Advertencia: Si revisaron la historia antes de iniciar a leer se darán cuenta que esta el indicativo de "contenido adulto". No voy a ser explicito, tampoco y BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA estoy incitando a nadie a absolutamente a nada. Leer bajo su responsabilidad.
Tampoco diré algo como: "Lo que lean aquí no me representa", porque sería muy hipócrita. Si, si tuviera el poder mágico que tengo ahí SI me representaría, en cualquier realidad. Y la imagen que tengan de mí luego de eso, sinceramente, me importa muy poco. <3
—No te alejes demasiado. –Pidió Ian Gates mirando de reojo a su hijo. Por el suspiro que soltó después el menor supo que estaba más bien rendido a no ser obedecido.
Estaban en Boston, Estados Unidos. Exactamente en la Harvard Medical School.
Él había solicitado asistir justo cuando uno de los mejores médicos cirujanos (no-mágicos) de la actualidad estaba dando una conferencia en el lugar. Su padre no le había cuestionado mucho, de alguna manera Dereck estaba seguro de que no quería saber. Y luego de dejarlo en el lugar terminó por irse a una de sus reuniones, dejándole un pase para entrar que había conseguido con sus influencias.
El resto del plan fue pan comido para el niño, fingió perderse entre las salas y entrar justo en aquella en la que se estaba quedando el medico aquel. Le alabó un momento fingiendo querer seguir sus pasos a futuro mientras, sin que el muggle supiera, entraba en su cabeza y copiaba todos sus conocimientos. Para cuando la seguridad llegó para indicarle donde debía ir para iniciar la conferencia Gates tenía un baúl con recuerdos ajenos en medio de su selvática memoria.
Los humanos eran estúpidos y predecibles, después de todo.
Fingió prestar atención al resto de la jornada, pero en cierta parte simplemente desapareció del lugar por las sombras y se dispuso a recorrer un poco la ciudad.
Para ser justos un niño que camine por su propia cuenta en una gran ciudad era ser demasiado descuidado, pero por otro lado la maldad del humano depende del depredador que intenta hacer daño. Para mala suerte de ciertos zorros él solamente tenía apariencia de oveja, una que ocultaba su forma de lobo.
—Quédate quieto. Gritas y te atravieso el cuello con el cuchillo. –Gruño el anciano. Tendría unos cuarenta y tantos años, un traje elegante, varias canas se asomaban entre sus castaños cabellos y algunas arrugas se repartían en su cara. Lo había agarrado de un brazo jalándolo hacia una entre calle vacía, en la otra mano mantenía semi-oculto el objeto corto pulsante.
Dereck arrugó su nariz, no le gustaba que lo tocaran pero no podía usar sus escudos con los muggles.
Ya que estaba siendo invadido él hizo lo mismo, invadiendo la mente del hombre ahora para ver la intención.
Tráfico, tortura y prost... infantil. Genial.
Si ya antes estaba asqueado, ahora era peor. Al llegar al lugar oculto el hombre había bajado la mirada al notar la inexistente resistencia de parte del chico, siquiera había intentado hablar, sus ojos se habían encontrado por un segundo y el niño sonrió ladino mientras el mayor se tensaba.
—Existen algunos lugares y algunas personas a las que Dios no llega. Eso ya lo sabes. –Comentó en su tono infantil el chico, parpadeando lentamente mientras transfiguraba sus ojos para que se volvieran completamente en dos pozos negros. – Pero donde él no llega lo hago yo.
Como si de pronto tocarlo le quemara el tipo aquel había dado un salto lejos, tropezando con sus propios pies y cayendo al suelo.
—¿Q-Qué eres? –Chilló horrorizado, según las memorias que había observado Dereck era el mismo sentimiento que muchas víctimas del hombre habían expresado, aquellas de las que el anciano estaba orgulloso. La sonrisa del pelinegro se amplió.

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Oxímoron
AdventurePara un lector o alguien con una gran capacidad de soñar la idea de cambiar mundos y vivir aventuras en tierras desconocidas es demasiado tentadora como para ignorarla. Matthew siempre había pensado que la palabra imposible era tan solo un limitant...