Me tumbé sobre la camilla que habían preparado especialmente para mí. Me recordaba a las típicas salas de los dentistas, con sus luces blancas y brillantes que iluminaban cada rincón. En los laterales habían dispuestas varias máquinas y, justo delante de mí, había una gran pantalla que deduje que era para enseñar radiografías o lo que hiciesen allí.
Estaba bastante relajada y todos observaban pacientemente al otro lado de la ventana. Algunos me mandaban fuerzas en forma de señal y otros caminaban de un extremo a otro, embargados por el temor de que algo fuera a salir mal.
— Voy a inyectarte anestesia y, cuando despiertes, te lo habré extraído por completo. Respira hondo.
Seguí las indicaciones del doctor y, en pocos minutos, un sueño profundo me fue invadiendo. En la lejanía escuchaba voces que fueron haciéndose cada vez más distantes. Abrí los ojos y no había nadie alrededor. La luz parpadeaba incesante y todo estaba en relativa calma.
— ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
Mi voz resonaba y decidí salir al pasillo. Estaba todo desierto y vacío.
"¿Dónde habían ido todos?" Seguí andando, clamando auxilio y esperando que hubiese algún alma caritativa por allí capaz de ayudarme. Mi voz rebotaba sobre las paredes y sabía que algo estaba yendo mal. Decidí gritar lo suficiente hasta desgastar mis cuerdas vocales, pero una voz me calmó.
— Tranquila Chloe, estamos aquí - Ava estaba abrazándome.
— Has tenido una pesadilla: justo como imaginé - el doctor me sonreía - uno de los efectos secundarios de este tipo de anestesia especial que usamos en este laboratorio es experimentar algún tipo de alucinación.
— Menos mal que solo fue un delirio momentáneo - dije incorporándome - ¿Cómo ha ido todo? ¿Habéis logrado extraerlo?
El doctor me acercó la bandeja sobre la que se encontraba el extraño objeto negro. Me quedé varios minutos observando cada detalle de aquel elemento dado que me sonaba de haberlo visto en algún lugar.
— Un segundo - saqué el móvil de mi bolsillo y busqué una imagen de mi galería. Se la enseñé al resto - esa pieza extraña ya estaba en uno de esos documentos de los que os hablé el otro día.
— Como habrás podido comprobar, es la segunda pieza que nos faltaba y de la que te hablé - Ava sacó la otra de su bolsillo.
Cogí ambas partes con mi mano y traté de encontrarle un sentido a aquello que había ante mis ojos. Las uní hasta crear un único objeto. Todos analizamos aquello en absoluto silencio pero Jimin cortó nuestro momento de concentración.
— Se supone que habíamos decidido reunirnos para que Chloe siguiera contándonos parte de la historia que ayer empezó. Y allí podremos discutir también la funcionalidad de esa cosa.
A pesar de mi estado, pude levantarme con total normalidad y, tras despedirnos del doctor, regresamos al mismo lugar en el que estuvimos ayer. Suga, en cambio, tuvo que dirigirse hacia el baño, pues su rostro indicaba que no se encontraba muy bien. Posteriormente, se incorporó a nosotros y, una vez todos reunidos, subí al escenario de nuevo.
— Tal y como nos contaste ayer en tu relato, ¿encontraste la manera de volver a acceder al despacho de tu padre?
La pregunta de Namjoon me permitió reconectar con lo que estuve explicando ayer.
— ¡Ah sí! Como os estaba diciendo, cada vez sentía que mi madre aumentaba las dosis de ese extraño ingrediente que había optado por añadir a mi comida. Por lo tanto, sabía que tenía poco tiempo para encontrar la manera de acceder a esa guarida. La parte positiva de redactar un diario secreto era poder releer para tratar de recordar aquello que iba pasando - bebí agua - finalmente, mediante un foro pude encontrar un lugar que podría ayudarme. Acudí a una mujer, con alma de bruja, que trabajaba de extranjis en un local bastante escondido de la ciudad.
— ¿Recuerdas cómo se llamaba? - preguntó.
— Era algo así como The Enchanted, aunque no recuerdo exactamente el nombre. Estaba ubicado tras una puerta secreta en un pub de Harlem. Fui presencialmente al sitio para investigar y saber más, a pesar de que sabía que estaba en un lugar bastante peligroso para una niña como yo. La gente, al pasar, me observaba de forma extraña, como si me hubiese perdido.
— ¿Cómo lograste convencer a tus padres de salir de casa? - preguntó Ava.
— Tuve que excusarme con que iba a salir a hacer deporte. Realmente, tampoco necesité ninguna excusa puesto que lo hacía cuando ambos no estaban en casa y me aseguraba, primero, de que tardasen en llegar.
— ¿Alguna vez te sentiste perseguida? - Ava quería saber más.
— Al principio no, pero una vez vi un Mercedes negro con cristales tintados aparcado enfrente del pub. Estaba un largo rato y luego se marchaba. Era casi un ritual.
Recordar estos sucesos me permitía ser mucho más consciente de una realidad a la que, por aquel entonces, trataba de quitarle importancia.
— Cuando descubrí aquel lugar, accedí al interior y, a pesar de preguntar al personal sobre el misterio tras la puerta secreta, todos rehuían y me gritaban que me marchase, que aquel no era un buen lugar para una niña como yo. Buscaban asustarme pero yo seguía allí. En una de mis visitas, pronuncié la palabra Enchanted y se quedaron paralizados. Finalmente, me indicaron por donde podía acceder. - nadie parpadeaba - Cuando entré en aquella pequeña sala, una mujer de unos 60 años me recibió. Tenía el pelo largo gris, ondulado y vestía con unos harapos dignos de una mujer que se autodenominaba bruja. Su nombre era Bridget y, por su expresión, deduje que no esperaba jamás la visita de alguien como yo. El ambiente olía a una mezcla de ámbar e incienso y me mantuve quieta hasta recibir señales de vida por su parte.
— ¿Al principio confió en ti? Por lo que dices, todos te observaban de forma inusual - Al parecer Suga se quedaba con la información y analizaba muy bien todo.
— Al principio fue difícil entablar una conversación con esa mujer. Luego le hablé de Somnum y le mostré una pequeña bolsa de plástico que contenía aquellos polvos que había estado ingiriendo. Los ojos parecían salírsele de su cuenca, dado que estaba muy perpleja por lo que estaba viendo. Me preguntó cómo supe sobre esa pócima y, más tarde, trató de ahuyentarme del lugar, pues esos polvos iban en contra de lo que ella hacía. A base de paciencia le expliqué de dónde los saqué y la razón de necesitar esa receta secreta. Accedió a ayudarme pero, primero, tuvo que asegurarse de que era de fiar. Posó sus manos sobre mi cabeza, puso los ojos en blanco y pareció estar en trance. Pronunció unas palabras extrañas y de sus labios salió un "Chloe, huye mientras puedas. Ya vienen". Me miraba como si fuera un monstruo pero, aún así, me ayudó. Me dio la pócima y me devolvió el paquete con los polvos. Y, luego, me expulsó de su sala cerrando con llave y amenazándome con que, si no hacía eso que me había pedido, terminaría pagando las consecuencias.
— ¿La creíste? Por lo que cuentas, parecía una mujer fuera de sí misma - Jungkook era muy escéptico.
— Al principio pensé que exageraba pero por su expresión parecía estar diciendo la verdad - respiré hondo - Sabía que la única forma de saberlo era probando la pócima. Si me estaba alertando era porque sabía que iban a suceder cosas. Entonces, ¿por qué me ayudaría sino?
— La cuestión es esa: ¿por qué te ayudaría si a penas te conocía? - continuó Jungkook.
— Bueno, tú hablaste de protegerme sin a penas conocerme, ¿cierto? - enmudeció - El caso es que, mientras pronunciaba esas palabras dijo mi nombre: Chloe. Eso me asustó porque, ¿cómo es que sabía mi nombre esa señora a quien no había visto nunca y a quien no se lo dije?
Todo era cada vez más rocambolesco pero necesitaba llegar al final de este asunto y sabía que, entre todos, lograríamos resolver el caso.
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Cuando la luz te encuentre
FanficLo que parecía normal realmente no lo era y no fue hasta los 18 que pude descubrir que vivía en una completa mentira. Todo aquello que creí real era fruto únicamente de mi imaginación. Sin darme cuenta, mis decisiones no eran cosa mía sino de esos q...