El mediodía nos sorprendió con un clima bastante primaveral para la época del año en la que estábamos. A penas eran las tres de la tarde y sabía que, de algún modo, íbamos a hacer un largo trayecto hacia nuestro destino. No conocía la ubicación exacta, pero preferí dejarme sorprender. Si algo había aprendido de LUX es que, ellos, siempre elegían lugares emblemáticos para llevar a cabo sus planes. Aún recordaba la base en la que estuvimos retenidos o la sala donde buscaban atraparme. En sí mismos eran espacios únicos que se caracterizaban por el aura de misterio que desprendían. Pero lo más sorprendente fue la diversidad de lugares que utilizaban y lo poco que tenían que ver los unos con los otros. ¿Quizás era su manera de decirle al mundo que eran versátiles?
Subí al coche con cuidado de mancharme la ropa tan bonita que llevaba. Por primera vez, estaba más preocupada por verme estupenda que por lo que fuéramos a encontrarnos. Y, probablemente, se debía a que ya estaba más que acostumbrada a lidiar con situaciones de este tipo. Algo que tenía más que claro es que, en un futuro próximo, podría contar mis aventuras salvando al mundo. Pero, sin duda, otra cosa que tenía más que clara es si la gente sería capaz de creer todo aquello que habíamos experimentado hasta ahora.
Se respiraba mucha calma allí dentro y agradecí que fuera así, pues tenía demasiada facilidad para cambiar mi estado de ánimo. Quería, por primera vez, saber qué era eso de la tranquilidad absoluta. Y, sin siquiera esperarlo, unos dedos rozaron los míos, provocando que me sobresaltara casi al instante. Una bonita sonrisa y unos ojos de bambi me miraban sin apartar tan siquiera su atención de mí. Me transmitía paz y comprendí que era eso lo que estaban tratando de ofrecerme en este instante. Una sonrisa se dibujó en mi rostro y sentí su cercanía.
— Pase lo que pase, estamos juntos en esto - dijo susurrándome.
Sus labios se posaron sobre mi mejilla y sentí que mi corazón iba a salirse de mi pecho por la felicidad que estaba experimentando ahora mismo. No había pasión, no había lujuria. Simplemente, había una conexión entre dos almas que eran capaces de bailar sin tocarse.
Tras dos largas horas esperando llegar a nuestro destino final, salimos del coche apresurados, pues llevábamos sentados un buen rato. Desde la distancia, divisamos un edificio cuya fachada era capaz de poner los pelos de punta. Con sus respectivas columnas laterales de estilo jónico, dotaban al conjunto de elegancia.
— Bienvenidos al Museo Americano de Historia Natural - expresó Namjoon lleno de felicidad.
— Espera, ¿estamos en un museo? Pensaba que lo normal sería un auditorio - dije confusa.
— Ya sabes lo interesante que resulta ser impredecible - dijo Jungkook guiñándome el ojo.
— Bien, pues si quieren serlo, adelante - dije convencida - Pero les recuerdo que, a este juego, no hay nadie que nos pueda ganar.
En este preciso instante, gozaba de una seguridad propia de otro mundo. En el ambiente, un murmullo motivador incrementó mis ganas por comerme el mundo y decidí que, lo mejor, era dirigirnos hacia allí.
— Un momento Chloe. No sabemos qué podemos encontrarnos - Suga me detuvo - Puede ser muy peligroso.
— ¿Sabéis que sucede? Que me he cansado de esconderme. Así que voy a hacer lo que ellos menos esperen: presentarme personalmente - no tenía ningún tipo de miedo - ¿Acaso no les gustaba eso de ser... Impredecibles?
Si bien habíamos discutido en más de un ocasión sobre esta decisión, decidieron dejarlo pasar y hacerme caso. Quizás algún tiempo atrás me hubiera negado rotundamente a exponerme tanto pero, ahora, lo que menos me preocupaba era ponerme en peligro. Había descubierto su secreto y ya no había en mí aquello que tanto anhelaban. Por tanto, retenerme ya no era una opción.
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Cuando la luz te encuentre
FanfictionLo que parecía normal realmente no lo era y no fue hasta los 18 que pude descubrir que vivía en una completa mentira. Todo aquello que creí real era fruto únicamente de mi imaginación. Sin darme cuenta, mis decisiones no eran cosa mía sino de esos q...