Los señores Navarro miraban con desconcierto a la señora de tez clara que se dirigía a ellos con suma molestia mientras un joven de cabellos rojizos le seguía el paso por detrás con confusión. Los padres de Meztli sintieron una ola de escalofríos recorrer por su cuerpo al sentir como aquel chico se parecía tanto a aquel hombre que tanto querían olvidar. Ese maldito bastardo que...solo odiaban recordarlo. Sin embargo no entendían el porqué de la presencia de la beta.
¿Qué diablos hacia aquí? Su presencia aquí era la menos deseada por la familia Ramos, no tenía nada que estar haciendo ahí.
— ¿Qué hace aquí?
La señora Navarro había ido pero no con la intención de velar por la salud de la chica, le importaba poco el cómo estuviera. Si estaba ahí, era por petición de su hijo que corrió ayudar a la chica en cuanto vio que esta se desplomo al suelo como un saco de papas. La beta la hubiera dejado tirada en el suelo y no mover ni un solo musculo por aquella chica insignificante, preferiría que desapareciera al igual que toda su familia.
— ¡Contesten!—exigió hecho una furia parándose frente a ambos adultos, su brazo siendo sostenido por su hijo que seguía sin comprender lo que estaba pasando, mirando a los tres adultos asesinarse con la mirada. En el ambiente se podía sentir los aromas de molestia y alerta de los dos adultos frente a ellos, por lo que sabía que una fuerte discusión se avecinaba si no controlaba a su madre y la sacaba de ahí.
Alejandro podía sentir como algunas personas que estaban en el mismo piso visitando a sus seres queridos posaban su atención a ellos mientras susurraban entre ellos. Si no se iban de ahí pronto llegaría alguien de los trabajadores y los sacarían por hacer un escándalo en un lugar que requería tranquilidad por respeto a los enfermos.
—Madre, vámonos. —trató de mover a la mujer sutilmente, pero esta simplemente no movía ni un musculo, seguía aferrada a obtener una respuesta por parte de aquellos dos desconocidos para él.
— ¡Son una bola de mentirosos!—una lágrima salió de su mejilla. — ¿Acaso están contentos de que mi esposo este en la cárcel por su vil mentira?
—No puedo creer lo ciega que estas por amor, que no puedes aceptar la verdad. —habló molesta la omega, siendo sostenida por su marido tratando de darle tranquilidad.—Usted bien sabe que lo que su marido hizo es algo sumamente grave que se paga con cárcel. ¡Usted vio la evidencia y todavía trata de negarlo!
—Por dios, su hija fácil pudo haberse hecho eso por si sola. Es más, no me sorprendería que ella haya ido a buscarse a cualquiera-
Un sonido ensordecedor resonó por el lugar, dejando a todos los presentes sorprendidos sin saber a dónde voltear o que hacer.
La omega había callado a la mujer frente a ella con una fuerte cachetada, soltando lágrimas de ira. ¿Cómo podía decir aquellas cosas a la ligera? ¿Quién le daba el derecho a dirigirse de esa forma a su cachorra?
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Una Historia Muy Cliché- Omegaverse
RomanceÉl, es el alfa dominante más rudo y popular de la escuela. Capitán del equipo de futbol americano, y considerado el número uno en todo menos en el estudio. Ella, una simple omega como cualquier otra tratando de sobrevivir la preparatoria. Reservada...