Llegamos en un abrir y cerrar de ojos. El trayecto fue rápido y, a pesar del tráfico que había en la carretera, logramos llegar por la tarde. Desconocía el horario de cierre, pero confiaba en que Bridget todavía estuviese por allí para echarnos un cable. Aparcamos en una zona poco concurrida, a pesar de que eso era misión imposible en una ciudad como Nueva York, donde parecía que la vida no acababa nunca y donde siempre había cosas que hacer.
Harlem, a estas horas, estaba más lleno que de normal. La fama de peligrosidad que este barrio se llevaba, de alguna forma, quedaba patente, pues todos navegaban acompañados. Nos dirigimos hacia su establecimiento, mientras miramos en todas direcciones para ver si alguien nos había seguido o nos estaba controlando. Descendimos las escaleras y dimos con la puerta. Al parecer, había un cartel sobre la misma indicando que estaba cerrado. ¿Cómo era posible? Era viernes y el reloj marcaba las cinco de la tarde. Tras meditarlo un instante, Jungkook dio media vuelta y me indicó que, quizás, era mejor idea volver otro día. Probablemente había ocurrido un imprevisto de última hora, pero yo seguía dudando de todo. A través del cristal de la puerta no se veía ninguna luz que reflejara movimiento alguno en su interior.
— ¿Tienes alguna horquilla o alguna tarjeta? - le pregunté mirándole directamente.
Rebuscó entre sus bolsillos tratando de dar con algún objeto que me sirviera y, finalmente, me ofreció una tarjeta.
— ¿Crees que es buena idea? - dudó.
— Quiero que confíes en mí. Hay algo en todo esto que no me cuadra, así que lo mejor será salir de dudas.
Se mantuvo en silencio para ayudarme a concentrarme mejor y, tras varios intentos fallidos, la puerta cedió. Antes de acceder al interior, dimos un último vistazo fuera y todo pareció bajo control. Cerramos la puerta con cuidado, para evitar llamar la atención de quien fuera, y recorrimos aquella estancia que había ante nosotros. Estábamos en medio de un pasillo y, a la derecha, una puerta daba acceso al pub. No lo recordaba de esta manera pero supuse que era debido a que, cuando lo visité por primera vez, estaba abierto y no le estaba prestando atención a los detalles. Pensé que era buena idea encender las luces pero eso, probablemente, hubiera sido como cavar nuestra propia tumba.
Seguimos andando de puntillas, para ser lo más sigilosos posibles, y Jungkook sacó un arma que llevaba oculta en uno de sus bolsillos: el pantalón de cargo que vestía ayudaba mucho a guardarse cosas. La sostuvo en alto, mientras me hizo una seña para que me mantuviera en silencio. Continuamos mirando todo pero no encontramos nada de especial relevancia, así que optamos por dirigirnos, directamente, al pub. Abrimos con cuidado la puerta pero, al parecer, había sido forzada y fue muy fácil entrar. Ambos nos miramos con una mezcla de miedo y sorpresa, pues alguien se nos había adelantado. ¿Sabían que íbamos a venir aquí?
Accedimos y un rastro de sangre intenso y reciente nos marcaba la dirección en línea recta. No había presencia de nadie más pero el cartel The Enchanted parpadeaba, mientras algunas letras estaban fundidas. La puerta de allí también estaba abierta y descubrimos que, quien fuera que hubiera pasado por aquí, buscaba lo mismo que nosotros: a Bridget.
Nos apresuramos, mientras Jungkook seguía apuntando en todas direcciones, en caso de haber alguien escondido. Tras revisar detenidamente cada rincón oscuro, fuimos hacia nuestro destino.
A pesar de la abundante sangre que habíamos visto con anterioridad, allí no había nadie. Todo había sido desmantelado y algunos recipientes de cristal estaban rotos en mil pedazos sobre el suelo. Varios papeles destruidos sobre la mesa indicaban que, quien fuera el responsable de aquel acto, buscaba encarecidamente algo que, por lo visto, no había logrado encontrar. Pero, a pesar de todo, no había rastro de ella ni de su cuerpo. Jungkook salió apresurado, tratando de encontrarla, y yo me detuve a leer aquel post-it que había sobre la mesa.
— Si quieres recuperarla, deberás venir a visitarnos. ¿Hay trato? - leí en voz alta.
Corrió a mi lado, para comprender lo que acababa de leer, y tomó el papel amarillo que contenía aquel mensaje. Se parecía al mismo post-it que pegaron sobre la puerta de mi habitación en la base. A pesar de todo, era evidente quien estaba detrás de aquel acto. Pero lo peor de todo es que sabían que íbamos a venir hoy aquí, porque todo había sido muy reciente.
Estábamos en una encrucijada y aquello implicaba una amenaza directa hacia todos. Seguían empeñados en recuperarme, en conseguir poner el plan en funcionamiento. Me quedé pensativa, para tratar de idear una buena estrategia, pero todo eran malas ideas. Quizás podía presentarme allí pero, aunque se lo hiciera entender a todos, sabía que recibiría una negativa por su parte.
— Debemos irnos - cortó Jungkook.
— No sin antes encontrar lo que necesitas - me puse a rebuscar en la estantería.
— Eso puede esperar.
— No, no puede. Tu salud también es importante, ¿sabes?
— Estamos en peligro - bufó.
— Exacto. Tú también lo estás y no me pienso marchar hasta conseguir lo que vinimos a buscar. ¿Entendido?
Seguí mirando entre las diferentes cajas y recipientes. Desconocía el aspecto que aquel antídoto tenía, pero supuse que se debía tratar de algo único. El tiempo se nos acababa pero, a pesar de todo, no pensaba rendirme porque fue algo que me prometí. Y las promesas no deben romperse jamás.
— Según me comentó en su día, lo guardaba en un sitio especial. Dijo que, si alguna vez lo necesitaba pero no lo encontraba, que buscara en el lugar más inesperado - se unió a mí - ¿Recuerdas lo que me dijiste cuando accedimos a la habitación de Ava? Cuando queremos lograr encontrar algo escondido, tendemos a enfocarnos en los espacios más ocultos, porque damos por sentado que es ahí donde va a estar. Pero la realidad es que, si quieres pasar inadvertido, lo escondas en el lugar más obvio y más visible.
Se dirigió a la mesa y, tras un instante haciendo fuerza, despegó lo que había en la cara oculta de la misma. De allí extrajo una bolsa transparente, que contenía unos polvos de tonos rosados. Me sonrió, con una expresión victoriosa, y cuando creí que eso era todo, me mostró lo que tenía oculto en su otra mano: un pequeño dispositivo circular.
— Creo que acabamos de encontrar El Santo Grial - expresó con una sonrisa en su rostro.
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Cuando la luz te encuentre
FanfictionLo que parecía normal realmente no lo era y no fue hasta los 18 que pude descubrir que vivía en una completa mentira. Todo aquello que creí real era fruto únicamente de mi imaginación. Sin darme cuenta, mis decisiones no eran cosa mía sino de esos q...