ii. nunca podrás ser reemplazada

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𝐀𝐂𝐓 𝐓𝐖𝐎. 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐈𝐈
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𝐍𝐔𝐍𝐂𝐀 𝐏𝐎𝐃𝐑𝐀́𝐒
𝐒𝐄𝐑 𝐑𝐄𝐄𝐌𝐏𝐋𝐀𝐙𝐀𝐃𝐀








—¿A quién ves cuando te vinculas con el árbol de las voces?— Dayami le pregunta Neteyam de la nada, confundiéndolo un poco por la razón de la cuestión. Nunca habían hablado del tema y su duda salió de repente, así que le pareció algo extraño.

—A mi familia—. Contesta aún con cierto interés por saber a qué venía la pregunta. —¿Por qué?— La menor se encoge de hombros, dándole a entender que solo era curiosidad. —¿Tú a quien ves?

Notó que la pregunta le había incomodado un poco y se sintió algo mal por eso. No quería molestarla, mucho menos obligarla a contestarle. Tan solo tenía curiosidad, al igual que ella.

—A mi padre—. Se sorprende al escucharla. No esperaba una respuesta, mucho menos si tenía que ver con su papá.

Mentiría si no dijera que tenía curiosidad por saber que le sucedió, pero sabía que Dayami odiaba hablar del tema por lo que nunca la forzó a decirle algo. Solo comentó de manera breve que había muerto antes de poder conocerlo, pero nada más

Algo muy dentro del chico le decía que la razón por la que su madre y hermano la trataban tan mal, tenía algo que ver con la muerte de su padre.

No sabía cómo, pero lo sentía de esa manera.

Dayami se da cuenta del rostro de sorpresa por parte de Neteyam y lo comprendía. Era una parte de su vida muy importante de la cual nunca habían hablado. Ella entendí la curiosidad del chico por el tema, y no iba a juzgarlo nunca por preguntar al respecto.

Pero le agradecía tanto por notar las señales y no tocar el tema.

—Yo... sé que no te he contado mucho sobre él—. Lo mira a los ojos, notando como estos se suavizaban al verla.

—Y no tienes que hacerlo—. La toma de la mejilla para dejar pequeños cariños en su piel. —Me lo dirás cuando te sientas lista—. Dayami no podía estar más agradecida con Eywa por haber puesto a Neteyam en su camino.

Sonríe levemente y se inclina hacia su mano, dejando un beso en la palma de esta. Quería demostrarle de todas las maneras posibles lo gratificante que era tenerlo.

—¿Sabes? Hace mucho no lo hago—. Rompe el silencio y no es necesario explicarse más para que la chica entendiera que se refería al vínculo con el árbol de las voces. —¿Quieres ir?

Dayami asiente con más energía. Al igual que él, hace un tiempo no iba. Tal vez porque los últimos meses había estado concentrada en otras cosas, por lo que lo dejó de lado.

Pero ya que se ofrecía, no iba a perder la oportunidad. Nunca estaba de más ver a su padre y saludarlo.


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𝗜𝗥𝗜𝗦, neteyamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora