Él, es el alfa dominante más rudo y popular de la escuela. Capitán del equipo de futbol americano, y considerado el número uno en todo menos en el estudio.
Ella, una simple omega como cualquier otra tratando de sobrevivir la preparatoria. Reservada...
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¿Cómo es que habían terminado así? En un pequeño cuartito cerca de los vestidores de los jugadores de futbol. Parecía ser el cuarto de aseo, eso se podía notar por todas aquellas escobas, recogedores, cubetas y trapeadores. Sin duda no era un lugar nada romántico, pero si privado.
Meztli había ido decidida a ver al castaño para decirle que saldría con Alejandro, algo que el chico ya sabía. No tenía por qué hacerlo, pero algo en ella simplemente le obligaba a hacerlo.
La omega nerviosamente le pidió al alfa, quien acaba de salir de los vestidores ya con su uniforme de entrenamiento puesto listo para dirigirse al campo con su equipo, que si podían hablar por un breve momento. Obviamente Julián parecía tener otra cosa en mente en cuanto escucho por esa privacidad. El chico arrastro de la muñeca a la castaña clara hacia el primer lugar que podría dar esa privacidad.
—J-Julián...
El chico no era tonto. Julián sabía bien claro porque su tutora había ido a buscarlo y es por esa misma razón que no ha dejado que articulara palabra alguna durante esos pocos minutos encerrados en el cuarto de limpieza. En cuanto cerró la puerta y la chica volteara a verlo, él simplemente se lanzó a sus labios; esos malditos suaves belfos tan adictivos.
—J-Julián...—trató de volver hablar la ojo miel en medio del beso, que parecía volverse cada vez más brusco. Julián parecía aferrarse a ella con mucha fuerza, como si no quisiera dejarla ir. Tenía el presentimiento de que ese chico trataba de atrasar lo que sea que ella tenía por decirle. ¿Y si ya sabía?
—Solo no vayas. —soltó sin más al separarse un poco de la chica, mostrándole una mirada de... ¿suplica? Meztli no sabía que pensar y deducir de aquella mirada.
— ¿De qué hablas?
—Sé a qué vienes. Estoy enterado de que saldrás con Alejandro hoy.
Meztli no pudo evitar abrir los ojos en grande. Ella jamás le había mencionado palabra alguna de esa supuesta salida con aquel pelirrojo. ¿Entonces como lo sabía?
— ¿C-como lo...?
— ¿Lo sé?—completó la pregunta, a lo que la ojo miel asintió lentamente. —Alejandro me lo conto hace unos días atrás después de clases. Todavía no había pasado lo del beso, pero simplemente no pude evitar sentir un malestar dentro de mí al escucharlo. Esperaba que todo fuera mentira, pero cuando te negaste a llevar a cabo el plan en viernes supuse que era verdad.
—Lo siento...—agachó su cabeza, se sentía mal por algo que no era consciente de. No es como si en su mente se le había cruzado la idea de que ese castaño sentía alguna clase de interés en ella y vice versa.
—No lo sientas. —levantó su barbilla con delicadeza para luego depositarle un corto beso en los labios.—Ninguno de los dos era consciente de la atracción hacia el otro. Por más que mi lado posesivo no quiera que vayas, tampoco soy nadie para negarte esa salida.
