Capítulo 20.

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  —Es que fue extraño. –Mencionó Harry mientras miraba sus manos y entrelazaba sus dedos. Lupin frente a él asistió para hacerle proseguir. – Escuchaba a mi madre, estoy seguro de que era ella, gritaba por nosotros, luego no pude escuchar más, me vi envuelto en una luz y pasó a través de mí la cierva... Y seguía siendo su voz, la voz de mamá, pero ahora no gritaba, no se escuchaba asustada, ella... Cantaba en voz baja, se rio y dijo "Harry, déjame hacer dormir a tu hermano". Casi... Sentí que casi podía oler su perfume, tocarla...

Tras sus palabras hubo un momento de silencio, ambos compartían un gesto de tristeza y añoranza.

Un patronus se hace a partir de un recuerdo feliz... Creo que lo que viste fue el recuerdo usado para crear ese patronus. –Explicó el profesor con una ligera sonrisa tirando de la comisura de sus labios. Harry frunció el ceño un segundo.

¿Entonces él los recuerda? ¿Eso es normal? –preguntó confundido el niño, el mayor se encogió de hombros.

Sinceramente Harry, el cerebro trabaja de formas asombrosas y diferentes en cada uno. –Respondió el hombre, observando inquieto de que el niño frente a él lo que recordara fuera lo más traumático.

Quiero hacer un patronus también, él puede así que yo debo poder, ¿Verdad? Solo... Solo necesito un recuerdo feliz. –Aseguró el pelinegro, sus ojos verdes oscurecidos en determinación.

Para ser sinceros y justos, Matthew no había intentado espiar esa conversación, pero las sombras insistentemente la colocaron en el espejo hasta que la vio. Por un largo momento se preguntó la razón de eso, luego observó el anillo de Lord Potter un momento antes de suspirar.

Bien, tenía que planear bien eso.

Por otra parte los del equipo de Quidditch, viendo lo bien que les había ido con sus consejos, ahora se lo tomaban más enserio. Incluso al saber que entrenaba a Malfoy querían ir con él. Como eran tantos y no tan cercanos Gates supo que no podía andar moviéndolos por las sombras tan fácil, así que entró en contrabando un baúl con el espacio de un campo de Quidditch dentro.

Y así es como eso se amplió, por suerte eran las mismas horas y mismas rutinas prácticamente, así que en realidad no cambiaba mucho para él. Pero a los demás les agrado la clandestinidad que le brindaba la sala, además de los diferentes ambientes que creaba, aun así entrenaban por jugar con una estrategia diferente en el campo real y así confundir a sus oponentes chismosos.

En fin, la magia era asombrosa.

El siguiente juego que tuvieron fue contra Hufflepuff, ganando 280 – 40, los cual los mandó a la cabeza bastante pronto, casi asegurándose una vez más la copa.

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Cuando tuvieron la salida a Hogsmeade de fin del trimestre y notó la capa de invisibilidad corriendo por ahí, supo que los gemelos habían cumplido su parte y le habían dado el pergamino a Harry.

Esos pelirrojos se habían comenzado a portar mejor con él, no es que fueran amigos pero ahora eran menos molestos con las bromas constantes.

En fin, no le dio mucha atención mientras con Elizabeth y Draco trataban de conseguir chocolates a montones, estaban seguros de que si seguían los jodidos dementores por ahí los iban a necesitar. Eso y que los tres eran unos adictos al chocolate, seguro se comían la mitad ellos solos.

—¿A dónde vamos ahora? –Cuestionó la niña luego de asegurar su compra encogida en sus bolsillos llenos. Habían conseguido que una tienda casi quedara vacía.

—Necesito conseguir una cosa más. –Informó Matthew, los otros dos niños asistieron y le siguieron sin dudar.

Cuando por fin volvieron al castillo el pelinegro fue directo al salón del profesor de defensa, este le miró sorprendido un segundo, luego emocionado antes de parpadear cauteloso.

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