Las clases empezaban a las 9 pero los nervios eran tales que necesitaba tener todo bajo control: una ducha por la mañana ayudaba siempre a empezar el día bastante enfocada y despejada. Tras desayunar un vaso de bebida de avena, colgué mi mochila en mi espalda, tomé las cosas más importantes y salí a toda velocidad. Necesitaba llegar a tiempo pues, de lo contrario, daría una mala imagen de mí misma. Pero, sobre todo, lo que más me preocupaba ahora mismo era la de encontrar la clase correspondiente.
Salí del edificio de mi residencia y me adentré en el edificio principal. Miré en todos los puestos de información y revisé las indicaciones hacia mi destino: aun así era todo tan nuevo que resultaba imposible ubicarme. Y, ante este instante de estrés momentáneo, logré chocar sin querer con un chico.
— Ups, perdona. No era mi intención - se arregló la chaqueta y, después de un instante, me miró. Era un chico alto, rubio, con unos ojos bonitos y cuyos labios eran bastante carnosos.
— No pasa nada. Pero, a la próxima, ve con cuidado - me miró de frente y, con una leve sonrisa, me permitió entender que no fue para tanto.
— Lo siento de nuevo - le di la mejor de mis sonrisas - Oye, ¿por casualidad no sabrás donde está la clase de Teoría de la Comunicación?
Tras titubear un rato, prosiguió.
— Vaya, precisamente esa es mi clase. Si quieres, podemos ir juntos.
Y, tras esta corta interacción, estaba al lado de un compañero de clase bastante simpático y del que no sabía ni su nombre. Pero su compañía resultaba agradable.
Después andar unos cuantos minutos, logramos encontrar el aula donde se impartiría nuestra primera lección. Algunas personas ya estaban sentadas pero aún había suficiente espacio para decidir si estar en primera fila, segunda o, directamente, al final. Según mi corta experiencia, la mejor ubicación era en medio, ya que pasabas desapercibida y podías seguir la lección sin ningún problema. Bueno, el concepto "seguir la lección" también era relativa pues dependía, en gran medida, de cómo era el profesor y su manera de enseñar.
— Por cierto, me llamo Jimin. Encantado de conocerte - Me tendió la mano con la misma agradable sonrisa de hacía un instante y, tras esto, se dirigió al final.
— Chloe Salvatore. Encantada.
Tras verle alejarse me decanté por sentarme en un extremo de la fila de en medio y, hasta el inicio de la lección, iba entrando gente poco a poco: algunos en grupo y otros a solas. Por suerte, encontrarme con casualidad con Jimin había facilitado bastante la tarea de encontrar el aula pues, de lo contrario, ¿quien sabe? Habría terminado en otra clase y teniendo que pedir disculpas por mi equivocación.
"No, no, vaya vergüenza hubiera pasado"
— Disculpa, ¿este asiento está ocupado? - dijo una voz femenina a mi lado mientras señalaba el asiento que estaba justo a mi derecha.
— Puedes sentarte sin ningún problema - aparté mis pertenencias personales y me decanté por saber de donde procedía la voz.
A mi lado, una chica alta, de tez morena, cabellera castaña chocolate y ojos verdes me dio una sonrisa enorme. Era bastante bonita y simpática: pensaba que iba a resultar más complejo esto de conocer a gente pero, por el momento, todo estaba yendo como esperaba.
— Ah, por cierto, me llamo Priya. Un gusto.
— Chloe, encantada de conocerte. ¿Por qué...? - le devolví la sonrisa pero una voz irrumpió en clase.
— Mi nombre es Matthias pero podéis llamarme profesor Matt - todos se quedaron perplejos observando al profesor con un estilo bastante bohemio y peculiar - Supongo que estáis en esta asignatura porque aspiráis a empaparos de conocimiento sobre la comunicación en sí misma. Solo puedo deciros que esta es una asignatura emocionante y llena de retos, donde deseo poneros a prueba y que expreséis todas vuestras dudas e ideas sin ningún miedo. Pero, sobre todo, mi función es que seáis seres reflexivos - la clase estalló en una fuerte carcajada. Al parecer todos sabíamos que se trataba del típico discurso de bienvenida para caer bien y ganarse a los alumnos de forma rápida. Pero la realidad era muy distinta.
En realidad, los primeros días de curso solían ser aburridos: eran horas malgastadas en presentaciones de lo que en teoría iba a ser la asignatura y que, después, raramente se cumplía. Tras el largo discurso que nos soltó Matt era el momento que, si tuviese que catalogar con una palabra, sería "infierno": las presentaciones personales. Siempre me ha dado igual pero, ante una clase tan inmensa como la mía y con más de 100 alumnos, todo empezaba a importarme más.
— Buenas, me llamo Chloe y mi objetivo es el de aprender y asimilar nuevo conocimiento. Sobre mí, ¿qué podría decir? Bueno, estaba viviendo en Nueva York y me he mudado por las ganas de cambiar que tenía. A parte de eso, escribo en mis ratos libres y deseo dedicarme a ser redactora en alguna editorial de moda, pues es algo con lo que disfruto mucho - todos mis compañeros estaban mirándome expectantes y no se escuchaba ninguna mosca. No tenía un espejo pero podía presentir que estaba roja como un tomate y que tenía ganas de terminar mi intervención ya que, cuando me ponía nerviosa, me trababa con facilidad.
— Muchas gracias Chloe. Esperemos que te adaptes a este nuevo curso de forma correcta y puedas aprender mucho - me dio una gran sonrisa indicándome que podía sentarme - Siguiente.
Después de mi habló Priya y, poco a poco, todos hasta llegar a la última fila donde estaba Jimin y el resto de compañeros. Tras una hora y media en el aula, el timbre sonó y fue el momento de salir para encontrar la siguiente aula. Junto con mi nueva amiga, salimos de la clase tratando de encontrar la siguiente pero, sin esperarlo, una mano me detuvo. Era Jimin.
— Buenas, dado que eres nueva en esta gran ciudad me preguntaba si querías apuntarte a una fiesta de bienvenida que haremos el próximo sábado. Es libre: puedes venir si quieres pero ya sabes, en momentos en que todo resulta desconocido, esto puede ayudarte a sentirte integrada - me tendió la invitación. Era brillante y muy bonita - ya sabes: si lo deseas, allí estaremos - dijo mientras se alejaba.
— Espera... ¿Habrá mucha gente? - dije tratando de detenerle.
— Pues... ¡bastante! Además, puedo presentarte a algunos amigos y pasarlo bien. Ya sabes: ¡cuantos más mejor! - me guiñó el ojo y se marchó.
Priya siguió a mi lado esperándome para ir juntas a la siguiente lección. Por el camino le pregunté si ella había recibido invitación y, tras confirmármelo, fuimos juntas a la siguiente aula.
— Por cierto, ¿qué querías decirme antes en el aula?
— ¡Ah! Nada de vital importancia - y tras esto entramos en el aula.
...
"Qué bien que hayas llegado sana y salva. ¿Cómo está yendo todo? ¿Te está resultado complicado adaptarte?"
Cuando menos lo esperaba, la notificación de WhatsApp terminó afectando al transcurso de la clase. La profesora Rogers se paró en seco, levantó la cabeza y se quedó mirando en mi dirección. Se acercó desde la parte baja hacia la parte elevada donde estaba sentada.
— Señorita, sé que tiene 18 o está a punto de cumplirlos pero le pediría que, durante la clase, mantuviera el móvil en silencio. No quisiera que una distracción pudiese afectar al resto de compañeros - me observaba esperando una disculpa por mi parte pues, de lo contrario, no desearía pasar ese instante de vergüenza donde los profesores se entrometían en conversaciones ajenas y terminaban obligándote a compartir, con el resto de clase, aquello que sucedía en una conversación.
— S-sí, lo s-siento pr-profesora. No volverá a ocurrir - en un ataque de nerviosismo, toda roja y mientras el resto me miraba, desactivé la vibración y guardé el teléfono, de nuevo, en mi mochila.
"Genial Chloe, primer día y primera llamada de atención."
Y a eso lo llamaba empezar bien el primer día de clases.
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Cuando la luz te encuentre
Hayran KurguLo que parecía normal realmente no lo era y no fue hasta los 18 que pude descubrir que vivía en una completa mentira. Todo aquello que creí real era fruto únicamente de mi imaginación. Sin darme cuenta, mis decisiones no eran cosa mía sino de esos q...