Tallo su cuerpo con fuerza con una esponja, intentando quitar de encima la sensación de suciedad que sentía encima. Parecía ser una costumbre levantarse todos los días con la intención de meterse a bañar y así tratar purificar su cuerpo. Cada noche sin falta tenia esas pesadillas donde la tocaban sin su consentimiento y sentía tan vívidamente esas manos quemar su piel dejando marcas en el proceso.
Su piel ya estaba llena de lesiones tornándose roja en cada área que pasaba la esponja. Ni por más que tallara disipaba ese sentimiento de asco hacia su propia persona. Su inocencia, pureza, todo lo que creía que era se había esfumado junto a su niñez. Esa persona que juraba que su vida se arreglaría preparándose mucho para tener un buen trabajo en el futuro se había quedado atrás con todas sus ilusiones. Se sintió tan idiota de solo creer que su vida podía mejorar con solo encerrarse en las cuatro paredes de su habitación y matarse estudiando.
Su vida no tenía sentido en este punto. Ella ya no tenía un propósito.
El agua golpeaba contra su cuerpo frio sin parar, escondiendo los sollozos de la omega y con eso camuflajeando las lágrimas. Su piel arrugada por llevar bastante tiempo expuesta al agua y adolorida por la constante frotación de la dura esponja. Poco le importaba saber que se miraba cero agraciada. Ya no se molestaba ni si quiera por peinar su cabello largo que tanto trataba de mantener impecable. Lo único que seguía haciendo era seguir tomando sus neutralizadores, los nuevos que el doctor le había recetado y que parecían ser menos fuertes por lo que no ocasionaban dolores constantes de cabeza. Suponía que era lo único bueno hasta ahorita en toda esta agonía.
Costaba comprender que las cosas hayan cambiado de un día para otro. Nada parecía real, pero su dolor la mantenía consciente de que desgraciadamente lo era. Su sufrimiento parecía estar muy lejos de terminar. ¿Y si simplemente terminaba con todo esto de una vez? Al cabo nadie la necesitaba y no haría una gran diferencia si ya no estaba, es más, les haría un favor.
Meztli tomo entre sus manos una navaja que saco de un rastrillo que rompió en pedazos días atrás, viendo lo afilado de esta. Se preguntaba cómo se sintiera liberarse de esa prisión de angustia y dolor que la consume lentamente. Deseaba no ser consciente y por fin descansar de todos esos fantasmas que le recuerdan lo inservible que es. Sin embargo, no tenía el valor de tomar el camino fácil.
Por más que trataba de terminar con todo, algo en ella la detenía y le recordaba que era una locura. Era muy ilógico pensar de que sus padres no sufrirían por su muerte, y sería muy egoísta de su parte abandonarlos de esa manera.
Dolía mucho, pero tampoco podía irse sin arreglar las cosas. No quería sentirse una cobarde solo para evitar encarar sus problemas. Al menos sabía que aún no estaba preparada para dejar este plano de los vivos. Aun no era su momento.
Volvió a colocar la navaja en el suelo haciendo a un lado aquellos pensamientos negativos que solo sabían cegarla por unos cortos minutos. La omega se tambaleo un poco al tratar de levantarse por sus piernas entumidas de haber durado mucho tiempo sentada.
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Una Historia Muy Cliché- Omegaverse
RomanceÉl, es el alfa dominante más rudo y popular de la escuela. Capitán del equipo de futbol americano, y considerado el número uno en todo menos en el estudio. Ella, una simple omega como cualquier otra tratando de sobrevivir la preparatoria. Reservada...