Capítulo 5

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"Ya he llegado a la residencia". 

A pesar de lo dolorida y cansada que me encontraba, fue lo primero que hice nada más llegar a mi habitación; quería informar a mis padres sobre mi situación y hacerles ver que el trayecto había ido bien, a pesar de necesitar dormir 2 días como mínimo. Nada más pisé la universidad me quedé impactada ante lo moderno que era todo y las grandes extensiones verdes de parques alrededor, donde ya imaginé unos buenos paseos matutinos.

La habitación no era muy grande pero suficiente para mí sola. Los bonitos ventanales enfrente de mi cama, las estanterías alrededor y la espaciosa mesa blanca, eran más de lo que podía pedir. Sí, se podía compartir habitación y, precisamente, era una opción que no descarté en ningún momento hasta que tuve que plantear pros y contras, poniendo en una balanza si era mejor o peor; de esta manera, sabía que me decidiría enseguida. Probablemente las ventajas eran conocer a gente simpática de otras partes y poder socializar más pero, ¿y si mi compañera de habitación terminaba siendo un completo muermo? ¿O si era de las que llegaba tarde porque había estado de fiesta toda la noche y acabaría afectando a mis horas de sueño? ¿Y si resultaba que era poco cuidadosa y no me dejaba concentrarme? ¡Está bien! Yo también tengo defectos: me encanta tener mi espacio, que no me estresen mucho, estudio en voz alta, me distraigo con la primera mosca que pasa... Vale, vale, tampoco es que sea yo aquí doña perfecta y soy plenamente consciente de ello.

Pero, ¿y si por el contrario iba a estar cerrándome ante la idea de conocer a alguien que de verdad se convirtiese en una parte de mí y en mi futura mejor amiga? Bueno, la vida son decisiones y, al decidir, renunciamos a algo sin saberlo, pues estas se hacen por adelantado y en base a unos prejuicios que nosotros mismos nos hemos establecido. Esto me había recordado un poco a las citas a ciegas: vas con tu idea mental y la realidad termina dándote un guantazo de frente y cuanto menos lo esperas. Pero ahí está la gracia: no saber lo que va a pasar. Simplemente, dejas que fluya todo. Aún así la gran diferencia es que, con una compañera de habitación, estás todo el año; con la cita a ciegas, por el contrario, tan solo un tiempo corto y con libertad de decidir si quieres volver a ver a esa persona o no.

"Chloe, debemos hacernos responsables de nuestras decisiones y las consecuencias que vienen con ellas"

— Sí, conciencia. Ya te ha escuchado y sé muy bien lo que hago - suspiré agotada ante este juego mental que estaba perdiendo total gracia.

Mi idea ahora mismo era la de centrarme en los estudios, no complicarme la vida con nadie, sacar buenas notas y divertirme, pero con moderación. No podría decir que detesto la idea de salir de fiesta pero, al no estar acostumbrada, los efectos de esta duran en mi organismo 5 días. Y eso no es algo con lo que deba vivir tranquila.

Tras un rato organizando mi ropa e instalándome, me dispuse a salir a dar una vuelta. Conocer los alrededores y familiarizarme con este nuevo hogar al que llamar casa era algo crucial para una desconocida como yo. El reloj marcaba las 21:30h y mi estómago me estaba avisando de que tenía hambre. Fui al primer restaurante que encontré por la zona y, tras digerir la comida que me sirvieron, seguí andando hasta que mis piernas no daban para más. Regresé rápidamente a mi habitación: me tumbé sobre la cama dejando mi mente libre de toda preocupación y siendo abrazada por el sueño repentino que me invadió.

Los primeros rayos de sol dieron la bienvenida al nuevo día. Era bastante temprano y, tras darme cuenta de que no me había cambiado de ropa para dormir, me di una ducha rápida y fresca que me ayudase a despejarme. No sé si fue lo cansada que estaba al llegar de mi viaje pero encontré una pequeña cocina en la habitación y eso, en parte, me dio cierta satisfacción: la idea de saber que podía cocinarme fue algo que me reconfortó por completo, pues siempre he llevado una dieta equilibrada y he cuidado mi figura para evitar caer en la costumbre de comer comida basura. Aunque he de decir que hacer excepciones las hago.

Revisé los papeles que estaban sobre mi escritorio y que me dieron al llegar a la recepción de la residencia. Había información con respecto a las normas que había que cumplir y que, bajo ningún concepto, debía de infringir para evitar una sanción o expulsión. No me perdonaría cometer una falta grave y echar todo por la borda. "No se permite entrar alcohol a las habitaciones", "No se permite fumar dentro de las instalaciones"...

— Oh, por favor, no hago nada de esto - dije en voz alta. Seguí leyendo - "No se permite dejar entrar en las habitaciones a gente del género opuesto". ¿De verdad hay gente que no cumple algo tan sencillo como esto?

Volví a dejar los papeles en el mismo lugar y una notificación entrante me hizo tomar mi móvil. Pensé que eran mis padres pero tan solo fue un correo que había llegado a mi bandeja de entrada hacía escasos segundos: "Bienvenida a la Universidad de las Artes de Londres. Nos alegra saber que ha confiado en nuestra institución para desarrollar su carrera universitaria y su futuro. ¿Nuestro lema? Marcar de forma positiva la vida de cada estudiante. Las clases empiezan el próximo lunes 4 de septiembre. Muchas gracias de nuevo."

— Vaya, solo tengo este fin de semana para habituarme y, en tres días, año nuevo, vida nueva.

Mi cabeza volvió a flotar en lo que iba a ser este cuatrimestre.

Pero lo que desconocía era todo lo que estaba por llegar. Este año iba a cambiar el resto de mi vida por completo.

Adiós Chloe vieja. Hola Chloe nueva.

Cuando la luz te encuentreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora