Capítulo 83

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Seguíamos sumidos en un silencio absoluto y tan solo se escuchaba el murmullo de las personas yendo y viniendo. Todos giraron a mirarme para que expusiera mi idea ante ella pues, quizás, disponía de los mecanismos necesarios para ejecutarlo.

— Había pensado que lo mejor sería crear un fármaco único capaz de erradicar mi maldición que me condena de por vida - expresé firmemente.

Blair se apresuró para sacar de su bolsa uno de los tantos libros que poseía en su casa. Parecía antiguo, pues el polvo seguía acumulándose alrededor de la tapa que cubría el interior. Destapó la hebilla y navegó por aquellas páginas, con el fin de tratar de encontrar algo que se asemejase a alguna cura. Tras unos largos instantes logrando hallar una solución, levantó su mirada y quedó fija sobre mí.

— Lamento comunicarte que, en mis libros, no hay ninguna referencia sobre lo que hablas.

— No puedo creer que jamás os hayáis planteado desarrollar una con tal de eliminar lo que tengo en mi organismo. Cada minuto que pasa es más fuerte y me condena todavía más.

Los observé a todos. Parecían desconectados de esta realidad. Entendían mi preocupación pero supe que no tenían una respuesta adecuada para ello.

— Desde el minuto uno en que me hablasteis sobre todo esto, aprendí que rendirme no era una opción. Os observo y siento que habéis tirado la toalla. Es como haber bajado las manos y haberles regalado la victoria. Siempre habéis sido radicalmente opuestos a eso. ¿Qué os ha pasado? Habéis perdido la ilusión y la esperanza - tragué - No pienso permitir que salgan ganando. Es ahora o nunca. Si nos detenemos, habremos perdido la ventaja de la que todavía disponemos. Tenemos información, tenemos las herramientas capaces de derrotarles. Solo es cuestión de ponerlas en marcha.

— Créeme cuando te digo que no hay forma capaz de quitar lo que hay en tu interior - expresó Blair.

— O sea que preferís que sigan persiguiéndome eternamente a detenerles. Aquello imposible es lo único que no se intenta. ¿Recordáis el colgante del que os hablé y aquella luz cegadora que emanaba? ¿Recordáis lo grande que pasaba a ser cuando él se acercaba? - mi mente iba a mil por hora - Nadie creyó que se quebraría, pero la forzamos hasta que el cristal se rompió en mil pedazos.

Todos abrieron los ojos como platos y se miraron los unos a los otros. Sentí que ellos también habían llegado a la misma conclusión que yo y que, por suerte, todas las posibles soluciones iban arremolinándose estrepitosamente.

— No había reparado en esa idea. ¿Por qué has pensado en eso exactamente? - intervino Blair.

— ¿Recordáis cuando dijisteis que somos la viva imagen de los conceptos que LUX siempre ha deseado transmitir? Querían que la noche encontrara a la luz para apagarla. El problema es que la oscuridad aprendió que necesitaba a la luz para brillar con más fuerza. Ellos no tuvieron en cuenta que, por más maldad que quisieran implantar en la sociedad, los sentimientos siguen siendo humanos. Todos, de algún modo, establecemos vínculos y desarrollamos emociones de forma inconscientemente. Amar a alguien forma parte de ese interruptor que activas sin querer y que desencadena acciones posteriores. LUX jamás tuvo en cuenta eso. Utilizó a Jungkook para que pudieran llegar a mí fácilmente. Pero el collar se rompió y mostró su interior, allí donde residían las emociones más puras. La maldad que quisieron imponerle terminó reduciéndose a cenizas y nos dimos cuenta de que, unidos, éramos todavía más poderosos - respiré hondo - Entonces, si eso funcionó para revelar su interior, ¿por qué no podríamos usar esa misma técnica para desarrollar la cura?

— ¿Qué propones exactamente? - preguntó Taehyung por curiosidad.

— Dado que el interior del collar es la metáfora de la belleza humana que aguardamos cada cual internamente, Jungkook es la oscuridad y yo la luz, propongo unificar esas tres ideas - me acerqué a la mesa sobre la cual descansaba un pequeño cuenco de cobre - Pero, para que esos tres elementos queden mezclados homogéneamente, debe existir un elemento básico que permita dicha mezcla.

— El agua - expresó Dafne rápidamente.

— ¡Eso es! El agua es el símbolo de la vida, algo diferente a lo que tratan de hacer conmigo y con el resto del mundo.

— Pero, ¿por qué unificarías el agua con la sangre? - Namjoon parecía confuso.

— Si lo analizamos correctamente, la sangre navega por unos ríos que son las venas. En realidad, todos estos elementos son símbolos que representan ideas. El problema es que, muchas veces, como seres humanos, nos quedamos en la superficie, sin llegar al corazón del problema. Y, muchas veces, eso sucede debido a que no queremos despertar emociones ligadas al miedo - observé al grupo - ¿Sabéis? Cuando somos pequeños y estamos empezando a experimentar lo que es vivir, actuamos inocentemente. En ese momento, desconocemos lo que es la cobardía y no dejamos de hacer algo por miedo a fallar. Pero, cuando crecemos, algo en nosotros cambia: nos detenemos y nos decimos a nosotros mismos que no somos capaces de hacerlo. Nos encerramos y, por ende, nuestro entorno potencia, todavía más, el horror que puede comportar fracasar. Y es una lástima, porque son esas cosas las que nos empujan a quedarnos quietos. En este caso - todos me miraban expectantes - nuestra naturaleza dista un poco de la vuestra. Por ese motivo y siendo conscientes de nuestra peculiaridad, ambos elementos deben poder unificarse y actuar como un solo líquido homogéneo. Quizás me equivoque pero, si no lo intentamos, no lo sabremos.

En el fondo, todos somos esclavos de nuestras propias barreras y de los frenos ajenos que otros ponen sobre nosotros. Pero fracasar y caernos forma parte del aprendizaje diario que podemos obtener con nuestras acciones. No se trata del daño que nos provoca tropezar con una piedra, se trata de la forma en como nos levantamos para seguir afrontando, a diario, la vida que nos rodea. Es ahí cuando nos demostramos a nosotros mismos que somos mucho más capaces de lo que pensamos. Por desgracia, esas emociones que residen en nuestra almendra o amígdala, son las mismas que nos hacen quedarnos quietos mientras el resto del mundo continúa avanzando.

Los temores son fruto de nuestra experiencia o hechos traumáticos vividos. Son humanos y siempre van a estar ahí. Pero, a pesar de ser así, no debemos permitir que estos sean mayores a nuestras ganas de seguir levantándonos del suelo cada vez que caemos. Porque la cuestión en todo esto es seguir pisando fuerte a cada paso y reducir, al mínimo, lo que otros puedan pensar o decir. Aquí se trata de coger impulso e ir a por todo. Se trata de tener la fuerza suficientemente para destruir el egoísmo y la maldad ajena.

Cuando la luz te encuentreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora