♡Capítulo 46♡

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— ¡Ayuda!

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— ¡Ayuda!

Se escuchó una voz aniñada a lo lejos, gritando desesperada por alguien que la salvara de las garras de aquel hombre.

—Grita lo que quieras, nadie puede escucharte. —gruño con burla, tomándola fuertemente de los brazos.

— ¡No! Suéltame...por favor. —manoteó, tratando de zafarse.—Ayúdame, mami...—soltó cansada de tanto gritar, dejándose hacer mientras las lágrimas caían con intensidad por sus mejillas.

¡Madre!

Meztli se sentó exaltada en su cama, respirando pesadamente y sudando frio. Otra pesadilla. Había tenido otra pesadilla donde escuchaba la voz de una niña llorando y gritando por ayuda, podía sentir su miedo en su voz y nunca faltaba esa voz grave exigiéndole que se callara. Sin embargo, a pesar de oír las voces todo a su alrededor estaba completamente obscuro, no se miraba nada por más que intentaba seguir aquellos gritos. Quería ayudar a la pequeña, pero simplemente no podía hacer nada, mas solo escuchar con impotencia.

Sus sueños se habían hecho tan terroríficos estos últimos días. Desde aquella visita al hogar de Alejandro, sus pesadillas aparecieron sin aviso alguno, mostrando pequeños fragmentos de lo que parecía ser un suceso...o la memoria de alguien. Pero, ¿por qué los tenia? ¿Qué tenía que ver ella ahí?

Por más que trataba de hacer algo, siempre fracasaba con su objetivo. Deseaba ver la cara de la niña y del desgraciado que le hacía daño. ¿Los reconocería si llegara a identificar sus rostros? Esperaba que no, pero por más que trataba de ignorar aquel sentimiento de incomodes, esas voces se le hacían familiares y eso era lo que más le asustaba.

No quería averiguarlo.

Se levantó de la cama para dirigirse al baño de su cuarto y lavarse la cara con agua fría. Ocupaba despejarse y olvidar todo lo que tuviera que ver con ese mal sueño. Si, solo era una pesadilla sin ninguna clase de significado...solo eso.

Sus padres eran ajenos a la situación. La omega no ocupaba preocuparlos con sus tontas pesadillas infantiles. No quería ser una carga más al igual que un estrés más para sus progenitores, ya suficiente tenían con sus trabajos donde tenían que ser mucho papeleo.

Pronto terminarían las pesadillas.

Se miró en el espejo, viendo esas enormes ojeras debajo de sus ojos sin brillo. Estaba agotada de no poder descansar adecuadamente. ¿Desde cuándo dormir había sido una tortura? Ya ni cerrar los ojos con tranquilidad podía porque una vez se dormía, los malos sueños comenzaban a invadirla.

—Eres un desastre, Meztli.—bufo con asco, para luego tomar la toalla que se encontraba colgada en el toallero de doble barra ubicado a un lado del lavamanos, y secarse el rostro de forma perezosa para luego salir del baño.

Checo la hora de su reloj de mesa y pudo notar que aún era muy temprano. Se había levantado antes de que su alarma sonara, pero sabía que no valía la pena intentar dormir ya que sería difícil reconciliar el sueño y sin mencionar la posibilidad de volver a tener aquellas pesadillas. Prefería quedarse despierta a tener que sufrir con cosas que no quería ver.

Una Historia Muy Cliché- OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora