Hacía una semana que había llegado a Londres y pensaba que existiría alguna dificultad aparente a la hora de adaptarme a este nuevo entorno. Pero todo estaba yendo como la seda.
— Riiiiiing, riiiiing... - me despertó abruptamente el reloj.
Me levanté, me puse mi ropa de deporte y salía a respirar el aire fresco: sé que los viernes se iban a convertir en mi día favorito dado que, al no tener clases, me daba cierta libertad para conocer más a fondo esta ciudad. La recepción del edificio estaba vacía y los primeros rayos de sol sobre mi piel me dieron la bienvenida a este nuevo día.
A lo lejos vislumbré la silueta de una persona a la que creí reconocer: tardé pocos segundos en darme cuenta de que se trataba de Jimin. Y, a su lado, un grupo de chicos hablaban durante un largo rato. Seguí mi recorrido sin apartar la mirada y no creí conocer a ninguno de los allí presentes pues, a excepción de él, ninguno de ellos iba a nuestra carrera. Todos eran altos aunque uno destacaba más de lo normal: tenía el pelo negro azabache, su look era bastante casual y su altura me permitió deducir que estaba cerca del metro ochenta. Intenté pasar desapercibida escondiéndome en un arbusto de la zona hasta que los vi desaparecer.
"Chloe, ¿qué estás haciendo?" Me dije para mí misma eliminando de mi mente la idea de que alguien me estuviera viendo.
Tras perder de vista a Jimin, ya que volvió a entrar al edificio, decidí emprender el trayecto que me había marcado en mi mente.
A esta hora de la mañana refrescaba bastante y después de un par de horas en el exterior, me decidí a volver a mi dormitorio, darme una ducha de agua caliente y desayunar algo rápido. Miré con detenimiento mi móvil esperando encontrar algún mensaje, pero Priya aun no parecía haberse despertado: no había presencia de notificación alguna. Decidí esperar un rato y, cuando fui a salir, la encontré enfrente de mi habitación con la mano en alto a punto de tocar a mi puerta.
— Vaya, ¡qué sincronización!
— Buenos días a ti también. ¿Estás lista? - Y tras esto, cerré de golpe la puerta.
La boca de metro estaba a pocos minutos de donde residíamos y, después recibir unas cuantas recomendaciones de tiendas a las que poder ir, nos encaminamos para allí.
Mi intención era comprarme o un vestido o una mini falda negra. Adoraba el negro: no era por nada, pero jamás había encontrado un color al que le sentara bien cualquier otra. Al mismo tiempo, era elegante y siempre terminaba favoreciendo a quien lo llevara puesto. Cualquiera que viera mi armario me llamaría aburrida pero es que era demasiado genial. Además, ¿qué importa lo que digan los demás? A mí me encanta y eso es lo único relevante.
Dado que nada por el momento había logrado cautivarme lo suficiente, continuamos navegando sin rumbo fijo. Finalmente, nos decidimos a entrar a una tienda que tenía exactamente lo que deseaba: el conjunto perfecto. Este se encontraba expuesto en el escaparate y el flechazo fue instantáneo.
— Venga Chloe, ¡tienes que probarte este! - expresó Priya contenta.
Salí del probador y el asombro de las allí presentes fue increíble: la dependienta, la ayudante, Priya, una clienta y hasta su perro daban saltos de alegría. Era perfecto: era un vestido con cortes a lo largo de todo el vestido que se sujetaban con imperdibles dorados de grandes dimensiones. Jamás en mi vida me había puesto una prenda tan elegante pero, sin duda, sabía que el factor sorpresa lo había cumplido a rajatabla.
— ¡Estás muy sexy Chloe! ¿Preparada para dejar a la gente boquiabierta? - me puse enfrente del espejo para apreciar mejor el vestido que llevaba puesto y Priya se posicionó justamente detrás - Mañana tendré que ser tu guardaespaldas particular - dijo riéndose mientras seguía observando cada detalle.
Tras pagar mi vestido, nos decidimos por ir a una zapatería donde poder comprar unos zapatos que se ajustasen al modelito que había escogido. Ya me había gastado suficiente dinero pero, por lo visto, mis padres no dejaban de ingresarme más en mi cuenta para que no me faltase de nada. No solía gastarme mucho dinero en mis caprichos y evitaba tenerlos, pero no todos los días se te presentaba la oportunidad de ir a una fiesta de bienvenida. Después de haberme probado unos cuantos, opté por comprar unos de Yves Saint Laurent que tenían las letras doradas en el mismo tacón: eran increíbles y, aunque iba con miedo al ponérmelos por si se fueran a romper, eran demasiado cómodos.
Por el momento, el día estaba transcurriendo a la perfección y mi único y último capricho ahora era el de arreglarme la manicura, pues hacía ya algún tiempo que me había olvidado por completo de mis uñas. Terminamos yendo a un salón y, para mi suerte, tanto la peluquera como la manicurista nos hablaron acerca de una oferta que acababan de lanzar donde, por hacerme un peinado, me hacían a mitad de precio la manicura. ¡Esto volvió a ser una grata noticia! En un principio, cambiar mi pelo no estaba dentro de mis planes pero opté por dejarlo largo añadiendo unos pequeños reflejos cobrizos que realzasen mis facciones. Tras un largo rato esperando para tener mi pelo listo, la manicurista terminó por arreglarme las uñas y darle un color burdeos brillante. ¡Sin duda había quedado perfecto!
— Esto lo pago yo - dijo Priya al terminar.
— No puedo permitirlo. Además, es un gasto mío: es a mí a la que le han arreglado las uñas y el pelo, y esto último no estaba dentro de los planes.
— De veras, lo pago yo porque estás guapísima - y con una sonrisa salimos del salón de belleza.
Las dos de la tarde marcaba mi reloj por lo que nos decantamos por ir a algún restaurante de la zona: accedimos a ir a un coreano, pues hacía tiempo que no comía nada y ya lo estaba echando de menos. Unos dumplings y unos noodles acompañados de un poco de kimchi acabaron siendo nuestro menú. El restaurante estaba bastante tranquilo a estas horas y, a lo lejos, reconocí a alguien a quien parecía que hubiera visto antes. Miré con total disimulo y, para mis adentros, empecé a atar cabos.
"¡Es él! Estaba con Jimin y más chicos esta mañana".
Di un vistazo al resto de chicos allí reunidos y creí saber quienes eran.
¡Vaya, el mundo era un pañuelo!
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Cuando la luz te encuentre
FanfictionLo que parecía normal realmente no lo era y no fue hasta los 18 que pude descubrir que vivía en una completa mentira. Todo aquello que creí real era fruto únicamente de mi imaginación. Sin darme cuenta, mis decisiones no eran cosa mía sino de esos q...