23. Primer día.

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— Solo habla con él hoy, si no quieres volver lo entenderé y no volveré a entrometerme, lo juro. — Carlos acarició su mejilla y Charles asintió, aun mareado por las emociones que había ocasionado en su sistema el beso anterior.

El español se separó a regañadientes, tomando distancia antes de salir y avisar a Kimi que ya todo estaba bien, quien solo sonrió, mientras negaba.

— Yo, los dejo solos. — el de ojos cafés murmuró, saliendo del consultorio, dándole una última mirada a Charles.

— Puedes sentarte Charles. — sonrió el rubio. — Lamento que Carlos te trajera de esa forma, hablaré seriamente con el.

— Está bien. — murmuró con tímidez.

Kimi tomó asiento en su cómodo sillon, tomando un cuaderno y un lapicero, que después dejó sobre la mesita de cristal.

— ¿Te gusta el café o el té? — preguntó. — ¿O prefieres agua?

— Estoy bien por ahora. — le sonrió tímido.

— Charles, yo quiero explicarte primero que es lo que hacemos aquí. — tomó aire. — Debes de saber que la terapia es algo personal, no es a la fuerza y si no quieres tomarla, no puedo forzarte a hacerlo, ni yo, ni nadie.

— Fui a terapia antes, papá me llevó por un incidente, pero me fui de casa días después. — murmuró incomodo. — No se que decir.

Kimi lo miró con interés, era claro porque no hablaba, no confiaba en el y eso era algo que debía arreglar para poder ayudarlo, así que le ofreció algo a cambio.

— ¿Sabes? Yo tenía un hijo, debería tener 17 años ahora, lo tuve cuando era muy joven, yo tenía 18, era muy joven para criar un bebé y cometí muchos errores, me arrepiento de muchos de ellos. — le sonrió. — El era como tu, un poco tímido y no le gustaban las personas, no sabía interactuar con ellas, así que le gustaba permanecer en casa, algo me dice que tu también eres así.

— Un poco. — asintió, sintiéndose avergonzado.

— Bueno, entonces yo te diré como funciona esto, tu puedes hablar de lo que quieras aqui Charles, este es un espacio solo para ti, podemos hacer todo lo que tu quieras y nadie va a juzgarte, tampoco nadie sabrá lo que hablemos aquí, solo tu y yo. — le sonrió. — O si no quieres hablar, si no quieres que yo hable, puedes decirlo, iremos a tu paso, no voy a presionarte.

— Se que Carlos me trajo por lo que pasó con Mark, pero no quiero hablar de el. — negó. — Quiero olvidarlo, que se quede en algún rincón de mi mente, que no vuelva a aparecer.

— Está bien. — asintió con una pequeña sonrisa.

El monegasco asintió, observando todo a su alrededor, enfocandose en el gran ventanal tras el doctor.

—¿Puedo acercarme? — preguntó con timidez, recibiendo un asentimiento.

Charles sonrió al ver la preciosa vista que tenia, misma que podía ser aburrida para cualquiera, pues en realidad solo eran edificios y ya.

El consultorio quedó en silencio por un momento, en dónde el doctor se limitaba a observar las acciones de Charles, quien no tocaba nada, no prestaba atencion a nada, solo a la vista frente a el, hasta que decidió hablar.

— Cuando era niño me gustaba subir al edificio del señor Lee, era un anciano que vivía cruzando la calle, al otro lado de mi casa. — comenzó a contar. — El vivia en el ultimo piso y tenia acceso a la azotea, me gustaba ir ahí y caminar por el muro, también me gustaba sentarme ahí y dejar mis pies colgar en las alturas, me ayudaba a sentirme libre.

De pronto dejó de hablar y el doctor se percató de las lagrimas que amenazaban con salir de sus ojos.

— Las aves solian ir mucho ahí y el señor Lee siempre me daba alimento para ellas y me dejaba jugar con su perro, era un golden, tenia un nombre gracioso, se llamaba croissant. — sonrió. — Me gustaba sentarme sobre la cornisa y ver los pajaros volar, yo deseaba poder hacerlo tambien, poder irme volando a cualquier otro lugar, uno donde nadie pudiera lastimarme de nuevo.

— ¿Que pasó con el señor Lee? — preguntó, tratando de desviar la atención de Charles a otro tema, sabía que no estaba listo aun para hablar de todo lo que había pasado.

— Era un anciano, murió un par de años despues de que lo conocí. — suspiró. — El me regaló a croissant, me pidió que lo cuidara y yo traté de hacerlo, pero un día me porté mal, hice algo que hizo enfurecer a mamá y ella lo mató para castigarme.

Quería a llorar, estaba entrando en crisis y el doctor solo lo miraba, necesitaba saber mas, estaba comprometido con ese caso, deseaba ayudarlo, pero tenia que saber todo.

— Tenia 9, papá fue por mi ese fin de semana, me llevó a comer helado con mis hermanos, era la primera vez que los probaba. — sintió su garganta cerrarse poco a poco, como si se negara a decir mas. — Pedí uno de chocolate, era delicioso, pero otra vez mi torpeza salió a relucir y lo derramé sobre mi camisa, me asusté tanto que comencé a llorar y Pascalé me llevó a su casa, lavó mi camisa, pero papá estaba intranquilo con mi reacción, así que habló con mi mamá, ella se molestó tanto conmigo y me castigó.

Poco a poco sus ojos se fueron llenando cada vez mas de lágrimas, estaba conteniendose, sabía que necesitaba llorar, sacar todo, pero no podía hacerlo, tenía miedo de ser juzgado y Carlos no estaba ahí, extrañamente el se había convertido en una especie de lugar seguro para el, pero ahora estaba solo, con un hombre que lo miraba de forma que no podía comprender.

— Cometí el error de demostrar temor frente a mi padre y por mi culpa ella mató a croissant. — lo miró a los ojos. — Le prometí al señor Lee que iba a cuidarlo y murió por mi culpa, porque soy torpe y estúpido.

— Charles, no fue tu culpa, fue un accidente, eras un niño, esas cosas pasan todo el tiempo. — sonrió, tratando de transmitir calma y regulando tambien sus emociones, entendiendo que tenía un duro camino por recorrer con el. — ¿Sabes? Yo soy muy torpe, cuando era un niño yo rompía todo a mi paso, siempre recibía un regaño por ello.

El monegasco asintió, volviendo su mirada al ventanal, pero esta vez solo cerrando los ojos.

— Vamos, ven conmigo. — el doctor sonrió, dejando su cuaderno a un lado y saliendo del consultorio con Charles tras el.

Ambos subieron un piso mas, hasta llegar a el techo de la clinica, mientras el monegasco observaba al doctor escéptico.

— No podemos subir a la cornisa aquí, pero tambien hay aves. — sonrió, dandole un pedazo de pan, para despues tomar su parte y despedazarlo un poco, lanzandoselo a unas palomas. — Vamos, puedes ser libre ahora Charles.




¡Gracias por leer!❤

Los amo, besos ✨

Antes de que me digan que así no son las terapias, shhh cada una es diferente, jajaja bueno, es que así fue mi primer terapia, obvio sin los traumas :)

Compartanme memes, me enviaron un par de esta historia y estan chidos jaja

Nos vemos en la actualización doble o triple de hoy, depende la inspiración ;)

Ágape ||• Charlos •|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora