37. Mamá.

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El sonido de la puerta del baño abriéndose interrumpió sus pensamientos y ahí estaba él, imponente como lo recordaba, sonriéndole de la misma forma que solía hacerlo cuando era un niño, transmitiendole el mismo miedo que antes.

— Charlie, mi querido niño. — se acercó lentamente, cerrando la puerta con seguro. — Te extrañé mucho mi bebé.

Estaba aterrado, retrocediendo lo mas que podía, quedando atrapado en la esquina del lugar.

— Me costó tanto encontrarte cariño, mi pequeño. — acercó su mano hasta el rostro del menor, acariciándolo con delicadeza, para después acercar su rostro hasta su cuello y aspirar en el. — Hueles igual de bien que hace años Charlie.

Estaba paralizado por el miedo, su mente estaba en blanco, recordando cada una de las escenas mas horrorosas de su vida, no podía moverse, no podía gritar, no podía alejarse, tenía miedo, tanto que ni siquiera podía pensar en nada mas.

— ¿Sigues siendo un buen chico Charlie? — sonrió, apartándose un poco. — Dime, ¿aun eres mi chico perfecto?

Se acercó de nuevo a su cuello, pasando su lengua por el, logrando desesperarlo más.

— Por favor no. — murmuró el monegasco en voz muy baja.

— Te busqué por muchos años Charlie. — sonrió. — Dejame disfrutar un poco tu presencia.

— ¿Por qué? — volvió a murmurar, casi inaudible, como un reclamo a Dios, si existía, o al universo.

— Lo hice porque te amaba, te amo aun, por eso te busqué por tantos años, hasta que apareciste en ese programa de televisión y luego vi una revista con tu foto en la portada, pero no me gustó, no me gustó nada verte tomado de la mano junto a ese tipo y no me gustó ver que vas a casarte con el. — negó. — ¿Ya olvidaste que eres mío? Tu sólo eres mío, ¿tengo que recordártelo?

— No. — negó, estaba en shock por el miedo.

— Bien. — lo tomó a la fuerza del rostro, besándolo con violencia, invadiendo cada espacio de su boca, mientras Charles trataba de resistirse, empujándolo. — Yo te cree Charlie, yo te hice quien eres, no puedes cambiar eso cielo.

— Tu solo me rompiste, tu y esa mujer. — le reclamó el menor cuando logró safarse. — Y Carlos, el me ayudó, el me enseñó el amor, no tu.

Hablaba en voz baja, tenía miedo, tenía tanto miedo y se odiaba por ello, ¿que acaso no era alguien fuerte? Había ido a terapia por ello, esto no debería estarle pasando de nuevo.

William estaba furioso, lo tomó con brusquedad de los brazos, dándole vuelta hasta pegar su cuerpo contra la pared, sometiendolo por completo.

— ¿Ah si? Yo te mostraré como se siente el amor Charlie. — besó su cuello, dejando marcas en él, mordidas y manchas rojizas.

— Sueltame, por favor. — lloró, sintiendo como el otro le desabrochaba el pantalón. — Ya no me lastimes, te lo suplico.

— No te voy a lastimar mi niño, es solo que te extrañé mucho. — murmuró en su oído, mordiendo el lóbulo de su oreja. — Extrañé tu olor, tu sabor, el como te sientes.

Charles se sentía sucio en ese momento, asqueado de si mismo, estaba abusando de él y él se lo estaba permitiendo, estaba siendo nuevamente ese crio asustado, como si tuviera 13 años de nuevo, se sentía exactamente igual, débil, dolido y se odiaba, se odiaba tanto.

Sintió cuando la tortura terminó e inevitablemente lloró, estaba sucio, otra vez estaba sucio.

El menor tomó toda la fuerza que había en su cuerpo y lo empujó, logrando al fin alejarlo de el, tirándolo al suelo, mientras recomponia su ropa lo mejor que podía.

Se apresuró a quitar el seguro de la puerta y justo cuando iba a salir, su voz lo detuvo.

— No importa a donde huyas Charlie, mi amor siempre va a encontrarte, siempre voy a ir por ti, tu eres mi chico, mi niño perfecto. — sonrió. — Alejate de ese piloto o tendremos problemas, te castigaré si no lo haces, ¿lo comprendes? Eres mio, solo mio y voy a demostrartelo las veces que sean necesarias hasta que lo comprendas.

El monegasco no respondió, solo salió huyendo, casi corriendo de ahí.

Abandonó el lugar, encontrándose con John afuera, esperando por el.

— ¿Señor Leclerc? — se acercó a el, abriendo la puerta del coche.

— Espera a Pierre por favor. — murmuró, aun ausente, comenzando a caminar por la acera.

Su mente estaba consumiendolo, estaba volviéndose loco, quería llorar, quería hacerse bolita como cuando era un niño, esconderse en cualquier lugar, desaparecer.

Tomó su telefono, observando los mensajes de Carlos, mientras lagrimas se formaban en sus ojos y comenzaban a fluir, nublando su vista.

Guardó su telefono en el bolsillo, dejandolo sonar con los cientos de llamadas perdidas de Pierre, Carlos, George, Kimi e incluso Sebastian, centrándose solo en seguir caminando por las oscuras calles de Florida.

Había puesto un mar de distancia entre los recuerdos y el, pero aun así lo habían alcanzado, sus pesadillas habían llegado hasta el, los que lo convirtieron en el monstruo que era.

Se sentó en el borde del gran mirador, dejando colgar sus piernas al vacío, mientras lloraba, desgarrandose de rabia y dolor, quería desaparecer, todo sería mas fácil si lo hiciera.

¿Y si solo se balanceara un poco mas fuerte? Lo suficiente para perder el equilibrio y caer, ¿si moría los monstruos morirían con el?

Tomó su telefono, marcando un numero que conocía de memoria, aquel que tuvo tanto miedo de marcar en el pasado.

Uno, dos, tres timbres, hasta que una suave voz respondió, haciendolo calmar un poco los nervios.

— Mamá. — murmuró en voz baja, pero aun así dejando ver su voz rota.

— Charles, mi amor, hijo, ¿que pasa cariño? — el monegasco pudo distinguir la emocion en su voz.

— Ella volvió, ellos volvieron, los monstruos estan aqui. — lloró, notando como la mujer se quedaba en silencio por un momento. — Volvieron por mi, para lastimarme de nuevo, no quiero, yo...

— ¿Donde estas mi amor? No hagas lo que estas pensando hijo, por favor. — murmuró preocupada, alejando un poco el telefono. — ¡Amelie! Ven ahora.

— No quiero estar aquí, ya no no puedo hacer esto. — negó, llorando.

— Puedes mi amor, se que puedes, eres fuerte cariño. — lloró, explicando a la chica que Charles estaba en la linea. — Consigueme un boleto de avion a Florida ahora, no importa lo que cueste, debo salir ahora mismo.

— Quiero desaparecer, por favor, ayudame a escapar mamá, te necesito. — lloró aun mas.

— Mamá va a ir a cuidarte cariño, solo ve a casa ¿si?, estaré ahí al amanecer, estaré contigo. — secó sus lagrimas. — Mamá ahuyentará los monstruos por ti mi vida.

El monegasco asintió, colgando el telefono, para despues activar su ubicación y esperar, esperar a que Pierre fuera por el.

Pocos minutos despues así fue, Pierre llegó junto a John y corrió hasta el, abrazándolo con fuerza.

— ¿Que paso? ¿Por qué saliste así? — preguntó preocupado, revisando que estuviera bien, aunque claramente no lo estaba.

— Quiero irme a casa Pierre. — no dijo nada mas y subió al auto.

¡Gracias por leer!❤

Los amo, besos ✨

Ágape ||• Charlos •|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora