayuda para organizar el próximo ataque a una nave humana, olvidó por completo la promesa que le hizo a su pareja.

Al escuchar llegar al grupo con el que se suponía Dayami iría a las montañas, sintió que su corazón daba un vuelco. Se disculpó con Tarsem quien tan solo rió al verlo salir corriendo de ahí.

El hombre se disculpaba con todos aquellos con los que chocaba, ahora mismo solo quería verla y disculparse. Le importaba poco a quien se llevara por delante mientras corría a su tienda.

No demoró en llegar al lugar. Al segundo de entrar la vió de espaldas a él, dejando su visor de lado. El hombre intentó contener las ganas de llorar, sintiéndose demasiado culpable por haberle fallado.

—Dayami—. Corre hacia ella para abrazarla por detrás, escuchándola soltar un jadeo por la sorpresa.

—Ey—. Ríe levemente al sentirlo apretar su agarre. Con cuidado voltea para verlo a los ojos, el hombre la deja hacerlo pero no la suelta. —Hola—. Lo recibe con una sonrisa, cosa que le intrigó algo a su novio, debería de estar molesta con él.

—Lo lamento tanto, hermosa—. Sus orejas se bajan y su rostro se muestra afligido. —Debí de estar ahí. Lo siento mucho—. Dayami lo mira con un rostro enternecido. —Tarsem necesitaba mi ayuda y yo...

—Neteyam—. Lo interrumpe sabiendo que se mortificaba por lo sucedido. —Está bien. No te preocupes por eso—. Lo toma de la mejilla acariciando con cuidado la piel. —Todo salió perfecto—. No estaba enojada, ella entendía que Neteyam tenía otras responsabilidades y que con todo lo que estaba sucediendo, era obvio que iba a olvidarlo.

Tarsem había acogido a Neteyam como su segunda mano. Demasiada responsabilidad y presión había sido puesta sobre él. Dayami entendía que no debía de pedirle que se exigiera de más. No era justo con él.

—Lo sé, pero debí de acompañarte—. El hombre sabía lo capaz que era su pareja de donar otro Ikran, pero quería estar presente para poder presenciarlo de la mejor manera. —Prometí que estaría contigo al momento de hacerlo—. El tono de voz que usaba daba a entender lo arrepentido que estaba por haberse olvidado.

—Oye, oye, en serio está bien—. Aunque intentara animarlo, el rostro del mayor aún se veía afligido. Sus orejas bajas y avergonzadas eran suficientes para hacerle entender lo mal que se estaba sintiendo. —¿Me ves enojada?— Niega con la cabeza, logrando que la mujer sonriera. —Neteyam, entiendo que tuvieras otras cosas que hacer—. Acaricia la piel de su mejilla de nuevo, viéndolo cerrar sus ojos gracias al tacto. —No te culpo por eso.