Capítulo 38.

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"Apreciado Lord Potter Matthew Gates,

Mis mejores deseos. Me comunico con usted mandando toda la gratitud que podría tener en mi cuerpo, le cuento que seguí su consejo y pedí que mi hermana fuera revisada en el área de maldiciones y hechizos, fue encontrada una maldición que actuaba de manera lenta, no muy común y por eso difícil de discernir. Se abrió una investigación pero ambos sabemos quién es la culpable, ¿no? En el momento en que la he acusado fue detenida como sospechosa, finalmente ha confesado hace pocos días.

Cuando me han preguntado cómo es que me he enterado no se lo podían creer, pues en la sangre Potter no es usual la capacidad de adivinación, ¿Tal vez en la Gates? Es una casa tan antigua que probablemente se mezcló en el camino.

No sabe que tanto le estoy agradecida, si existe algo que pueda hacer por usted luego tan solo envíeme una lechuza, ¿Bien?

Y tenga por seguro que el comité calificador está enterado de esto, puede contar con una nota excelente en esa área.

Con mucho aprecio,

Madame Anahí Kaerlyo."

Matthew sonrió con levedad al terminar de leer. Tranquilamente redacto una carta en respuesta indicándole el gusto que le daba que todo hubiera terminado bien y le pidió a Nana que la mandara. Luego de ello volvió su vista a los planos frente a él. Tenía perfectamente marcado toda la Mansión Malfoy y en donde solía estar cada quien.

Ahora que estaba Voldemort expuesto no mitigaba la cantidad de daño que podía hacer. Como previo los Mortifagos en su mayoría preferían no tocar físicamente a sus víctimas, preferían torturar o asesinar de manera mágica. Todos excepto los lobos y los vampiros contra quienes aún no podían hacer mucho, necesitaba desestabilizarlos, hacer huir a ambos o alejarlos lo más posible.

Otros Mortifagos, los magos más desagradables, buscaban abusar de algunas de sus víctimas de forma carnal, para esos habían tenido que usar una mezcla de drogas muggles con hechizos de memoria. Como previo al poco tiempo esos magos mostraban síntomas de abstinencia; iniciaban con mareos, pero le seguían vómitos, irritabilidad y ansiedad, terminaban volviéndose tan inestables que cometían errores, así que Voldemort los veía más como una carga y terminaba matándolos él.

Era más fácil cuando lograba que el mismo enemigo atacara a sus tropas.

Todo el plan parecía estar funcionando, pero ante la muerte repentina de Remus Lupin el joven Gates ya no daba por sentado nada. Se pasaba horas revisando todo, alerta, su sala de rituales ahora tenía más de once espejos hechizados para comunicarle cada que nombraban diferentes personas: Ian, Harry, Draco, Snape, Luna, Elizabeth, Sirius, Granger, los Weasley y sus profesores cercanos.

Tener que estar al pendiente de todo le estaba causando un ligero dolor de cabeza, o probablemente ya estaba ahí pero ahora aumentaba con cada palpitación.

Prontamente sus elfos habían notado esto y muchos se habían movido finalmente hasta Inglaterra a ayudar, Maca y Gerad eran los que más estaban frente a los espejos, revisando toda la información, totalmente listos a llevar cualquier cosa importante al adolecente de forma inmediata. Era buenísimo que fueran tan inteligentes, los hacía ser aún mejores a la hora de ayudar.

Si necesitaba desestresarse volvía a la zona en su laboratorio donde tenía lo que quedaba de la rata. Si bien al inicio cortó todo el brazo fue porque este tenía esa maldita cosa hecha por Voldemort, pero sin eso siguió cortando parte a parte, dedos, pies, la mano derecha, antebrazos, orejas... Todo sin tocar zonas que no lo llevaran a la muerte, manteniéndolo vivo con agua pero sin comida. A finales de Julio el corazón del hombre finalmente cedió y tuvo que terminar de despedazarlo, repartiendo cada pedazo por casi todo el mundo.

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