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Sofía

Habían pasado unos dos desde que me había enfermado y lamentablemente hoy volví a clases. Antes de entrar a la sala mire esta y al ver a los ahueonao de mis compañeros las ganas de volver a mi casa llegaron de inmediato

—Hola —salude con un beso en la mejilla a la Fran mientras me sentaba en mi puesto.

—¡Por fin! Ya no aguantaba un día mas sin ti —exagero haciéndome reír.

—Voy hacer que te creo.

La Fran me miró ofendida.

—Pero si es verdad, sin ti todo es aburrido —hizo una mueca.

—Pero estuviste con el Mateo al menos.

Soltó un bufido.

—El Mateo es más fome, me gusta mas estar contigo —me sonrió ignorado por completo a nuestro amigo que estaba delante de nosotras mirándonos.

—Voy hacer como que no escuché eso hueona —se sentó frente a nosotras—. Hola Sofi.

—Hola Mateo —sonreí.

—¿Y a mi no me saludas feo culiao? —pregunto indignada la Fran.

—Ahora po sapa culia, después de que andai diciéndole que soy fome —se cruzo de brazos.

Mi amiga le sonrió.

—Era una bromita —la Fran se inclino un poco para darle un beso en la mejilla, un poco brusco —. Tu sabi que te amo.

—Si claro —rodó los ojos mientras se limpiaba en donde nuestra amiga le había dado un beso—. ¿Te sientes mejor Sofi?

—Sii, gracias por preguntar—le sonreí.

—Yo también estoy mejor, porque ya tendré que soportar al llorón culiao —miró al Mateo.

—Nadie te pregunto Francisca, mejor cállate.

—Cállate vo mono culiao —la Fran le la si el estuché.

Mientras yo solo rodee los ojos, estos hueones eran como el perro y el gayo, pasaban peleando casi todo el día. Pero en el fondo, muuuy en el fondo se querían.

—Ya paren la huea los dos —hablé algo ya aburrida, haciendo que se quedaran callados.

Tenía que admitirlo, a pesar de que estos dos pasaron peleando como matrimonio disfuncional, haciendo que me llegara a doler la cabeza, igual los había extrañado. Estaba acostumbrada a verlos todos los días y huebiar con ellos. Aunque no negaré que disfrute de mi pequeño descanso sin sus dramas.

|•••|

Íbamos saliendo de la sala con los chiquillos hasta que me vista se encontró con el Amaro y el Benja, ambos estaban apoyados en la la pared que estaba frente a nuestra sala. Supuse que vendrían por la Fran.

—¿Nos vamos? —preguntó el Benja una vez que se acercó a mi amiga.

La Fran le asintió.

—Antipática —me sonrió a lo que yo solo rodee los ojos—. ¿Tú irás?

—¿A donde?

Me amiga se giró hacia mi.

—Se me fue avisarte, pero vamos a salir con los chiquillos y... no puedes decir que no.

Yo la mire obvia.

—Ni siquiera me preguntaste si quería —me crucé de brazos.

¿Otra vez tú? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora