Gabriel
Apenas terminó la misa, fui a la casa de Facundo, no estaba ahí, su mamá me dijo que estaba en el almacén de su tío y me dio la dirección. No estaba muy lejos de ahí, así que caminé directamente hasta donde estaba. Necesitaba hablar con él. Cuando llegué, esperé afuera, no había más que un par de señoras vecinas, que tardaron minutos para salir. Cuando se vació, entré.
—Gabo —sonrió—. ¿Qué te doy?
—El Padre Manuel me dijo que le dijiste que lo iba a ver más tarde.
—¿Y no es cierto?
—Sí, pero no tenés que andar diciéndole nada por mí.
Se inclinó un poco sobre el mostrador que nos separaba.
—Fue una excusa, lo vi con Isabel.
—¿Isabel?
—Sí, ¿sabés lo que dicen de ella? —dijo en voz baja, negué con la cabeza—. Se le cuelga a todo hombre que le guste. Ya sabés, no tengo problemas, a menos que se cuelgue al hombre de un amigo.
—¿De qué hablás?
—Que no voy a dejar que se le acerque al Padre sabiendo que te gusta.
Esto último lo dijo bajando la voz lo suficiente para que nadie más que yo lo escuchase. Sentí las mejillas arderme con eso, quería negarme, pero sabía que no iba a poder decir nada sin mandarme al frente, si llegaba a entrar alguien en este momento, iba a terminar yo solo con mi vida. Me mordí la lengua para evitar gritarle algo.
—No sé si me creas, pero estaba bastante pegadita a él, estoy seguro que quiere llevárselo.
—Bueno... es una chica, sería normal si él se sintiera atraído por Isabel.
—No parecía muy cómodo, sobre todo porque Isabel se restregaba contra él —soltó una risita—. Sé que te puede molestar, pero no pongas esa cara, Gabo.
Volví a sentir la cara arderme, parecía que no era bueno para esconder lo que me pasaba con Manuel. Solté un suspiro avergonzado.
—Deberías relajarte un poco. ¿Venís conmigo a una fiesta esta noche?
—No sé, tengo que preguntar en mi casa.
—Dale, Gabo, ya sos grande. Vamos, te relajás un poco y te olvidás de todo el asunto de Isabel y el Padre —lo miré dubitativo—. Tus viejos te tienen agarrado de las bolas. ¡Dale! No te va a pasar nada.
—Dejá de hablar así, por favor —bufé—. Bueno, voy con vos. ¿Pasás por mi casa?
—Sí, arreglate para las diez más o menos.
—¿Tan tarde?
—¡No jodas, Gabriel! No pasa nada si salís un día a la noche.
Puso los ojos en blanco.
—Bueno, mandame un mensaje... Nos vemos a la noche.
Asintió y me saludó con la mano. Salí del almacén enfilando a mi casa. No estaba muy seguro de salir esta noche, no solía hacerlo. Tampoco estaba seguro si a mis padres les iba a molestar. ¿Y si lo tomaban como algo incorrecto? Facundo no iba a dejar de molestarme por eso, podía escucharlo en mi cabeza. Cuando llegué, fui directamente a la cocina y busqué algo para comer, pasaban del mediodía y no había comido nada. En la heladera no había nada preparado, no me quedaba otra opción que cocinar. Mientras lo hacía, me dediqué a pensar en lo que me había dicho Facundo. ¿De verdad se había acercado solamente para ver lo que Isabel hacía con el Padre? Él parecía tener una conducta intachable, pero, si lo que Facu dijo era cierto, en ella no podía confiar. No quería que se le acercara demasiado, me molestaba siquiera pensarlo.
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Pecado
Teen FictionManuel es un joven cura que acaba de terminar el sacerdocio. Llega a Del Viso, un pequeño pueblito súmamente religioso, allí será el reemplazante del cura que está próximo a la jubilación. Cuando conoce a Gabriel, un joven estudiante de teología, la...