Manuel
Di vueltas por mi cama sin poder dormir, sabía que Gabi estaba con Facundo, nada le iba a pasar, ya había demostrado lo mucho que lo cuidaba, pero algo adentro de mí me hacía preocupar. No todos los lugares eran como este oasis, donde las cosas eran tranquilas. Agarré mi celular y lo miré, eran las tres de la mañana, sabía que era temprano todavía, que no iban a venir hasta, al menos, el amanecer. Suspiré, dejé mi celular donde estaba y cerré los ojos para intentar dormir las tres horas y media que me quedaban. Apenas me acomodé en la cama, el aparato vibró en el escritorio haciendo que me sentara de golpe para agarrarlo, era un mensaje de Gabriel pidiéndome que le abriera la puerta trasera de la parroquia. Me levanté, me calcé, me abrigué y salí por la cocina para llegar a la puerta trasera donde podía escucharlos hablar. Abrí recibiendo las miradas de ambos. Gabi entró mientras su amigo nos saludaba y se iba. Cerré el portón y lo llevé hasta adentro.
—Perdón por molestarte —susurró cuando llegamos al pasillo donde estaban los dormitorios—. Me olvidé que no iba a poder entrar sin llave.
—No podía dormir, igual.
Caminamos en silencio hasta su cuarto. Ahí nos quedamos parados unos segundos mirándonos. No sabía cómo conseguí el valor para hacerlo, pero lo besé en pleno pasillo sabiendo que, en cualquier momento, podría salir alguna de las Hermanas o las pocas novicias que se habían quedado. Él correspondió separándose al instante.
—No te distraigas conmigo, Manu. Acá podrían vernos y tenés que descansar.
Me dio un beso corto como saludo y se metió en el cuarto. Solté un suspiro antes de meterme en mi habitación. Me acosté un poco más tranquilo sabiendo que estaba en el cuarto de al lado. Cerré los ojos sintiéndome tonto por preocuparme tanto por él. Al menos sirvió de algo que me quedara despierto hasta ahora. Me acomodé unas cuantas veces antes de darme cuenta que ya no iba a poder dormir, no tenía sueño tampoco. Me quedé acostado hasta que vi que empezaba a aclarar afuera. Me levanté de nuevo, agarré ropa y me metí en el baño para ducharme. Me quedé unos minutos bajo el agua dejando que me energizara un poco antes de afrontar el día. Salí unos minutos después listo para empezar el día. Fui directamente a la cocina y preparé café, todavía faltaba cerca de una hora para que las Hermanas se levantaran, podía trabajar tranquilo en la oficina. Serví el café en una taza para llevarla a la oficina. Me senté en el escritorio y revisé las carpetas contables, tenía que pasar los gastos del mes a la diócesis.
Por unas horas pude dedicarme a la burocracia de la parroquia, no era lo más divertido del mundo, pero tenía que hacerlo. Me había dedicado a otras cosas este tiempo y el trabajo se había acumulado. Esperaba que, si Gabriel quería trabajar acá, las cosas no llegaran a atrasarse. Llamaron a la puerta haciendo que pegara un salto, grité un “pase” mientras me centraba de nuevo en lo que estaba haciendo. Unos pasos se acercaron al escritorio.
—Manu, María me pidió que te diera esto.
Levanté la mirada rápidamente cuando escuché la voz de Gabi, él me sonrió visiblemente cansado. Me extendió unos papeles, eran de las novicias que habían vuelto.
—Creí que volvían la semana que viene —recibí los papeles—. Estoy un poco perdido.
—Me di cuenta —sonrió burlón—. Prometo que conmigo no va a pasar esto.
—Espero.
Nos quedamos callados unos segundos.
—Te levantaste muy temprano, Manu.
—No dormí.
—¿Por qué?
—No pude. Me quedé esperándote y ya no pude dormir.
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Pecado
Teen FictionManuel es un joven cura que acaba de terminar el sacerdocio. Llega a Del Viso, un pequeño pueblito súmamente religioso, allí será el reemplazante del cura que está próximo a la jubilación. Cuando conoce a Gabriel, un joven estudiante de teología, la...