Capítulo 17.

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Si alguna vez Matthew tenía que decir algo respecto a un momento incomodo, incluiría ese 14 de febrero. No solo el lugar estaba decorado con tanto rosa chillón que era incomodo de ver, aún más para un grupo de niños que viviendo en las mazmorras siempre mantenían su visión en tonos oscuros y suaves. No, también la cantidad de veces que para desconcierto del Potter de Slytherin esos "cupi-enanos" le siguieran para entregarle tarjetas a él. Por suerte al menos tenían la decencia de no enviar algo cantado, pero cuando ya era medio día tenía el bolso lleno de dulces y tarjetas, algunas firmadas (las que iban de señoritas o jóvenes de su casa) pero otras que no especificaban el autor.

Algo curioso es que el 14 de febrero de 1993, que era la fecha exacta de ese día, era un domingo; por tanto generaba una incongruencia con el libro que hablaba de clases. No, todos ellos se movían por el castillo es para hacer trabajos pendientes.

Aun así Harry Potter por alguna razón aparecía a cada rato cerca de donde se ubicaba Matthew con su grupo, mirando con gran molestia cada que se acercaba un nuevo enano con traje ridículo a entregarle otra carta a Gates. Tal vez por eso cuando uno se acercó a él se miró algo alegre, eso hasta que le dijeron que era un mensaje cantado, en ese momento su rostro se sonrojo un montón y trató de huir.

—¡Aquí no! –Se quejó enfadado mientras peleaba con el enano, mirando de vez en cuando hacia Matthew y sonrojándose aún más. Su lucha atrajo la atención de varias personas, Gates notó cuando una inquieta Ginny Weasley se asomó a observar la discusión justo cuando el bolso del león se rompió.

Finalmente el ser mágico logró recitar el poema.

Tiene los ojos verde como un sapo en escabeche

Y el pelo negro como una pizarra cuando anochece.

Quisiera que fuera mío, porque es glorioso,

El héroe que venció al Señor Tenebroso.

Por un segundo hubo un absoluto silencio para que luego todos comenzaron a reír, avergonzado incluso el mismo Harry estaba riendo aunque sus ojos estaban fijos en el suelo. Gates no reía, el poema le aprecia incomodo pero no podía dejar de pensar que quien lo había escrito era una niña de apenas once años, una que estaba presente.

Malfoy se colocó de pie para recoger el diario que se le había caído a Harry, pero antes de que siquiera lo tocara Matthew lo sostuvo del hombro y negó con levedad. Podía sentir el horrocrux en esa cosa, y cuando Potter se apresuró a tomarlo una sensación desagradable se instaló en el abdomen del mayor. Sabía que era necesario, pero la sola idea le causaba una sensación de pánico y ansiedad.

Harry les dio una mala mirada mientras recogía apresurado sus cosas, Draco no parecía muy a gusto con no haber podido tomar algo del niño y terminó gritando con despecho hacia la niña pelirroja que observaba horrorizada el libro en manos de su amigo:

—¡Me parece que a Potter no le gustó mucho tu felicitación de San Valentín! –

Y al oírlo Ginny se tapó el rostro y corrió lejos de ahí, Ronald Weasley sacó su varita pero Harry lo detuvo y se lo llevó a rastras.

Matthew suspiró con cansancio y negó hacia el rubio, quien irritado apretó los labios y le ignoró.

-0-

Cuando Dan llegó esa noche, escabulléndose hasta la cama de Harry, el niño estaba mirando fijamente las cortinas con un gesto pensativo.

Usualmente el pequeño león solía comentarle a su amigo con forma de dragón algunas de las cosas que vivía, esta vez comenzó a hablar sin muchos filtros, sin poder parar.

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