Capítulo 5.

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Soltó un suspiro tembloroso apenas las protecciones cayeron en su lugar. Se dio un momento para observar el vagón del tren y lentamente tomó asiento. Había llegado temprano junto a su padre, mucho más de lo necesario pues el tren siquiera había llegado al lugar y eran los primeros en poner sus pies en el andén 9 y 3/4, las protecciones Gates se habían activado para ocultarlos ante el sentimiento de inquietud e intranquilidad que ambos varones sentían, por lo que aunque luego fueron arribando más personas ninguna de estas los notó.

También fue el primero en entrar, con un asentimiento tenso de su parte y una mirada de su padre que casi le gritaba estar totalmente en desacuerdo con su decisión, aun cuando trataba de apoyarlo.

Por supuesto que lo primero que había hecho había sido tomar el último de los vagones y colocarle protecciones para que nadie más que él entrara, o siquiera lo notara. Estaba decidido a que su existencia se diera a conocer hasta el último momento posible, además de que estaba teniendo un ataque de pánico.

No lo mal entiendan, Matthew realmente quería hacer esto, pero su mente no dejaba de repetirle que estaba dirigiéndose a un colegio de magia en un país que estaba en guerra, siendo el hermano mayor de un chico que era el punto de mira de un asesino casi inmortal ¡Y que este mismo iba a estar enseñando en el colegio! La cantidad de cosas que podían salir mal se agrupaban a montones tras sus ojos causando que su respiración se volviera errática, sus manos temblaran y su cuerpo se sintiera frio de golpe. Él era valiente a su manera, de otra manera tan solo había dado media vuelta he ido a cualquier otro colegio de magia que lo recibiera, siquiera tendría que dar una explicación porque todos pensaban que él estaba muerto; sin embargo sabía perfectamente que no iría jamás a Gryffindor justamente por lo que estaba sintiendo ahora: Él era un Slytherin, su sentido de supervivencia era más grande que su valentía y ahora mismo estaba yendo en contra de todo eso por Harry. Maldito infierno.

Le costó un poco gobernar por sobre su ataque y recordarse a sí mismo que había revisado todas las protecciones, todos sus hechizos, su capacidad mágica, todas las leyes tanto de Inglaterra mágica como de Canada y la asociación mágica internacional. Él estaba seguro y si las cosas iban muy mal usaría su titulo de Lord Potter para tomar a Harry y padre Ian los sacaría a ambos. Sí, todo debía ir malditamente bien.

Cuando volvió en si mismo llego a sus oídos las voces de miles de personas, no sabía exactamente qué hora era pero imaginaba que ya pronto iban a dar las once pues fuera del tren había una cantidad increíble de personas agrupadas por pequeños montones. La mayoría de adultos estaban entre exasperados por controlar a los infantes mágicos como emocionales por dejarles ir, había varias jaulas con búhos y fuera de gatos no habían muchos de otros animales, aunque un grupo de jóvenes estaban agrupados alrededor de otro que parecía tener el cabello tieso y una caja en los brazos. Cuando lo noto apoyó sus manos contra la ventana y se empinó para buscar una cabellera conocida.

Un pequeño Harry de once años con una camisa de un azul claro que se miraba bastante nueva y un pantalón de tela oscuro empujaba sus cosas sin ver realmente a donde iba por estar viendo con sus ojos grandes a su alrededor. La cosa se removió inquieta en su pecho al volverlo a ver nuevamente por sus ojos y no a través de su magia. Recordaba que esas prendas habían sido de las ultimas que le había enviado, los Dursley habían dejado de pasarle ropa desde el primer momento en que notaron que "el amigo bajo la cama" se encargaba de eso por lo que, aunque poca, Harry tenía un guardarropa más adecuado. Y ahora realmente se miraba como un saludable chico de once años, saber que había sido por su intervención le daba cierto regocijo que le calmaba.

Observó con cierta curiosidad la intervención de los gemelos Weasley tratando de tenerlos en cuenta para luego, pues si las cosas iban bien era mejor asociarse con esas pequeñas bestias inteligentes. Cuando perdió de vista a Harry sus ojos vagaron más allá tratando de encontrar otros seres de interés, sus ojos rápidamente captaron una familia de cabello rubio, tres personas que se notaban incómodos rodeados de tantas otras. Los identificó sin ningún problema como los Malfoy, y como artista no pudo evitar realmente sorprenderse, de no ser por su gesto absolutamente frio y la leve arruga en su nariz como si estuvieran oliendo algo realmente asqueroso les sería fácil pasar como ángeles muggles. El cabello era de un rubio claro y brillante que por poco parecía hilos de oro, la piel era perfectamente limpia como la porcelana y por sus ojos azules para el hombre mayor y grises para la dama, podría decirse que eran naturalmente albinos.

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