Me subí al lujoso Jeep Wrangler Dragon que había ante mis ojos y no sabía si me estaban filmando pero, definitivamente, aquello parecía una escena sacada de alguna película de acción estadounidense. Jimin fue el copiloto y, a su lado, el conductor al que juraría no haber visto nunca, se mantuvieron en silencio durante todo el trayecto. En ocasiones, sentía miradas sobre mí, las cuales decidí ignorar por completo. Me centré en el paisaje y en la carretera. No sabía exactamente hacia donde nos dirigíamos pero mis ganas de romper el silencio fueron en aumento.
Después de un par de horas conduciendo, nos detuvimos en seco. Accedimos por un gran entramado de verjas hasta llegar a una gran puerta de acero que nos impedía el paso. El conductor se identificó acercando una tarjeta a un lector, ubicado fuera, que acabó iluminándose en verde. La puerta se abrió y el conductor pudo continuar hacia adelante. Tras un instante, el primero en bajar fue Jimin y, posteriormente, el chófer. Pude observar que hablaban de algo en voz baja, aunque no pude deducir exactamente el qué; el aura de secretismo impidió que lograse mi cometido. Hacía una semana estaba volando para iniciar mi nueva vida aquí y, ahora, me hallaba en una situación de peligro, según me habían informado. Tras varios minutos esperando para recibir órdenes, la puerta de mi lado derecho se abrió y pude bajar de aquel todo terreno.
— Acompáñanos - al final rompieron el silencio que nos había mantenido en situación de incomodidad.
— ¿Quienes sois? - tenía tantas cuestiones en mi cabeza que no sabía por donde empezar.
Me observaron en silencio y continuaron el trayecto hacia delante, sin obtener respuesta alguna. No sabría determinar exactamente el lugar en el que me encontraba en este preciso instante pero, un gran muro, nos separaba de la carretera por la que habíamos transitado y nos encerraba en este lugar al que no sabría cómo denominar. Seguimos andando hacia adelante y, aunque pude observar a varias personas ubicadas en lugares estratégicos sosteniendo armas pesadas, el entorno estaba en absoluta calma. Llegamos a otra gran puerta, aunque no tanto como la principal, y esperé a que se hubieran identificado para acceder al interior. Un fuerte hedor nos recibió y, ante nosotros, un ascensor bastante oxidado nos dio la bienvenida. Dicho elevador estaba soportado por una enorme estructura de hierro: los raíles a sus lados permitían su funcionamiento aunque, por desgracia, iba con música incluida procedente de la fricción de los carriles herrumbrosos.
Nos subimos y, poco a poco, fuimos descendiendo. Observé cada detalle del lugar en el que me encontraba y, tras varios minutos bajando mientras pensaba que nos dirigíamos al núcleo de la tierra, llegamos. El repetido ritual de identificarse me permitió entender la alta seguridad que existía en aquella área. La puerta se abrió y, tras navegar por los enormes pasillos, llegamos al destino final. Estaba ante una imponente sala, sacada de una película de ciencia ficción. Había varias plantas más hacia abajo y muchas personas vestidas con bata blanca iban de un lado a otro sin parar. La estancia se caracterizaba por tener una pantalla gigantesca en su zona central y varias mesas largas repletas de ordenadores a su alrededor. En la parte superior, se encontraba el despacho del posible líder de aquella organización de la que, por el momento, desconocía por completo.
— Ya hemos llegado - dijo Jimin rompiendo mi análisis del entorno en el que me hallaba.
Realmente no comprendía qué estaba sucediendo pero opté por seguirlo. Sabía que, tarde o temprano, terminaría contándome lo que estaba ocurriendo allí.
Llegamos a una pequeña sala donde un señor de mediana edad me dio la bienvenida.
— Buenas, Chloe Salvatore. Hacía mucho tiempo que queríamos conocerte - me tendió la mano y, aun sin comprender qué era aquello y por qué sabía mi nombre, terminé estrechándole la mano en señal de educación - Sé que no entiendes nada pero, pronto, todas tus dudas desaparecerán.
De repente, una voz procedente de la zona central nos cortó por completo.
— Encantada Chloe. Nos alegra que formes parte de nosotros - ¿de nosotros? ¿De qué estaba hablando?
Su voz me resultó conocida y, al girarme, me encontré a quien menos esperaba. Era Priya. Iba vestida diferente. Un mono blanco ajustado sobre su cuerpo y su pelo engominado me permitió comprender que realmente era alguien importante. Miré hacia arriba y hacia abajo, pues la sala era gigantesca mientras observaba cada rostro: todos estaban sonriendo mientras aplaudían en señal de recibimiento y aceptación. Realmente yo no había decidido estar allí pero, por algún extraño motivo, me dejé guiar.
Cuando la presentación se hubo terminado, todos volvieron a sus puestos de trabajo pero, en mi caso, me dirigieron a una sala con la intención de conversar o tratar de explicarme qué era todo aquello. Esperé un largo rato sentada hasta que varias voces se aproximaron. De repente, la puerta se abrió y, ante mí, Jimin, Taehyung, Jungkook, Namjoon, Jin, Suga, Jhope y Priya me observaban. Por algún motivo, me miraban con una gran sonrisa en su rostro y, poco a poco, fueron tomando asiento hasta ocupar la sala por completo. Nadie se decidía a empezar, por lo que decidí ser yo quien eliminara el silencio que me había estado atormentando hasta ahora con un cúmulo de cuestiones sin sentido.
— ¿Quiénes sois? ¿Qué hago aquí? ¿Qué está ocurriendo? - mi interrogatorio empezó tratando de dilucidar posibles respuestas que me sacaran de mi confusión.
— Sabemos que esto es nuevo para ti, pero todo tiene una explicación - respondió Priya - Mi nombre es Ava y trabajo para la CIA.
Tuve que pellizcarme para comprobar si era cierto o si estaba en algún sueño extraño. Tras comprobar que todos seguían expectantes mirándome, prosiguió.
— Hemos venido a protegerte. Sé que es difícil de creer pero nuestra función es terminar con ellos - puso su mano sobre la mesa y me observó.
Por alguna razón que seguía sin comprender, estallé de risa ante su confesión.
No podía creerme nada de aquello.
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Cuando la luz te encuentre
FanficLo que parecía normal realmente no lo era y no fue hasta los 18 que pude descubrir que vivía en una completa mentira. Todo aquello que creí real era fruto únicamente de mi imaginación. Sin darme cuenta, mis decisiones no eran cosa mía sino de esos q...