Gabriel
—¿Estás contento? Se te re nota en la cara, Gabo.
—Callate, te pueden escuchar —susurré—. Esperá a que nos alejemos un poco.
—¿Querés venir a mi casa un rato?
Miré la hora, casi eran las seis de la tarde.
—Bueno, un rato no más. Ya sabés que tengo que volver a casa y prepararme para la misa.
—¡Qué paja! —dijo cuando salimos de la parroquia.
—No hables así.
—Parecés mi abuela —soltó una risita burlona—. Dale, tenemos la misma edad, no puede ser que hables como una jubilada.
—Soy educado.
—Sos un mojigato.
—No es cierto.
—"Mentir es un pecado"
—Eso es de santurrón, no de mojigato.
Soltó una carcajada.
—Bien jugado, Gabo —hizo una pausa—. Che, ¿de verdad te gustó lo que leyó el Padre?
—Sí, me gusta mucho esa historia, es sobre una amistad.
—¿Amistad? Yo pensé que eran novios.
—Creo que estás empezando a ver gays por todos lados.
—Leelo de nuevo, Gabo, esos dos se quieren dar. Por eso te debe gustar tanto.
—Callate, no es verdad. David y Jonatán eran muy amigos, por eso se cuidaban el uno al otro.
—Sí, ponele. ¿Y por qué te gusta tanto?
—Porque me hace acordar a Santi y a mí.
—Eso o estás pensando que podrían ser pareja como ellos.
Sentí que la sangre se me agolpaba en las mejillas. ¿Facu tendría razón? Nunca pensé que podía tener ese tipo de lectura. No iba a darle la razón todavía, tenía que releer el pasaje. Entramos a su casa, me llevó a su cuarto y se desplomó en la cama. Agarré una silla, me senté dejando mi mochila sobre mis piernas y miré el cuarto, estaba igual de desordenado que la última vez. Jugueteé en la silla de escritorio girándola de un lado al otro.
—¿Te enteraste lo de María?
Pregunté para disipar el silencio que se había formado entre nosotros. Me miró negando con la cabeza.
—Su mamá falleció hoy.
—Mierda... —se acomodó en la cama—. ¿La viste? ¿Cómo está?
—No sé, me enteré porque me contó doña Josefina.
—¿La vieja chusma que le contó a mi vieja que estaba fumando en la puerta del colegio?
—No sabía que fumabas en la puerta del colegio.
—Fue una vez y quería probar —hizo un gesto con la mano—. Volvamos a María. ¿Sabés cómo está? —negué con la cabeza—. ¿Sabés cuándo es el velorio? Quiero ir a verla.
—Le puedo preguntar al Padre Basilio.
—Mejor a Manuel, así te pegás más a él.
Chasqueé la lengua, él me dedicó una sonrisita que desapareció al instante. No tendría que haberle dicho lo de María, seguramente se enteraría solo de todas maneras, las noticias en el barrio corrían rápido, sobre todo por la culpa de Doña Josefina. Por un segundo me pregunté cómo era capaz de enterarse de todo. La idea de que escondía micrófonos en lugares de reunión como la iglesia me hizo gracia. Sería una de las mejores espías del país, aunque no pudiera mantener la boca cerrada cuando una nueva información llegaba a ella. Si era así, era aterrador pensar que podría escucharnos hablar a Facu y a mí. Esa mujer no se guardaría un chisme tan jugoso como lo sería que se enterase de que era gay. Si le había dicho a la mamá de Facundo que había fumado, no dudaba un segundo que terminaría contándole a mis padres. Todo se vendría abajo si eso pasaba, mi vida terminaría completamente.
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Pecado
Teen FictionManuel es un joven cura que acaba de terminar el sacerdocio. Llega a Del Viso, un pequeño pueblito súmamente religioso, allí será el reemplazante del cura que está próximo a la jubilación. Cuando conoce a Gabriel, un joven estudiante de teología, la...