Capítulo 93

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Varios brazos me envolvieron por completo, permitiendo que me desahogara. No estaba siendo un camino fácil en lo absoluto. Siempre había sido una fiel creyente de la verdad y de lo necesaria que esta era. Pero, al mismo tiempo, descubrirla conllevaba su propio dolor. Vivir repleta de mentiras constantes no era algo que cualquiera pudiera aguantar. Cuando me sentí preparada para continuar, me separé suavemente de ellos. En ocasiones, necesitamos soltar para seguir siendo, para seguir andando en la dirección que deseamos. Ellos, por suerte, siempre me habían enseñado que detenerse un instante resultaba imprescindible para recargarse de energía vital. Me sequé las pocas lágrimas secas que se habían acumulado en mis mejillas y les devolví una sonrisa de agradecimiento.

Tras comprobar que todos se encontraban en condiciones de seguir, marcamos el siguiente objetivo que debíamos seguir. El sol había decidido mantenerse oculto el resto del día y varios nubarrones amenazaron con descargar fuerte en aquel páramo abandonado. Solo se escuchaba el sonido de los cuervos navegando de aquí para allá. La imagen, desde lejos, de aquel caserón resultaba fantasmagórica y, mientras nos alejamos de allí, decidí darle un último vistazo a aquel lugar. Por uno de los ventanales pareció verse la silueta de lo que parecía ser una persona. Decidí mantener fija mi mirada allí pero fue en vano: tras varios segundos, se esfumó. Seguí observando el entorno entero, pero la soledad absoluta era el único adjetivo válido para definir lo que estaba viendo.

— ¿Vamos? - preguntó Namjoon a unos cuantos metros de mí.

Decidí no darle más vueltas al asunto. Quizás mi sugestión me había empujado a ver cosas donde no las había. Nadie más se había percatado de la presencia de esa figura, así que opté por dejarlo pasar.

Me uní al grupo. Nuestro plan ahora era salir por donde habíamos entrado. En nuestro trayecto, volvió a mí la aparición de esa carta. Al parecer, era algo con lo que disfrutaban pues, hasta ahora, solo se habían comunicado conmigo de ese modo. Estaba ya más que acostumbrada a su método tan particular, aunque era inevitable no pensar en la manera en como lo hacían. Y eso era lo realmente curioso: varias cartas aparecían mágicamente, pero nadie veía nada. Era como si estuvieran infiltrados entre nosotros y no nos diéramos cuenta de que, la solución, estaba enfrente de nuestros propios ojos.

Poco a poco, íbamos viendo el final de aquel frondoso entorno y la silueta del palacete se había desvanecido completamente. La incomodidad y tristeza que, minutos antes, había presenciado, también habían decidido desaparecer por completo. Todavía desconocía el causante de tales sensaciones destructivas, pero me habían desbordado completamente. Quizás algún día sabría también el misterio a tal incógnita pero, ahora, no formaba parte del plan original.

El coche con el que habíamos llegado continuaba aparcado en aquel parking improvisado. Pronto oscurecería y lo mejor era volver a nuestro refugio que, por desgracia, ya no era tan secreto. No comprendía cómo habían logrado contactar con nosotros, dado que se suponía que nos ubicábamos en un lugar donde no cualquiera era bienvenido. Según ellos me habían contado, era seguro. Y, aunque mil preguntas se arremolinaban en mi mente, preferí no preguntar pues, probablemente, ellos tampoco tuvieran respuestas a mis cuestiones más profundas.

Allí dentro reinaba el silencio absoluto y tampoco había nadie que tuviera el deseo de romper aquella atmósfera. No era incómodo aunque, por desgracia, ante los silencios siempre había alguien empeñado en destruirlo, como si siempre hubiera una necesidad urgente de decir algo.

La carretera se encontraba en total calma. Mi reloj marcaba las siete de la tarde y mi único plan ahora era tumbarme y dormir las horas que fueran necesarias para recuperarme. A mi lado, Taehyung descansaba como si no lo hubiera hecho en años y, a su lado, Jungkook parecía observar cada detalle que iba apareciendo por su ventana izquierda. Parecía concentrado y perdido en sus propios pensamientos, así que decidí no romper ese instante que estaba teniendo consigo mismo. A través del retrovisor, me sentí en varias ocasiones observada por Jin, quien iba al volante, mientras parecía querer comunicarse conmigo. A pesar del cansancio que él también irradiaba, parecía feliz. Por suerte habíamos logrado reunirlos, pero la piedra en el camino era conseguir dar con el resto.

Cuando la luz te encuentreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora