Él, es el alfa dominante más rudo y popular de la escuela. Capitán del equipo de futbol americano, y considerado el número uno en todo menos en el estudio.
Ella, una simple omega como cualquier otra tratando de sobrevivir la preparatoria. Reservada...
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Meztli miraba impaciente las horas correr, por primera vez en su vida no quería estar en la escuela. Solo quería encerrarse en su cuarto y no salir hasta que sus estudios en la preparatoria concluyeran. No sabía cómo le haría para cumplir su parte del trato con aquella beta y eso le preocupaba. Para ella era muy difícil entablar conversaciones con otras personas que no fueran su familia o amigas. Ahora, si no podía hablar con extraños, mucho menos con chicos porque, aunque no lo demostrara, se sentía intimidada por ellos.
Se sentía atrapada en un callejón sin salida, quería llorar, gritar, y desaparecer. Nada salía como ella quería, sin duda alguien allá arriba quería hacerle la vida imposible. Primero le ponen a dar tutorías a un alfa idiota. Y ahora tiene que lidiar con aquella beta hueca.
Seis horas, faltaban seis horas para verse con Julián y no tenía ganas de hacerlo como siempre, pero ahora mucho menos. No lo odiaba del todo pero tampoco le agradaba como para interesarle su vida.
El timbre anunciando el final de la clase sonó, ese maldito timbre le anunciaba que su tortura se acercaba cada vez más. Solo deseaba que aquel chico no se presentara para nada.
-Aguanta, solo resiste un poco más y esta pesadilla acabara-se dijo en voz baja la peli castaña clara mientras se dirigía hacia su tercera clase.
-Muévete del camino cuatro ojos.-fue lo último que escucho Meztli antes de caer al suelo. Un chico de cabellera rubia empujo a la chica sin motivo alguno. Se retiró riéndose junto a su grupito de chicos inmaduros como si fuera lo más gracioso del mundo. Nadie se acercó a ayudarle, como siempre. Simplemente se quedaban viéndola con miradas burlescas y de cero compasión.
-Idiotas-bufo molesta la omega levantándose del suelo. Se sacudió la falda y continúo con su camino.
La omega no entendía porque la gente se esmeraba por hacerle la vida imposible, hasta personas que no conocía se empeñaban en molestarla. A veces podía ser difícil lidiar con esas cosas, pero llagaba un punto en el que ya no le importaba.
Las horas pasaron y con ello la hora de tutorías llego también. Era momento de poner el plan en marcha.
Llego a la biblioteca con la esperanza de que Julián aun no estuviera ahí esperándola, ocupaba un poco de tiempo para tranquilizarse y planear su primer movimiento. Sin embargo, para su mala suerte, aquel chico ya estaba en el cuarto sentado usando su celular. Genial, cuando más ocupaba que no apareciera tan rápido ahí estaba. Sin duda la vida le estaba jugando una mala jugada.
-H-hola, vaya sorpresa verte tan temprano aquí.-entro nerviosa al cuarto para tomar asiento frente al alfa quien apenas y despego la vista de su celular.
-Bueno, no encontré nada bueno que hacer para perder el tiempo así que me vine para acá a relajarme.-se encogió de brazos desinteresado volviendo su vista a su celular.
-Tiene sentido, bueno... ¿en qué quieres enfocarte hoy?-preguntó mientras sacaba sus apuntes de la mochila para ponerlos encima de la mesa.
-No sé, ¿matemáticas? Esta semana tengo un examen de esa clase y si me preguntas, no entiendo ni madres.
