Capítulo 88

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Decidí dirigirme hacia el interruptor más cercano para probar, otra vez, si todo había vuelto a la normalidad. Tenía el corazón en un puño y, desde el diminuto reflejo que cada rayo confería sobre el rostro de Jungkook, podía leer un "tú puedes" salir de sus labios. Era inaudible pero, sin duda, el lenguaje que ambos habíamos desarrollado nos permitía comunicarnos de una forma distinta. Respiré hondo en varias ocasiones, pidiendo que funcionase por fin. Cerré los ojos, tratando de concentrar toda mi confianza, y presioné lo más fuerte que pude. Rápidamente y, sin pensarlo, una luz, que parecía proceder de otro mundo, iluminó por completo la estancia.

La habitación parecía más grande que de costumbre. Todo estaba vacío y nuestras respiraciones resonaban entre aquellas paredes que componían el amplio espacio. Posé mi mirada sobre el rostro de Jungkook y me sorprendió al descubrir que él no había apartado la suya en ningún momento. Al principio no sabía qué paso tomar a continuación pero, tras dudar un instante, me acerqué al lugar que ocupaba Namjoon. Seguía estático pero, en el fondo, era consciente de todo lo que sucedía. Por un momento, me avergoncé sabiendo que, quizás, la probabilidad de haber escuchado la conversación anterior era del cien por cien. En ocasiones, los sentimientos por alguien son tan profundos que no puedes evitar confesarte a la otra parte.

Seguí avanzando hacia él y lo observé fijamente. Sus facciones estaban relajadas y solo podía entender que se encontraba en un momento de paz absoluta. Jungkook se deslizó hacia donde me encontraba yo y, en un acto reflejo, me tomó la mano y entrelazó sus dedos. Una sonrisa involuntaria apareció en mis labios y, actuando como un espejo que refleja aquello que se encuentra ante él, ambos acercamos nuestros dedos índices al rostro inmóvil que, ahora, se ubicaba ante nosotros.

— Deberías sonreír más. Estás preciosa - añadió cortando el aire.

Sus palabras me pillaron por sorpresa pero evité perder la concentración: ya tendríamos tiempo para decirnos todo aquello que nos moríamos por contar.

— Supongo que estás tratando de desconcentrarme y ponerme nerviosa - respondí mirando al frente, pues sabía que su mirada estaba posada en mí - No creas que voy a ceder tan fácil.

Después de un largo instante esperando resultados, decidimos soltarnos y esperar pacientes algún tipo de respuesta. Era pleno diciembre pero, por algún motivo, allí dentro no hacía nada de frío. Recé para que despertara pronto, pues no podía esperar un minuto más paralizada en presencia de Jungkook. Él seguía observándome de reojo y, aún sabiéndolo, preferí ignorarlo para demostrarle que también podía mantenerme a raya de cualquier tipo de provocación por su parte. Había demostrado en más de una ocasión que le gustaba jugar con fuego, aún estando en una situación peligrosa donde alguien pudiese pillarnos infraganti.

— ¿Piensas que no me doy cuenta de lo que estás tratando de hacer? - decidí posar mi mirada en él.

— No estoy haciendo nada - dijo con una sonrisa pícara - Aunque tus ojos te delatan junto a tu respiración desbocada y tus mofletes rojos.

Su mirada emanaba esa intensidad que tanto me atraía. Lo prohibido siempre era una debilidad para mí pero, en esta situación, no podía dejarme llevar. No en presencia de alguien más. Él, en cambio, siempre encontraba alguna excusa factible para iniciar este juego peligroso que siempre acababa de la misma manera. Le gustaba ir al límite, ponerme a prueba para, posteriormente, dejarme comiendo de su mano y exigiéndole más. Pero el problema del volcán es que, aunque busque contener todo ese calor, acaba explotando. Por algún extraño motivo siempre era yo la que acababa en esta situación tormentosa. Siempre era yo la que acababa cediendo a mis impulsos. Así que, ahora, me tocaba a mí divertirme. Me tocaba a mí ser la máquina recreativa que terminaba ganando de la forma que fuera. Porque es divertido mantener la esperanza de comprar el oso que tanto anhelas, pero más entretenido es el hecho de crear expectativas sabiendo que siempre acabas ganando tú. Ahora me tocaba a mí jugar sus cartas para que entendiese que a este juego estábamos compitiendo ambos.

Cuando la luz te encuentreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora