4. Miami

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“That was when I ruled the world”

Charles escribió, suspirando al releer nuevamente la letra de la canción, le gustaba, tenia ese toque trágico, pero contaba una historia.

Estaba ansioso, le había pedido a Pierre confirmarle a Arthur que estaría en el gran premio de Miami apoyándolo, pero ahora, sinceramente estaba arrepentido.

No estaba listo para acercarse de nuevo, no despues de como había arruinado sus vidas, los había destruido, fue tan grosero, tan resentido, que dañó lo único bueno que tenía.

Y ahora se sentía peor, pues ellos no dejaban de buscarlo y el solo era cobarde, estaba aterrado de volver a verlos, tenia tanto miedo de regresar y que lo culparan por los ultimos años de angustia, por como su actitud había sido un detonante para la enfermedad de su padre y como eso lo había llevado a la muerte.

Tenia miedo de ver otra vez esa mirada en sus ojos cuando se dieron cuenta que era un monstruo, que era cruel, insensible y que estaba dañado, tanto que solo dañaba a quienes se acercaban mas de lo debido.

— Charles, vamos, el coche está listo. — le sonrió emocionado. — Arthur estará feliz por verte.

— No lo se, en realidad lo dudo... — suspiró, tomando su pequeño cuaderno y lapiz con el.

— ¿Que traes ahí? — Pierre lo miró curioso, subiendo con él al auto.

— Escribí una canción, es terrible, pero me gusta. — suspiró, mostrandole la letra. — ¿Que te parece?

— La letra es buena, seguro Seb lo aprueba. — sonrió.

Continuaron el camino en un cómodo silencio, Charles realmente se sentía tranquilo con Pierre a su lado, él le transmitía paz, confiaba en él.

Divisó el autódromo y los nervios comenzaron a llenarlo, ¿y si era una mala idea? Quizá lo mejor sería dar la vuelta y regresar a la seguridad de su casa, encerrarse en las cuatro paredes de su habitación junto a su piano y olvidarse del mundo.

El francés observó la creciente ansiedad en el rostro de su jefe y mejor amigo, estaba nervioso, a punto de tener un ataque de pánico, así que le pidió al chófer detener el auto.

— Oye, a Arthur le encantará verte ahí, pero si aun no estas listo, podemos regresar a casa, le mandaré una disculpa y listo, no haremos nada que no quieras. — le sonrió, mientras él asentía.

— Podemos verlo desde la distancia, que él no me vea ¿si? No estoy listo, no quiero enfrentar todo aún. — negó, regulando su respiración.

— Podemos hacer lo que quieras Charles.

El ojiverde asintió, dejando al chófer volver a avanzar, hasta adentrarse en el autódromo.

Ambos bajaron del auto y se dirigieron al paddock, Charles se detuvo abruptamente al ver a Lorenzo ahí, estaba hablando algo con Arthur, ellos no lo habían visto aún y el ojiverde quiso correr, pero sus piernas no le obedecían, se negaban a dar un paso más.

El pánico lo inundó poco a poco, al sentir la mirada de ambos sobre él y escapó, a pesar de las insistentes llamadas de Pierre, solo se alejó en dirección contraria, evitando con ello el encuentro con sus hermanos.

¿Por qué había ido? No se sentía listo, no estaba preparado para volver a hablar con ellos, no, no debió ir, todo eso había sido un error.

Se detuvo al llegar a una especie de motor-home y suspiró de forma ruidosa sentía que no podía respirar, sentía que se ahogaba.

Trató de controlar su ansiedad, el temblor de sus manos y el repentino dolor de sus marcas y cicatrices, su mente estaba jugandole una mala pasada.

— Hey, ¿estas bien? — una voz llamó de atención, sacándolo de sus pensamientos.

Ágape ||• Charlos •|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora