Capítulo 54.

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Advertencia: No motivamos a nadie a intentar las cosas escritas aquí. Y puede que si no te has visto la película "El resplandor" ahora tengas muchos spoilers.

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Escalar una gran montaña de hielo es más difícil de lo que uno imaginaría en primer lugar, incluso cuando estás acostumbrado a temperaturas muy bajas.

Para iniciar, debes estar bien abrigado para evitar un calambre o algo peor, los pies enterrándose en la nieve te lo agradecerán. Tus manos también deben estar bien cubiertas al igual que tus rodillas, porque es más fácil resbalar que dar un paso. Aun así, vas a salir magullado por todas partes. Las rocas parecen tan filosas que cortarían el aire si este mismo no intentara cortarte a ti, lastimando tus mejillas y cada pedazo de piel que encuentre libre. Mientras más subes el aire comienza a agotarse y te sientes mareado, débil, jadeante. En un punto te preguntas porque mierda estás haciendo eso en mitad de una madrugada, con las varitas con suerte dejándote ver un poco más allá de la oscura negrura.

Pero Matthew, originalmente, siempre ha sido tauro. Y lo que más tiene es terquedad. Así que seguía adelante, parando cada ciertos diez minutos, pero no dejando de avanzar.

Antes de siquiera la mitad del camino Draco y Elizabeth ya querían matarlo por la idea, pero orgullosos siguieron detrás de él. Luna por el contrario no se quejó, incluso cuando sus mejillas estaban tan rojas por el esfuerzo y había terminado vomitando dos veces. Ella volvía a sonreír y a avanzar, saludando a los seres que se encontraran en el camino, algunos que ellos no veían también.

Claro que no podían subir toda la montaña en una tarde más una noche, por lo que en varios puntos Chimuelos les ayudó a avanzar volando. La primera mañana, el sábado, estaban a la mitad del camino. Instalaron una tienda de acampar y durmieron un poco luego de ver el amanecer. Con la ayuda de una poción evitaron que sus músculos se lastimaran o dolieran tanto, pues solo cinco horas después, a las diez de la mañana, siguieron subiendo.

—¡Espérate, espérate! -Regañó Eli al ser jalada por la cuerda mientras ella resbalaba, los demás inevitablemente rieron y se detuvieron un momento, jadeantes.

—Este es todo el ejercicio que voy a hacer en todo el año. -Advirtió Draco tratando de pasar una mano por su frente para limpiarla, aun cuando prácticamente sudaba en seco por lo rápido que el viento le secaba la piel.

—¿No vas a participar en el equipo de Quidditch? ¿Aun los dejan, no? -Cuestionó Matthew, volviendo a caminar junto con los demás. Él era quien iba delante, luego le seguía Luna, luego Draco y finalmente la castaña.

—Oh, mierda... -Recordó el rubio, lloriqueando con levedad, los demás rieron ahogado.

—Chicos, necesito ir al baño. -Pidió la Slytherin, todos asistieron con levedad. Era un poco difícil hacer eso en la montaña, más para personas que no estaban acostumbrados a ir detrás de una roca y agacharse. Pero poco a poco se habían adaptado, también a que el resto se quedará cerca pues cualquier descuido en un lugar como ese podría causar una tragedia.

Si les faltaba confianza antes, ahora no.

Gates enterró en la grieta el cams para impedir que se fueran rodando si alguno se resbalara, luego se recostó contra una roca y alzó su cabeza, observando los muy leves rayos de sol que se colaban por entre la neblina a través de las gafas que llevaban todos puestas para evitar la pérdida de visión, pues los rayos del sol dando contra la nieve creaban un efecto rebote que no era adecuado para el ojo humano.

En realidad, había varias cosas que eran difíciles con el tema de subir, primero estaba en que tenían que aclimatarse o les daría un shock térmico, luego estaba tener el estado físico, los huecos y los muros de hielo eran un peligro más. Si no fuera por la magia que los guiaba, les había ayudado a aclimatarse y los calentaba cuando era necesario, ellos no lo estarían logrando. Además, claro, de la intervención de Chim cuando tenían que pasar las zonas más peligrosas.

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