55. La puesta de sol.

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— Le dije a Carlos que tenía que elegir, le dije que debía decidir si quería estar contigo o si quería conocer a su hijo. — admitió Isa, llevaba un par de horas ya en la casa de Charles, se había calmado lo suficiente como para mantener un conversación menos mordaz.

Y aunque le doliese admitirlo, entendía porque Carlos amaba a ese chico, solo le habían bastado un par de horas con el y la comodidad que sentía era impresionante.

— Se lo que va a decidir. — sonrió el menor.

— Se decidirá por ti. — soltó amargamente la chica. — Nada, ni nadie vale mas que tu para el.

— Entonces supongo que aun no lo conoces lo suficiente. — la miró a los ojos, mientras le ofrecía un plato de pasta. — No me juzgues, es lo único que se cocinar.

— ¿Vas a irte a Florida con Carlos? — preguntó ella.

— Voy a regresar a Florida porque ahí está mi casa, Isa, ahí están mis amigos y las personas que quiero, pero no creo que Carlos vuelva conmigo. — el la miró, la serenidad en su rostro no desaparecía. — Lo pusiste a elegir, ¿recuerdas?

— Te elegirá de cualquier manera. — siguió comiendo.

— No lo hará, porque ama mas a su hijo de lo que me ama a mi. — detuvo sus palabras un momento. — Y puede que sea infeliz, pero el amor por su hijo será suficiente para que se quede contigo.

— ¿Y tu no tratarás de robartelo? ¿No intentarás quitarnoslo? — lo miró de forma acusadora.

— Su corazón me pertenece Isa, no puedo robarme algo que ya es mío, pero si tu inquietud es si voy a entrometerme en su vida, puedes estar tranquila, no voy a interferir mas. — suspiró. — En realidad me preocupa mas como puedas sentirte tu...

— No seas hipócrita, te estoy impidiendo estar con tu gran amor. — soltó mordaz. — No tienes que fingir que te agrado.

— No lo finjo, fingí mucho tiempo, ya no lo hago mas. — terminó de comer. — Y en realidad me preocupas, no precisamente porque te aprecie, en realidad no te conozco, pero conocí a alguien igual a ti y ese alguien destrozó a lo que mas amaba porque se sentía infeliz, porque se sentía herida e hirió a otros para aliviar su dolor, no quiero que vivas la vida que ella tuvo y mucho menos quiero que tu hijo viva lo que yo viví, sentirse odiado o el culpable porque tus padres son infelices no es precisamente lo que deseas para la persona que amas.

— ¿Crees que no seré feliz con Carlos? — lo miró ofendida.

— Creo que ninguno de los dos será del todo feliz. — la miró. — El sol se está poniendo, ¿quieres ver algo increíble?

Charles la ayudó a levantarse, tomando un tarro de chocolate y helado de la cocina, para guiarla hasta la terraza en el techo, dándole una maravillosa vista del sol uniendose al mar.

— Es un paisaje hermoso. — ella observó maravillada, ignorando un poco la compañía a su lado.

— Siempre me gustó el sol, su brillo, la forma en que calentaba y llenaba de calidez todo a su paso. — explicó el, destapando ambos tarros y compartiéndole una cuchara, ayudandola a sentarse junto a el.

— ¿Por qué no me odias aun Charles? Después de todo lo que dije. — preguntó después de un gran rato, en el que solo compartieron helado y chocolate, mirándolo confundida. — Yo me odiaría, me detestaría después de todo lo que dije, prácticamente quería que desaparecieras de la faz de la tierra, quería que murieras.

— Yo ya sané Isa, mi alma ya no guarda odio por nadie y no puedo odiar a quien hizo feliz al amor de mi vida. — le sonrió. — Podrías sentirlo si te dieras la oportunidad de ver mas allá, es liberador no guardar rencor. 

Ágape ||• Charlos •|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora