Prologo.

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No podía decir que alguna vez algo en mi mundo fuera normal. Imagino que las palabras "fenómeno" y "brujo" que susurraban de forma despectiva hacia mí nunca me molestaron justamente porque yo pensaba de mí mismo de esa forma, aunque no con el mismo juicio de los demás. Simplemente era incomprensible para mí que la idea de algo diferente fuera realmente mala.

Los primeros indicios de otras vidas se dieron cuando tenía seis años, recuerdos de momentos que al hablarlos mis padres me miraban con el ceño fruncido mientras repetían con total convicción que aquello definitivamente no había pasado, no a mí. Pero eran cosas que se repetían de manera fresca en mi mente como un recuerdo de un momento añorado que simplemente se escapaba de mi lógica que fuera falso, más cuando en varios de ellos se repetía constantemente la presencia de alguien a quien dolía pensar que había perdido, una vez más.

Por supuesto, no era nada que alguien más creyera, como las miles de veces que mencionaba seres que veía entre la selva húmeda que rodeaba una pequeña Florencia o los bosques inundados de café del Mesón, Huila. Incluso mientras crecía por momentos dudaba de todo ello, pero si no podía creer cuando el mundo seguía diciendo falso entonces habría tenido que olvidarse incluso de sí mismo al final.

Pero ninguno de esos recuerdos que al ir creciendo había determinado simplemente como vidas pasadas fue igual a cuando una noche, a sus once años, fue a dormir y "despertó" en un lugar nuevo, conviviendo con otros chicos entre los que estaba aquel que juraba haber perdido en otras vidas, mientras eran enseñados sobre el manejo de la energía natural.

Pasaba meses allá pero al despertar había pasado tan solo una noche. Y era un suceso que se repetía, y se repetía, y se repetía. Al punto que se volvió algo normal entre aquella anormal vida por lo que se le ocurrió, inocentemente, mencionarlo entre sus compañeros alguna vez.

Por supuesto, nadie le creyó (o casi nadie), pero estaba tan acostumbrado a ello que tomo aquello como parte de la normativa del mundo.

Lo que si funcionó fue que su mente buscara más, demasiado interesado por lo que aún no podía comprender, por las energías que tenía el mundo, por lo que podía notar ver por el rabillo de su ojo, por lo que podía sentir entre temblores suaves y la piel chinita al llegar a un lugar.

Y su mundo, que se había inclinado por los libros desde los nueve, se centró tanto en ellos que, ahora que lo pienso, dejo de prestar atención al mundo actual que vivía.

Una sala redondeada, tonos cafés y naranjas, el olor viejo de la imprenta y la madera, con largas filas de libros; su mundo actual se volvió una biblioteca rápidamente, su lugar seguro y no notó lo lejos que estaba de la interacción humana hasta que fue muy tarde.

Cuando tenía catorce años llegó a conocer lo que era la Wicca, ahora puede reconocer que el camino no era ese, pero en ese momento siendo un chico que apenas llegaba a conocer que existían personas parecidas a él, una comunidad, no dudo en tratar de seguirlos y aprender. Imagino que era algo que tenía que pasar para luego tener una base.

No mal entiendan, no había nada de malo en la comunidad Wicca, solo no era lo suyo.

También a esa edad su conexión con aquel otro mundo se había desvanecido por diferentes razones de esta vida. Probablemente también porque ya no era necesario, porque había aprendido lo que tenía que.

Tenía casi veinticuatro años cuando escucho por primera vez la palabra "Shifting" pero no prestó atención a ello, tratando de centrarse después de una las más grandes "noches oscuras" en su vida. Lo comenzó a estudiar un año después, más como un interés científico que realmente algo que quisiera hacer, no le encontraba utilidad en su actualidad aunque sintiera que había algo en el tema que le resultaba familiar.

Que en cierto momento se le ocurriera que fuera a Harry Potter fue, entre varias cosas, una ironía burlona. La primera vez que había encontrado la saga justamente había sido en la biblioteca, estaba toda y él tenía la costumbre de sacar tres libros los lunes (que era el máximo que permitían) y devolverlos leídos el siguiente lunes para retirar otros tres. Tenía quince, estaba de vacaciones y leerlos no le tomo más de dos semanas.

Luego había querido ver las películas, pero su mente que recién había leído toda la saga se confundía cuando algo había sido cambiado o se omitían momentos que consideraba importantes.

Pero la parte irónica era que, si bien había adorado la idea de la magia en ese nivel, con esa fuerza, con sus seres de magia y así... Realmente había odiado la sociedad mágica que representaban ahí, fácilmente había considerado a muchos como hipócritas e idiotas, la mayoría de personajes le generaban una sensación de fastidio, así que ¿Por qué ir justo ahí? Fácil: Realmente quería experimentar la magia de esa manera, ver de qué manera algo de ello se podría adaptar a su mundo acá, quería aprender, comprender.

Y la primera vez que cruzó, habiendo comprendido en medio de un momento de meditación porque se le hacía tan familiar el tema del shifting, fue más un accidente que nada. Si algo podía sacar de ese momento, fuera de lo que logró aprender de la magia, fue que su rechazo preconcebido socialmente solo lograba que los demás lo trataran igual, no fue una experiencia muy buena porque al final solo podía sentirse extremadamente solo. Y sin control, al no tener guion.

Probablemente por eso y por su experiencia escribiendo es que al volver había terminado realizando un guion completamente detallado, explicando la razón por la que tenía uno u otro poder y dar un desarrollo de personaje concordante con toda la situación. O al menos esforzándose por ello.

Además de darse dos misiones, sintiéndose incapaz de hacer algo sin motivo importante detrás: Uno era hacer lo posible por cuidar de Harry, otro poder entender porque los personajes le resultaban tan estresantes, pidiendo entonces a sus guías que le mostraran que sombra le estaban reflejando ellos para tener esa reacción.

Aquel día había dejado su trabajo hecho para dos días después, por si algo; Viviendo solo sabía que no iba a ser molestado, también dejó agua, una tisana con agua de sol y romero, otra tisana con enebro por su acaso, suero, frutas y pan cerca de la cama. La primera vez que había ido terminó con tan poca fuerza que no se había podido mover de su lugar hasta luego de cuatro horas, no quería tener que pasar lo mismo otra vez.

Si las cosas salían bien iba a estar catorce horas ahí, muchas más que la primera vez, y aunque no era un viaje astral no pudo evitar revisar cada una de sus protecciones, una a una y tres veces hasta estar seguro de que todo estaba bien.

Cuando todo estaba listo se acostó apoyando ambas manos sobre su estómago, iniciando el proceso meditativo, al estar acostumbrado no costó tanto, se aseguró de que se mente se mantuviera activa como para comenzar a recordar la historia que había creado para él, con tanto detalle cómo podía e ignorando las ideas nuevas que surgían en el momento, una vez repetido tres veces tomó una respiración onda y luego la soltó lentamente por la boca, aunque en ese momento no estuvo seguro si realmente lo había hecho físicamente.

Luego, en su mente y visualizando un camino frente a él, abrió los ojos. Contrario a lo que había pensado en un momento el camino no era lineal, parecía subir pero en realidad no había ninguna inclinación, parecía plateada y de piedras pero en ese momento no sentía el suelo. A su alrededor estaba todo oscuro, pero su voz repitiendo detalles del guion se escuchaba como múltiples susurros.

Con mayor convicción dio un paso, por un momento dudo si lo había hecho y el camino tintineo desapareciendo por un instante por lo que se corrigió a sí mismo, dándose seguridad mientras volvía a caminar.

El camino se sintió largo y a la vez absolutamente corto, entre más avanzaba más sentía el suelo y las pequeñas rocas incrustándose por segundos en la planta de sus pies, un suave olor a lavanda picoteo su nariz y varias voces bajas se colaron hasta sus oídos, estaba tan seguro de lograrlo que cuando termino el camino y llegó a la puerta al final de este no dudo en abrirlo, y dar un paso al vacío.

Luego de eso solo se sintió caer. 

OxímoronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora