Manuel
Entramos a nuestra habitación para dejar nuestros bolsos mientras las chicas se ocupaban del grupo. Facu no dejó pasar la oportunidad y salió lo más rápido que pudo con el pretexto de ir a ayudar con los chicos. Gabi y yo nos quedamos solos, nos miramos sabiendo que él lo estaba haciendo para cubrirnos, sonreímos, pero nuestra tranquilidad no duró mucho, Isabel irrumpió en la habitación para pedirme que fuera a ayudarla con sus bolsos. Miré a Gabi, me dedicó una mirada rápida, asintiendo casi imperceptiblemente, solté un suspiro y salí con ella para ir a buscar sus bolsos. No entendía por qué había llevado tantas cosas, el campamento era solo durante una semana y no necesitábamos demasiado. Entramos en la habitación que iba a usar, dejé las cosas en el piso y, cuando me giré para salir, me di cuenta que había cerrado la puerta. La miré preparado para sus insinuaciones. Se acercó a mí con una sonrisa en la cara.
—Todos están ocupados ahora.
—Basta, Isabel. Soy cura, no me interesás como mujer y no me interesa romper mi voto de celibato.
No sabía cómo las palabras salían con tanta facilidad, no me gustaba mentir, aunque fuera a Isabel, había roto mi voto hacía tiempo con Gabi, pero no me quedaba otra opción que hacerlo ahora. Ella resopló, creí que me iba a dejar en paz, pero, para mi sorpresa, empezó a desabotonar su blusa. Desvié la mirada y caminé a la puerta, ella me agarró la mano evitando que me fuera. La miré de nuevo, sonrió llevando mi mano hasta su escote. Me separé lo más rápido que pude, no tenía ganas de meterme en problemas por su culpa.
—¡¿Qué te pensás que estás haciendo?! Isabel, ya te dejé en claro que no puedo ni quiero estar con vos de esa manera. Por favor, pará con esto.
—¿De nuevo, Manuel? Ningún hombre se resiste a mis encantos, ¿por qué vos sí?
—Porque soy cura, no necesitás saber más nada.
—No vas a poder resistirte por mucho tiempo, Manuel. Al final, sos hombre, hay algo que siempre va a reaccionar con una mujer.
Suspiré saliendo de la habitación para meterme en la mía, no quería pasar ni un segundo de más en aquel lugar. Odiaba que siempre termináramos así. Me desesperaba que no entendiera que era cura, sin contar que estaba con Gabi, nunca me atrevería a engañarlo. Respiré profundo e intenté calmar mi cabeza, no iba ni quería seguir pensando en lo que acababa de pasar. Este campamento era para distraernos de todo lo que estaba pasando, pero ella parecía querer seguir agregando problemas a la lista. Solté el aire lentamente con los ojos cerrados con la idea de relajarme, pero unos brazos cruzando por mi cintura me hicieron pegar un salto.
—Soy yo —la voz de Gabi hizo que me tranquilizara—. Vi lo que pasó con Isabel, no cerró bien.
—Perdón.
—No te disculpes, a menos que te haya gustado tocar sus pechos.
—Espero que hayas escuchado lo que le dije también.
—Sí, todo.
Puso su cabeza contra mi espalda mientras se apretaba más contra mi cuerpo. Pasé mis manos por sus brazos descubiertos, empezaba a hacer un poco de calor y él ya se había deshecho de su campera. Hice que soltara un poco del abrazo, me giré y lo miré, tenía una sonrisita en los labios como la de un nene que hizo una travesura. Lo observé unos segundos en silencio, pero no hizo más que ampliar su sonrisa, acercarse a mi rostro y darme un beso en los labios. Agarró mi mano para llevarla a su pecho, tal como lo había hecho Isabel hacía un rato. Después bajó su mano lentamente hasta la cintura de su pantalón, donde paró separándose de mí.
—No solés hacer estas cosas.
—No siempre tengo celos.
—¿Celos? —no pude evitar sonreír.
—Sí. Tocaste a alguien más, no me gusta eso.
—A mí tampoco me gustó hacerlo. Además, no hay competencia posible, Gabi, ella no provoca nada más que rechazo en mí —rodeé su cintura con mis brazos—. No existe nadie más que me provoque lo que vos me provocás.
—Ah, ¿sí? ¿Y qué te provoco?
Le sonreí a punto de contestarle, pero la puerta se abrió haciendo que las palabras se ahogaran en mi garganta. Era Facundo, nos miró con una sonrisita burlona antes de pedirnos que saliéramos. Gabi y yo salimos con él y fuimos directamente con el grupo. Los chicos nos miraron, estaban sentados en el piso, expectantes por cómo sería este campamento. Algunos hablaban entre ellos y se reían, otros simplemente permanecían observando los alrededores. Nos presentamos, como si fuera necesario, y dimos la charla de inicio antes de dejar a los chicos un rato libre para que se acomodaran en sus habitaciones. Nosotros nos quedamos ahí, mirándolos entrar y salir, jugueteando. Una tontería cruzó por mi cabeza: cómo me gustaría que Gabi y yo formáramos una familia. Rocé su mano sintiendo que pegaba un saltito, pero volvía a relajarse al segundo. Sus dedos rozaron los míos como respuesta haciéndome sonreír. Agradecía que los únicos que se podrían dar cuenta de lo que estábamos haciendo, estaban ocupados con los chicos, indicándoles que no se podían mezclar entre nenas y varones en los cuartos.
***
Cuando los chicos estuvieron encerrados y con las luces apagadas por fin, nos metimos en nuestros respectivos cuartos. Cerré las cortinas y puse la traba en la puerta, era sencilla y no tardaría en abrirla si algo pasaba, pero dejaría a Isabel afuera si se le ocurría venir. Después, me acosté con Gabi, él, dándome la espalda, se pegó a mi cuerpo dejando que lo rodeara con el brazo. Desde el otro lado de la habitación, escuchábamos las burlas de Facundo, las que no podían faltar, menos en un momento como este. Un rato después, él se quedó dormido por el cansancio del viaje. Observé a Gabi, parecía haberse quedado dormido también, su respiración era calmada y tranquila. Pasé mis dedos por su brazo haciendo que tomara mi mano de repente, se giró para mirarme.
—Pensé que estabas durmiendo.
—Lo mismo digo, Manu. Pensé que estabas cansado.
—Sí, un poco, pero me distraje mirándote.
Una sonrisita apareció en su cara. Se giró completamente hacia mí para quedar frente a frente.
—Che, quería preguntarte algo —hice una seña con la cabeza para que siguiera hablando—. ¿Qué va a pasar con nosotros después?
—¿Después?
—Sí. Me imagino que no querés que vivamos en un eterno secreto.
Me quedé mirándolo, María me había hecho plantearme lo mismo. No supe qué contestar, sabía que quería estar con él, pero no quería dejar mi trabajo. Él se quedó en silencio, observándome como si quisiera decirme algo, pero no lo hizo, simplemente se acurrucó contra mi pecho. Sabía perfectamente qué quería escuchar, pero no era sencillo para mí tomar una decisión tan rápida. Lo abracé con un poco de fuerza sintiendo cómo sus brazos cruzaban por mi cintura.
—No te presiones, Manu, solamente era una pregunta —dijo de repente con la cara hundida en mi pecho.
—Sí...
Inhalé profundo sabiendo que no era "solamente una pregunta". Gabi no siempre decía lo que pensaba, no debía ser fácil para él ser mi secretito, menos con Isabel rondándome constantemente como si fuera una mosca. Sus dedos se deslizaron por mi espalda en una caricia que no duró más que un par de minutos. Me separé apenas para mirarlo, esta vez sí parecía haberse quedado dormido. Solté un suspiro antes de besar su frente. De repente, cada gesto se sentía como una despedida, aunque no hubiera dicho nada en realidad. Me abracé de nuevo a él y cerré los ojos intentando convencerme que no había sido más que una simple pregunta, que no estaría pensando en que lo nuestro terminara ahora.
**
Muy buenas~ acá traigo el nuevo capítulo. Antes, la excusa era la mudanza, una vez que me mudé, era que no tenía internet (que aún no tengo el día en el que dejo preparado esto), ahora la excusa es que estuve unos días enferma, uno de ellos estuve muy, muy mal, me dejó tirada en la cama todo el día, por eso me está costando un poco dejar capítulos adelantados como ahora. En fin, ¿qué les pareció el capítulo? Como ya dije en el capítulo anterior, estamos en la recta final de esta novela, queda muy poco para que conozcamos el final de la historia de Gabi y Manu. Si les está gustando, por favor voten, comenten y compartan, todo apoyo se les agradece muchísimo.
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Pecado
Teen FictionManuel es un joven cura que acaba de terminar el sacerdocio. Llega a Del Viso, un pequeño pueblito súmamente religioso, allí será el reemplazante del cura que está próximo a la jubilación. Cuando conoce a Gabriel, un joven estudiante de teología, la...