Capítulo 38

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— Venga, accedamos - Jimin siguió hablando en voz baja.

Se escuchaba mucho barullo desde el exterior y la música a todo volumen ayudó en nuestra labor de pasar desapercibidos. Ellos seguían avanzando pero yo opté por detenerme en un lugar donde no se me pudiera ver. Por lo que pude visualizar, se trataba de una enorme sala con dos niveles superiores y una tarima circular en medio de la gran sala. Encima de esta se ubicaba un señor que portaba en su mano un micrófono brillante plateado. Observé a la gente que se encontraba en esos precisos instantes alrededor de este y todos vestían con trajes lujosos. Pero, aún así, todos tenían algo en común: llevaban un pinganillo que se ajustaba a la oreja y que emitía destellos. La sala en sí misma, al igual que sus integrantes, mostraban constantemente la idea de la luz a través de los distintos objetos. Esto resultaba bastante contradictorio con la palabra que daba nombre a la sala.

Aparté la vista para encontrar una forma de escabullirme de allí y vi como Jungkook, Taehyung y Jimin estaban haciéndome gestos con las manos para que fuera donde estaban. Pensé en una manera eficaz de salir de mi escondite y opté por reptar por el suelo: si me pillaban, no tendría a penas tiempo de reaccionar. Fijé mi atención en ellos para evitar distraerme. Por suerte, iba vestida de negro y eso siempre ayudaba a camuflarse mejor.

Después de un buen rato deslizándome por el suelo, llegué a donde estaban ellos y me tendieron la mano para ayudarme a levantarme.

— ¿Por qué has hecho eso? Casi nos matas del susto - susurró Jungkook con cara de pánico.

— ¿Estabas preocupado? - le sonreí pícaramente.

Bufó restándole importancia a mi pregunta y se puso detrás con tal de cubrirme las espaldas. El pasillo estaba despejado y a penas había actividad en ese lugar.

— Vale chicos, ¿cuál es el plan? - estaba realmente agotada.

— Según hemos visto hay dos pisos más hacia arriba lo cual, quizás, no sea tan buena idea, pues estará repleto de vigilantes. Pero, antes de que me interrumpáis, lo mejor será dividirnos en dos - comentó Jimin - ¿Qué os parece?

— Es buena idea. De esa manera, lograremos explorar el edificio al completo - estaba de acuerdo con él - Por cierto, en uno de los bolsillos del vigilante encontré este walkie, ¿alguien desea llevarlo o preferís que me lo quede yo?

— Si queréis, nos lo puedes dar a nosotros y vosotros os encargáis de ir al subterráneo - Taehyung me guiñó un ojo.

— Un momento, ¿esperáis que vaya con él? - no podía creérmelo.

— Exactamente. Así resolvéis esa tensión que tenéis y también os ayudará a limar asperezas - Jimin se rió y se dirigió a la escaleras.

Ambos ascendieron las escaleras que había ubicadas al fondo del pasillo y, a mi lado, un Jungkook divertido me sacó de mis ensoñaciones para indicarme que era demasiado peligroso quedarnos quietos.

— ¿Ha sido esto idea tuya? - pregunté queriendo saber el por qué de esa decisión.

— ¿Mía? No, para nada - su expresión seguía sido jovial - Venga, solo hace falta ver tu cara cuando estás cerca de mí: eres muy obvia.

— ¿¡Perdón!? No mientas tanto.

— ¿En qué he mentido exactamente?

Se giró para mirarme de frente y posó su mirada sobre la mía para ver cuánto podía aguantar observándole. Mis manos empezaron a sudar. Tragué nerviosamente y un ardor empezó a cubrir mis mejillas. Sabía que estaba roja y él era consciente de lo que provocaba en mí, por lo que continuaba con ese juego que parecía entretenerle lo suficiente.

Escuchamos unos pasos y unas voces que se iban acercando a donde estábamos. No podían descubrirnos ahora: no cuando nos había salido todo bien hasta el momento. Jungkook tiró de mi brazo y nos metimos en el primer cuarto que encontramos. Era una habitación diminuta que me hizo pensar que era la sala de la limpieza. Todo estaba a oscuras pero las escasas dimensiones de aquella estancia obligaron a que nuestros pechos estuvieran pegados. De repente, mi respiración se aceleró y decidió poner su mano sobre mi boca para evitar que, desde fuera, se me escuchara.

Estaba paralizada por completo y no sabía como reaccionar. La gran suerte fue que la oscuridad no permitía sacar a la luz mi cara roja como un tomate. Cuando sus manos tocaron mi rostro, sentí un ardor parecido al de las llamas cuando queman, poco a poco, los pedazos de papel. No podía a penas moverme ni pensar con claridad, pero sentí como su respiración también se aceleró lo suficiente como para que mis nervios fueran en aumento. A pesar de no poder ver nada, sentía sus ojos dilatados mirándome profundamente, como quien observa durante horas un lago profundo tratando de entender qué hay más allá de la simple superficie.

Las voces cada vez eran más claras. Al parecer, una voz femenina y una masculina charlaban sobre lo extraño que era no haberme presentado cuando había sido invitada a su evento. Ella maldecía, pues le resultaba imposible de creer que a pesar de la bonita invitación, les hubiera dejado plantados de esa manera. Yo, en cambio, maldije porque se habían quedado parados enfrente de donde estábamos escondidos y porque necesitaba salir de allí antes de que algo más sucediera. Tras unos largos minutos, ambas personas continuaron su trayecto y el sonido de la puerta al cerrarse nos indicó que estábamos a salvo de momento.

Permanecimos ocultos esperando un par de minutos más para convencernos de que, realmente, todo estaba en calma.

— Estamos a salvo, podemos salir - Jungkook susurró en mi oído - Parece que el corazón se te vaya a salir del pecho.

Salí rápidamente de allí y, sin esperarlo, su aroma se quedó impregnado en mis fosas nasales. Olía demasiado bien. Él seguía mirándome mientras se reía, demostrándome que disfrutaba cuando experimentábamos esas situaciones.

— Deja de mirarme de esa forma.

— ¿Cómo te miro exactamente? - trataba de hacerse el tonto mientras tenía esa sonrisa que tanto me gustaba.

— Bah, déjalo - no quería meterme en un jardín.

Miramos a ambos lados del pasadizo y seguimos adelante buscando encontrar las escaleras que nos condujeran al subterráneo. No habíamos vuelto a ver al resto de chicos e, internamente, un miedo se apoderó de mí pensando que algo malo les hubiera pasado. Fuera de esta zona las voces de gente gritando y divirtiéndose, a lo lejos, seguían escuchándose, pero presentíamos que lo mejor todavía estaba por llegar.

Era extraño que no hubiera más seguridad y que no les resultara sospechoso que el vigilante de la puerta se hubiera desmayado. Me preguntaba acerca de la ventaja real de la que disponíamos para que nuestro plan se cumpliera al 100%.

A pesar de todo, me sentía protegida al lado de Jungkook y, a pesar de su faceta de chico malo, sabía que no dejaría que nada malo me pasase.

Cuando la luz te encuentreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora