55

21 2 3
                                    

Manuel

Después de entregar a los chicos a sus padres, las novicias, Gabi y yo agarramos nuestras cosas y fuimos directamente a la parroquia, estábamos agotados. Por ser el último día de campamento, nos levantamos bastante más temprano para hacer las últimas actividades con los chicos. En la parroquia nos recibió el Padre que habían mandado de San Cayetano para que me reemplazara durante la semana. Lo saludamos y fuimos directamente a nuestras habitaciones. Noté a Gabi un poco serio durante todo el camino de vuelta, parecía que algo le molestaba. Me pregunté si era por lo que pensaba hacer, ni él ni Facundo me dijeron qué iban a hacer al final. Podía suponer que seguía decidiendo. Apenas me acosté para descansar un poco, recibí un mensaje, agarré mi celular y lo miré, era un mensaje de Gabi.

—"¿Puedo ir a tu cuarto?"

—"Sí, Gabi. Tené cuidado que no te vea el otro Padre, podríamos tener un problema."

Unos minutos después, apareció en mi cuarto, cerró la puerta rápidamente y, sin decir nada, se sacó las zapatillas y se acostó al lado mío. Lo miré esperando que dijera algo, pero lo único que hizo fue abrazarse a mí.

—Gabi, ¿qué pasa? Estás muy serio, hasta pareces triste.

—Íbamos a pasar el video de Isabel, pero Facu cambió de idea...

—¿Sí?

—No me dijo qué iba a hacer —suspiró—. No creo que sea nada elaborado, no tendría tiempo, María le pidió que hiciera un video para esta noche con fotos de los chicos, le va a tomar un rato.

—No sabía que María le pidió eso.

—Ni yo, me lo dijo cuando llegamos —se separó un poco a mí y me miró—. El otro Padre ya se fue, te toca dar la misa esta noche.

—No voy a dar misa, si Facundo termina el video para esta noche, podríamos verlo.

—Y podrías descansar un poco la cabeza —sonrió por fin.

—Entonces, ¿por qué estás tan serio?

Su sonrisa desapareció automáticamente, volvió a abrazarme apretándose lo más que podía a mí.

—Todavía tenés que decidir algo y me da mucho miedo que no sea lo que me gustaría.

—Gabi, no estés triste desde ahora, por favor. Sé que no es fácil estar en tu posición, tampoco lo es estar en la mía, pero disfrutemos del tiempo juntos —lo separé un poco de mí y pasé la mano por su mejilla—. Disfrutémoslo, nada más, ¿sí?

—Voy a intentar tranquilizarme con el tema.

Dicho eso, me dio un beso corto en los labios y se acurrucó contra mi pecho. Me acomodé yo también y acaricié su espalda con suavidad. Iba a extrañar bastante las noches que habíamos dormido juntos sin miedo a que alguien se diera cuenta. De todas maneras, teníamos que compartir habitación. Sonreí recordándolo, como si hubieran pasado años de eso. Cerré los ojos sintiendo el cansancio apoderarse de mí.

Cuando la alarma de mi celular sonó, Gabi saltó prácticamente de la cama haciendo que me despabilara del susto. Lo miré, pero no hacía más que quejarse por haberse quedado dormido en mi cuarto. Salió del cuarto de forma sigilosa, cerrando la puerta antes de dejarme completamente solo. Solté un suspiro mirando el techo, volvíamos a lo mismo: ocultarnos como si fuéramos ladrones. Odiaba tener que pasar por esto, que los dos lo estuviéramos pasando. Escondiéndonos todo el tiempo. Decidí dejar mis pensamientos de lado, levantarme y darme una ducha para terminar de despertarme. Salí unos minutos después listo, salí de mi habitación para ir a la oficina; estaba seguro que se había acumulado papeleo de estos días. Cerré la puerta y me senté detrás del escritorio para revisar las carpetas que tenía, normalmente las Hermanas me dejaban los papeles y cuentas que llegaban ahí. Me dediqué durante unos minutos a revisar papeles y hacer cuentas, pero poco me duró la concentración, pensé en lo mal que la estaba pasando Gabi por mi culpa. Sabía que esto iba a pasar una vez que volviéramos del campamento. Apreté los labios pensando en qué hacer, no podía tirar todo por la borda como si nada, decirle a todos que estaba enamorado de él e irme. Pero tampoco podía elegir mi vocación por encima de sus sentimientos, no quería que pensara que nunca me había importado. ¿Qué iba a hacer ahora? Me pasé la mano por la frente. Por un segundo, deseé que nada de esto hubiera pasado, que nunca hubiera llegado a Del Viso. Si no lo hubiera hecho, ahora no estaría en esto, ni él estaría sufriendo. Cerré los ojos unos segundos pensando en lo que habíamos pasado juntos, en lo que había despertado en mí y las ganas que me daban de besarlo cada vez que estábamos cerca. Las fantasías que tenía a veces de estar con él lejos de todo, de las miradas indiscretas, de los comentarios, de los insultos. Me recosté contra el respaldo de la silla y miré el techo como si me fuera a dar una respuesta, como si, así, Dios me hablara directamente para decirme qué era lo que tenía que hacer. Me quedé así hasta que unos toques en la puerta hicieron que volviera a la Tierra. Grité un "pase", la puerta se abrió dejándome ver a Facundo, sonriente como de costumbre. Caminó hasta mí informándome del vídeo con las fotos de los chicos durante el campamento.

—Me voy a encargar de hacer todo, no te preocupes.

—Me alegra que hayas decidido hacer esto. Los padres van a estar muy contentos —le sonreí.

—Me imagino. Bueno, voy a preparar todo. ¿Me das la llave del aula de los misioneros? Ahí está la pantalla blanca.

Abrí uno de los cajones, revolví un poco antes de sacar las llaves y dárselas. Me sonrió de nuevo y me guiñó el ojo como si hubiera complicidad entre nosotros. No supe qué hacer más que sonreírle de vuelta. Salió de la oficina dejándome solo con mi cabeza. Me hubiera gustado que, en lugar de él, hubiera venido María, ella podría ayudarme a tomar una decisión, o, al menos, guiarme. Me restregué los ojos y miré mi reloj, se acercaba la hora de la misa, seguramente todos estaban llegando. Me levanté y salí escuchando, efectivamente, las voces y pasos de los vecinos. Caminé la puerta y miré al altar, Gabi estaba ahí ayudando a su amigo a colocar la pantalla blanca y a conectar el proyector. Me preguntaba qué era lo que pasaría después de todo esto, si las cosas seguirían igual, sobre todo entre nosotros. Suspiré y salí al altar, faltaba unos minutos para empezar, pero era mejor terminar rápido con algo que no iba a llevar más que un ratito. Me paré detrás del atril haciendo que todos guardaran silencio al instante. Solté unas palabras como discurso improvisado, eran las típicas que se decían en ocasiones como esta, agradeciendo a Dios y a los chicos por la semana que habíamos pasado. Después, di paso para que Facundo pusiera el video con las imágenes. Me senté a un costado al lado de Gabi. Las fotos se sucedieron una tras otra, pude ver entre los padres algunas sonrisas y los chicos apuntando contentos al verse en la pantalla. De repente, el video cambió. En la pantalla estaba exhibiéndose el video que Gabriel y Facundo habían grabado a escondidas el primer día de campamento. Miré a los presentes, no sabía cómo tenía que reaccionar. Todos se giraban a verme y a ver a Isabel. Me giré a Gabi, él me devolvió la mirada poniéndose pálido. Me levanté y fui directamente a la oficina escuchando los murmullos en el altar. No pasó mucho hasta que Gabriel entró atrás mío.

—¿Cómo se les ocurre hacer algo así?

—Manu, no sabía qu...

—¿En serio? Me dijiste que querías hacerlo, pero ¿tenía que ser así de humillante?

—Facundo me dijo que no iba a hacer rular el video, pensé que se había arrepentido. No planeé esto, te lo juro.

—Sé que lo parezco, pero no soy tarado, Gabriel. ¡Esto es humillante para mí también! ¿Con qué cara voy a ver a todos ahora?

—¿Me estás escuchando? Esto fue idea de Facundo.

—¡Los dos estaban en esto!

—¡No en esto! —sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas, pero tenía el ceño ligeramente fruncido—. ¿Por qué no me creés?

—Porque vos querías sacarla del medio —resoplé—. Espero que estés contento con todo esto. Ahora, andá a tu cuarto. No quiero verte.

Vi que por su mejilla resbalaba una lágrima, sentí pena por él, pero el enojo no desaparecía. Gabriel salió de la oficina dando un portazo. ¿Por qué se le había ocurrido hacer algo tan denigrante? Tampoco me caía bien, pero no podría hacer algo tan humillante como eso, era una persona al fin y al cabo. Nunca creí que él fuera así, que hiciera lo que le habían hecho en su momento. Me apoyé sobre la mesa, bajé la cabeza y respiré profundo intentando calmar mi mente. No quería estar con él ahora, sentía que ya no lo conocía, que era un completo extraño. 

**

Muy buenas~ acá traigo el nuevo capítulo. Estamos en el antepenúltimo capítulo, muy prontito sabremos qué pasa con esta pareja. Si les está gustando, por favor voten, comenten y compartan, todo apoyo se les agradece muchísimo. 

PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora