Nos dimos un tierno beso y nos retiramos a nuestras alcobas. Haber hablado con tanta profundidad sobre lo que estaba pasando y sobre mis sentimientos, de algún modo, me agotaba mental y físicamente. Cuando habías dedicado tanto tiempo a callar aquello que sucedía, como si se tratase del secreto mejor guardado, contarlo por primera vez suponía un gran esfuerzo personal. Pero, al mismo tiempo, hacerlo era el mayor acto de amor propio, porque te exponías sabiendo que, aunque fuera malo lo que fueras a contar, una parte de ti te obligaba a sacar aquello que te estuviera causando dolor. Era una forma más de curarse y dejar espacio suficiente para todas las cosas buenas que fueran a venir y que te pudieran provocar felicidad verdadera.
La mañana llegó pronto y me sentí realmente descansada. Desde que había salido de mi hogar, no había tenido la suerte de poder dormir sin tener mi cabeza repleta de ideas que me hacían estar inquieta. Pero era normal, dado que nunca había ido a estudiar sola a un lugar nuevo. Y eso, aunque quisiera ignorarlo, estaba ahí.
Me vestí rápidamente y cerré la puerta al salir. Un post-it sobre mi puerta me avisó de que el desayuno ya estaba listo y que podía bajar cuando desease. En el ambiente, un olor a pan recién hecho y a dulces inundó mis fosas nasales. Se me hizo la boca agua solo de pensar en lo bien que olía todo y, quizás, esa era la forma más bonita de decirme buenos días.
Decidí tomar algo rápido, pues necesitaba salir a respirar aire fresco. El mordisco que le di al croissant que ahora sostenía en mi mano derecha y el café para llevar en mi izquierda, fueron lo único que necesitaba para emprender mi camino.
La mañana era bastante fría. El cielo estaba cubierto de nubes que impedían la correcta salida del sol y comprendí que hice bien tomando mi abrigo negro, que iba a conjunto con mi pantalón de cuero negro, mi suéter blanco y mis mocasines negros. La alegría que se percibía en el ambiente era contagiosa. Algunos comerciantes saludaban a los allí presentes y a los que, como yo, íbamos sin rumbo fijo. A lo lejos, una cara bastante conocida para mí levantó la mano con tal de avisarme de que también me había visto.
— ¡Buenos días Chloe! ¡Qué madrugadora! ¿Contemplando la calle? - Dafne estaba más feliz de lo habitual.
— Pues sí, mi cuerpo me pedía a gritos que saliese. A veces no somos conscientes de lo privilegiados que somos de poder apreciar los detalles simples de la vida - le respondí.
Tras una larga charla, nos dirigimos, de nuevo, a casa, pues era el momento de la reunión tal y como prometió. Allí dentro el calor nos abrazó obligándonos a deshacernos de nuestra ropa de abrigo y, esta vez, nos sentamos en los diferentes sillones Chester que había distribuidos a lo largo de la sala. Por suerte, la gran cúpula central, adornada con cientos de detalles distintos y colores vistosos, nos permitía hacer uso de la luz natural de la que gozábamos. Poco a poco fueron uniéndose todos para una segunda ronda de reuniones, donde compartir novedades o seguir charlando abiertamente de todo lo que fuera surgiendo.
— Dado que hemos tenido un día completo para reflexionar acerca de todo, yo también me he tomado la libertad de establecer un plan de ataque. Pero, antes que nada y si lo preferís, podemos poner sobre la mesa cualquier duda o cuestión que ronde por vuestra mente. ¿Os parece? - Dafne nos observó y prosiguió - ¿Alguna duda?
— En mi caso, tengo dos dudas importantes y varias cuestiones que me gustaría compartir con vosotros. La primera y principal es que, si al final lograron extraer de mi brazo la parte restante, me pregunto si el dispositivo habrá caído en manos equivocadas. ¿Sabéis algo al respecto de esto? - pregunté curiosamente.
— ¿Te refieres a este objeto? - Suga sacó de su bolsillo el dispositivo de dos piezas que tanto estaba buscando LUX.
— ¿Pero cómo...? - todos estábamos sorprendidos mientras observábamos que era real.
— Muy simple. Unos días previos a tu llegada, escuché a hurtadillas a Ava hablar con un individuo de la base. Al parecer, charlaban acaloradamente sobre un ejemplar único que necesitaban y que era clave para poner en funcionamiento su plan. Estaba escondido en un armario del laboratorio y aproveché, cuando se marcharon, para encontrar papeles y documentos que se refirieran, en concreto, a ese artilugio. Posteriormente, cuando di con la forma característica que tenía ese dispositivo, opté por replicarlo, empleando una de las máquinas que allí tenían y que facilitaban la idea de moldear objetos. Cuando lo tuve en mi mano, me di cuenta de que era idéntico al modelo original - hizo una pausa y continuó - Posteriormente y cuando tú llegaste, se habló de ello otra vez. Le comenté al resto de chicos acerca de la importancia de recuperarlo. Así que, el día en que te lo extrajeron, sabía que tenía poco tiempo para reaccionar. Cuando vosotros os fuisteis a la sala para reuniros otra vez, me quedé atrás un poco excusándome con que no me encontraba bien, mientras Jimin encontró la manera de despistarla. Entré en la misma sala donde te habían hecho la operación y me fijé en que el médico no estaba. No sabía de cuánto tiempo disponía hasta que volviese. Introduje la tarjeta por la ranura e hice el cambiazo, quedándome así con el original. Salí corriendo y regresé a la sala común, habiéndome fijado en que nadie me había estado espiando. Y para mayor seguridad, siempre lo llevé en mi bolsillo.
—Wow, ¡eres un genio! - dije con gratitud - Precisamente, ese objeto es el que vi, por primera vez, en varios documentos confidenciales en el despacho de mi padre. Siempre me habían dicho que no me metiera donde no me llamaban pero, aún sin saber nada de lo que estaba ocurriendo, presentía que me estaban ocultando algo - expresé adoptando una actitud de misterio absoluta.
— ¿Ya habías visto eso? - Dafne, por desgracia, no estaba enterada.
— Sí, justamente en uno de esos encuentros en la base, hablamos largo y tendido sobre todo lo ocurrido y vivido.
Decidí abrirme con ella devolviéndole el enorme favor que, a cambio, había hecho conmigo al contarme todo lo que estaba ocurriendo allí. Le hablé de los documentos confidenciales y del USB que había podido rescatar de la caja fuerte de mi padre. Por ende, le comenté sobre la segunda llave que había encontrado escondida y que todavía no sabía para qué servía. A todo esto, también le hablé de Bridget, Somnum y los polvos "mágicos" que había empleado mi madre en alguna ocasión para hacerme olvidar, así como la forma en que me di cuenta de que algo raro estaba pasando.
— Por suerte, estás al tanto de mucha información que pensaba desvelarte en los próximos días. Eso favorece a que avancemos rápidamente, pues no tenemos mucho tiempo - expresó - Por cierto Chloe, habías dicho que tenías una segunda pregunta. ¿De qué se trata?
— Se trata del collar que apareció mágicamente en mi habitación. La cuestión es que, hasta ahora, emitía un destello pero, el otro día, estuve con Jungkook y, en su presencia, la luz que se desprendía a través del cristal era el triple de poderosa. Nunca había presenciado un brillo de tal calibre.
— ¿Podéis hacer una prueba? - Dafne parecía disfrutar con la tensión que se respiraba en el ambiente.
Accedimos a hacer lo que se nos dijo. Él se acercó a pocos centímetros de donde estaba y, de nuevo, la luz intensa que emanaba la tan peculiar piedra nos dejó sin palabras.
— ¡Eso tiene que significar algo!
— ¿Pero cómo vamos a saberlo si no hay nadie experto en la materia? - realmente era así.
— Conozco a una persona que sí puede ayudarnos.
Dafne extrajo de su bolsillo derecho una pequeña tarjeta de visita. Nos la tendió para que la tomáramos y la observamos detalladamente. El color blanco del fondo había adoptado un tono amarillento, que achaqué al paso del tiempo y a lo antigua que parecía ser. Detrás de esta aparecía la ubicación exacta a la que debíamos dirigirnos ahora.
— Cuando lleguéis, decidle que vais de parte mía. Suerte - nos guiñó el ojo.
Nos despedimos de todos ellos y emprendimos el viaje que, ahora, teníamos por delante.
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Cuando la luz te encuentre
FanfictionLo que parecía normal realmente no lo era y no fue hasta los 18 que pude descubrir que vivía en una completa mentira. Todo aquello que creí real era fruto únicamente de mi imaginación. Sin darme cuenta, mis decisiones no eran cosa mía sino de esos q...