53

35 3 1
                                    

Manuel

Cuando se hizo suficientemente tarde, Gabi y yo nos escapamos de la habitación. Caminamos sigilosamente hasta una zona de campo abierto. No estaba seguro si era prudente estar en un lugar así, pero Gabi insistía en que no iba a pasar nada, que nadie nos iba a ver, que todos estaban durmiendo. Me agarró la mano y me miró con una sonrisa en la cara tironeándome un poco para que me acercara. Le devolví la sonrisa pasando la mano por su mejilla, él puso su mano encima de la mía y la presionó ligeramente contra su cara. Sonreía con cariño, como hacía solo conmigo. No pude evitar pensar que estos podrían ser los últimos momentos en los que estuviéramos juntos, al menos así, como novios. Lo atraje más hacia mí y lo besé. Él correspondió con dulzura, ignorando todo lo que pasaba por mi cabeza y que deseaba que no pasara por la suya ahora. Lo último que quería era que estuviera triste esta semana. Nos separamos unos segundos después, nos sentamos en el pasto y levantamos la mirada al cielo estrellado. No podía creer la cantidad de estrellas que podían verse en aquel lugar, lejos de la contaminación de las luces del barrio. Rodeé sus hombros, lo acerqué un poco a mí distrayéndome completamente del cielo. No había nada que captara mi atención tanto como lo hacía él.

—¿No querés ver las estrellas?

—Tengo algo mejor para ver.

Sonrió.

—Dejá de decir cosas así, Manu, me da un poco de vergüenza.

—Ahora sos todavía más lindo.

Soltó una risita nerviosa dándome un empujoncito. Me acerqué a su cara y le di un beso corto en los labios, nos miramos unos segundos, nos sonreímos antes de volver a besarnos, esta vez no nos separamos tan rápido. Su mano se posó en mi mejilla pasando lentamente hasta mi nuca, sentía sus dedos juguetear con mechoncitos de mi pelo. Me separé de él y lo observé, la luz pálida de la luna iluminaba su cara haciendo que sus ojos brillasen. Pensé en el tiempo que me quedaría grabada esa imagen en la memoria. ¿Me arrepentiría algún día de esto? No dejé que el miedo asomara de nuevo, quería disfrutar lo que estaba viviendo ahora. Gabi se giró de nuevo hacia el cielo, pero yo no pude hacerlo, lo observaba como si fuese la última vez que lo hiciera. Solté un suspiro frustrado, todo el tiempo mi mente me recordaba que era una posibilidad terminar con él. Casi parecía que no podía pensar en nada más.

—Ya no te des manija, Manu —dijo interrumpiendo mis pensamientos—. Pensá que estamos juntos ahora, lo que vayas a decidir después, es cosa del futuro, ¿sí? Quiero que estés acá conmigo, mirando las estrellas.

—Podés leerme como a un libro.

—Es porque sos transparente —volvió a poner su mano en mi mejilla—. Por favor, no quiero tenerte triste todos los días.

—Voy a hacer lo que pueda... —desvié la mirada de su cara—. Pero no puedo pensar en nada más.

—Voy a tener que distraerte, entonces.

Cruzó los brazos alrededor de mi cuello, tironeándome un poco para besarme y, al mismo tiempo, hacer que quedara sobre su cuerpo. No estaba seguro si quería realmente que me "distrajera" en un lugar como este, pero mi cuerpo era incapaz de negarse a él, aunque supiera perfectamente cuáles serían las consecuencias si nos encontraban.

Volvimos a la habitación cerca de las cuatro de la mañana, nos habíamos dejado llevar hasta perder la noción del tiempo completamente, pero, al menos a mí, no me importaba dormir unas pocas horas con tal de pasar tiempo con él. Nos acostamos y, después de acurrucarnos uno contra el otro, nos dispusimos a dormir. Cerré los ojos, pero, de nuevo, mi cabeza empezaba a molestarme. Por unos cuantos minutos, mis pensamientos me torturaron recordándome que pronto no estaría con él, que no podría tocar su piel, agarrar su mano ni besarlo. Abrí los ojos de nuevo con toda la intención de apartarlos de mi cabeza. Miré a Gabi, que parecía dormido ya. Su expresión tranquila hizo que sonriera. Cuando estaba así, se veía como un ángel de verdad. Rodeé su cintura y lo acerqué un poco más, no parecía molestarle que lo moviera. Posé mis labios en su frente como su lo besara, pero me quedé así, inmóvil contra él como si me hubiera quedado pegado a su piel. Volví a cerrar los ojos decidido a calmar mi cabeza y dormir de una vez, empezaba a sentir el cuerpo bastante cansado.

***

Me desperté cuando Gabi se levantó, sentí una puntada de dolor en la frente apenas abrí los ojos. Las pocas horas de sueño me molestaban desde ahora. Me levanté con fiaca, bostecé restregándome los ojos. Gabi se acercó a mí dándome mi ropa, lo miré recibiendo una sonrisa y un beso.

—Che, pueden actuar como recién casados cuando me vaya. No tengo ganas de verlos así.

—Callate, Facu. Mejor andá a levantar a los chicos.

Cuando él se fue, nos miramos soltando una risita.

—Perdón, ya sabés como es.

—No importa, sabés que no me molesta, Gabi.

—¿Pudiste dormir anoche? Te ves muy cansado.

—Sí, tranquilo —suspiré—. No te voy a mentir, estuve pensando mucho en lo que iba a pasar después.

—Manu, te dije que no tenés que hacerlo, las cosas se van a acomodar solas cuando tengan que hacerlo. Pase lo que pase, va a estar bien, ¿sí? Ahora vamos, quiero disfrutar el día.

Me sonrió antes de darme un beso en la frente como yo había hecho por la noche. Asentí sonriendo, me levanté y fui a prepararme de una vez. Salimos juntos unos minutos después, caminamos hasta el comedor, dónde ya estaban todos desayunando. Ni bien nos acomodamos, Isabel se sentó al lado mío, Gabi, desde mi izquierda, se asomó para mirarla. Me sentí incómodo en medio de los dos. Pegué un salto cuando sentí que Isabel ponía una mano en mi pierna, la aparté lo más rápido que pude, pero insistió poniéndola de nuevo y subiendo lentamente, la frené poniendo mi mano antes que llegara a mi ingle. Me giré a Gabi, como era de esperarse, no le caía en gracia que me toqueteara tanto. A mí tampoco me gustaba, pero no dejaba de hacerlo, era bastante testaruda con lo que quería. Paseé la mirada entre los demás que ocupaban la mesa en busca de auxilio. Mi mirada se clavó en Facundo, que estaba sentado al frente nuestro, con Laura y María.

—Che, Isa, ¿no te cansás de ser una arrastrada siempre?

Ella lo fulminó con la mirada.

—¿A quién le decís arrastrada, maricón?

—A vos, arrastrada —sonrió burlón—. Te diría "prostituta", pero esas mujeres lo hacen por dinero, a vos solamente te gusta joderle la vida a los demás.

—¿Por qué no te callás, desviado?

—Lo voy a hacer únicamente porque no le quiero joder el campamento a los chicos, pero te conviene dejar de arrastrarte con el Padre o la vas a pasar mal.

—No te tengo miedo.

Dicho eso, se levantó y salió del comedor. Suspiré aliviado, ya estaba cansado que se me insinuara, aunque la rechazara, parecía no querer dar brazo a torcer. Si no fuera por Facundo, era probable que hubiera seguido sin que le importara nada. El resto del desayuno sin ella fue más tranquilo, tanto para mí, como para Gabi, que había visto lo que hacía. Cuando terminamos, Laura y María se ocuparon de los chicos, mientras nosotros levantábamos los platos y los llevábamos a la cocina para lavarlos.

—Gracias por lo que hiciste, Facu —dijo Gabi una vez que estuvimos los tres solos en la cocina—. Juro que iba a hacer un escándalo si seguía.

—¿De verdad? Últimamente estás muy suelto con todo. Normalmente no decís lo que sentís —se encogió de hombros haciendo sonreír a Facu—. Parece que no te gusta una mierda que toquen a tu cura.

Las mejillas de su amigo se pusieron rojas en cuestión de segundos. Sonreí, me acerqué a él y, poniendo una mano en su cabeza para acercarlo a mí, besé su frente. Levantó la mirada a mí con vergüenza, me miró unos segundos y me besó en los labios haciendo que su amigo hiciera sonidos de asco como si fuera un nene chiquito. Nos separamos para reírnos de su tontería. Después, decidimos terminar con lo que hacíamos y poder ir a ayudar a las chicas. 

**

Muy buenas~ acá traigo el nuevo capítulo. No solo nos estamos acercando cada vez más al final de esta novela, sino también nos estamos acercando al castigo que va a recibir Isabel por todos los problemas que les causó a Manu y Gabi (y que les sigue causando aún). Espero que disfruten lo que tengo pensado para darle una lección. Si les está gustando, por favor voten, comenten y compartan, todo apoyo se les agradece muchísimo. 

PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora