♡Capítulo 63♡

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Ojalá y sus problemas tuvieran una solución más fácil

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Ojalá y sus problemas tuvieran una solución más fácil. Cosas peores estaban avecinándose si no hacía nada al respecto. No podía dejar que su hija siguiera escondiéndose en su habitación para evitar hablar con ellos, eso le lastimaba mucho a ella como a su omega.

Ailén soltó un ahogado suspiro sentada en el sofá, cerrando los ojos por unos segundos para después sobarse la cien. Tenía un horrible dolor de cabeza y su humor estaba hasta los suelos.

—Ya no sé qué hacer, mamá. Meztli no quiere hablarnos. —soltó con desesperación sosteniendo el teléfono de la casa con fuerza, volviendo su vista a las escaleras con la esperanza de ver a su pequeña aparecer.—Todo se ha ido en picada.

— ¿Pues qué esperabas, Ailén?—regañó su progenitora del otro lado de la línea. La omega juraba que su madre tenía ese típico semblante que solo decía "te lo dije."—Era un hecho que tarde o temprano se enteraría. Y desgraciadamente se enteró de la peor manera.

—Lo sé. —soltó otro suspiro. —Solo no creí que fuera a suceder así.

—Sé que parece difícil solucionar esto, pero entiende a mi nieta. Ella ocupa tiempo para procesar todo.

— También lo sé, pero me da miedo que ese tiempo se alargue mucho. —su labio tembló de solo pensar que su hija sería capaz de vivir su vida odiándolos y que los desecharía de ella para siempre.— ¿Qué tal si nunca nos perdona? No puedo perder a mi hija, mamá. —esta vez soltó un leve sollozo.

Tranquila, hija. Estoy segura que mi nieta no sería capaz de odiarlos, obvio está herida por habérselo ocultado, pero eso no quita el hecho de que los ama.—hablo con una voz dulce.— Ahorita está en un debate mental, está luchando contra su pasado.

—Solo espero poder hacer lo correcto de ahora en adelante por ella, por mi familia.

—Sabes que cualquier cosa puedes contar con tu padre y conmigo, amor. Este es su hogar.

Se escuchó la puerta principal ser abierta, dejando ver la silueta de su alfa con su uniforme de trabajo. Por más que ambos habían decidido que no irían a trabajar, al final quedaron en un acuerdo de que uno tenía que seguir con las responsabilidades mientras el otro se quedaba al cuidado de la menor. Tenían que traer ingresos a esta familia o de lo contrario quedarían en la calle.

—Gracias, mamá. Después hablamos. —se despidió para limpiar sus lágrimas rápidamente con su mano y dejar el teléfono en la mesa del centro para luego encaminarse hacia su marido. —Bienvenido, amor.

—Hola, amor. —beso sus labios cortamente para solo recibir una sonrisa triste por parte de su omega. Le dolía verla tan desgastada y dolida por el rechazo de su pequeña cachorrita. — ¿Aun no hay avance?

—No. —negó desganada, abrazándose a su alfa, ocupa sentir su aroma envolverla para tranquilizarse. —Sigue sin bajar. Le llevo su comida pero parece negarse a probar bocado alguno. Ya no sé qué hacer. —lloriqueo la mujer en el hombro del alto.

—No te preocupes, pronto encontraremos una solución a todo esto. —acaricio sus cabellos obscuros con delicadeza. —Solo hay que tener paciencia.

—Vaya, no imagine que las cosas hubieran estado tan difíciles con Meztli

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—Vaya, no imagine que las cosas hubieran estado tan difíciles con Meztli.

—Si...nunca me imaginé que nos correría de ese modo.

El grupito de chicas estaba decaído por no haber podido ver a su amiga o más bien que las cosas no salieran como pensaron. Fue completamente impresionante como su menor les había levantado la voz molesta, ¿acaso habían hecho algo mal?

—Tenemos que hablar con ella y saber que está pasando. —propuso decidida la beta de cabello rizado.

—Sí, ya lo hicimos y mira como salió. —soltó desanimada la omega pecosa abrazando sus piernas, sentada en la cama de Gina. —Tratamos de que nos escuchara, pero jamás creí que estuviera tan enojada como para gritarnos.

—Chicas, tengo un mal presentimiento de que esto no se trata nada más de lo sucedido en la escuela. —hablo Gina con notable preocupación en su voz. Algo le seguía consumiendo la mente, como una sensación de incomodes desde que abandonaron la casa de la omega. —No siento que eso haya sido el causante de su total enojo.

— ¿De qué hablas? —ambas chicas miran detenidamente a la azabache demandando una explicación por parte de esta.—¿Qué te hace pensar que...

—Solo piénsenlo. —Gina se levantó de la gigantesca almohada-sillón colocada frente a la alargada ventana de su habitación bajo la confusa mirada de sus mayores. — ¿Por qué otra razón estaría tan enojada con nosotras y sus padres para no querer hablar con nadie?

—Y si ese fuera el caso, ¿entonces que la tendría de esa manera?

—No sé. —se sentó frustrada en su asiento una vez más, mirando hacia el techo pensativa.

No podía dejar de pensar en aquella específica palabra. Mintieron. ¿Quiénes mintieron? ¿Mintieron acerca de qué? Por más que le daba vueltas al asunto nada parecía tener una respuesta clara. La única que venía en mente era eso que más temía que fuera. No podía ser eso, ¿o sí?

— Chicas. —volvió hablar, mirándolas con temor.— ¿Y si sabe acerca de lo sucedido?

—Eso sería...imposible.

La habitación se inundó de un tenso silencio, cada una estaba sumida en sus pensamientos sin saber realmente que creer. Sin embargo, eso corroboraba el estado de la menor y su notable molestia hacia ellas y su familia. Estaba dolida por haberle ocultado algo de esa magnitud y hablar a sus espaldas de lo sucedido.

—Esto es malo. —siseó rompiendo el silencio la beta, poniendo sus manos en el rostro con frustración.— ¿Qué deberíamos hacer? ¡A este punto nos ha de odiar!

—Tranquila, tendremos que ser honestas con ella. No queda de otra que apoyarla y ayudarla a sobrellevar su pasado.—dijo con determinación la azabache a lo que las mayores asintieron dudosas, pero tratarían lo que fuera para ayudar a su menor en lo que necesitara.

No sería una tarea fácil, pero su amiga era importante para ellas y harían todo para conseguir su confianza de vuelta aunque eso involucrara soportar el desdén de la menor.

Meztli valía la pena.  

Una Historia Muy Cliché- OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora