Ágape ||• Charlos •||

11. Un simple vaso

Charles no podía dormir.

Daba vueltas y vueltas en la cómoda cama, Carlos había sido amable y le había cedido su habitación para dormir esa noche, lo que lo llevaba a la situación en que se encontraba ahora.

Toda la habitación olía al perfume del español, lo que lo hacía pensar en el y en consecuencia, le impedía dormir.

Estaba angustiado, tenia esa extraña sensación en su pecho que no sabía como nombrar, incertidumbre tal vez, ansiedad o quizá estaba teniendo un infarto.

Pero es que cada vez que cerraba los ojos, recordaba el suave tacto de Carlos en su mejilla y el pequeño roce de sus labios, haciéndolo abrumarse y volver al mismo ciclo.

Y es que lo había tocado con tanta delicadeza, como nunca antes lo habían hecho, con tanto cuidado, que por un momento no se sintió asustado, por un pequeño segundo olvidó el terror que le causaba que alguien se acercara mas de lo debido, olvidó el panico que sentía cuando alguien lo tocaba.

¿Que era lo que estaba haciéndole? ¿Por qué se sentía tan seguro cerca de el? Ya la vida le había enseñado que no podía confiar en nadie, ¿por qué su mente y corazón se empeñaban en confiar en el? Realmente no lo conocía, haberlo visto dos veces no contaba como conocerlo, definitivamente no.

No sabía nada de el, ¿y si resultaba ser como Mark? Mostrándole una imagen completamente distinta a quien era en realidad, o peor aun, ¿que tal si resultaba ser como su madre? No, no podía confiar en el, no podía confiar en lo que su corazón sentía, porque ya había sido debil antes, ya se había confiado y no podía permitir que eso pasara de nuevo.

Suspiró, trayendo a su mente los expresivos ojos chocolates del hombre, tumbando con ello todos sus argumentos, no, esos ojos no podían mentirle ¿o si?

Estaba tan confundido, la calidez que había experimentado y la comodidad le había gustado, era algo que nunca había sentido antes, en el pasado, ahora mismo, siempre tenía que estar alerta, temeroso de equivocarse, de hacer algo mal y que lo castigaran por ello, no, no quería volver a esos momentos.

Salió de la cama, ¿sería muy irrespetuoso si bajaba a la cocina por un vaso de agua? Iba a enloquecer si no salía de la habitación, se volvería loco en cualquier momento.

Si, era de mala educación tomar algo que no era suyo, pero solo era un vaso de agua, nada mas que eso.

Hacia frío, odiaba el frío, así que tomó una sábana, cubriendo con ella su cuerpo, ¿por qué hacia frío? Era septiembre, no debía hacer frío en esas fechas, bueno, quizá no hacía tanto, quizá solo era el aire acondicionado y el estaba exagerando, buscando excusas para regañarse a si mismo por haber cedido y quedarse en la casa de un extraño.

Un extraño que quería besar, si, su cerebro se lo recordaba cada minuto y luego el mismo se contradecia, trayendo recuerdos del pasado, haciéndolo retroceder nuevamente y volver al mismo ciclo.

Bajó las escaleras en silencio, eran las 5 de la mañana, no quería despertar a nadie y menos sabiendo que hace un par de horas recién se habían ido a acostar.

Tomó un vaso y lo llenó de agua, concentrandose en la pared de cristal frente a el, el lago y el bosque le resultaban aterradores, tan oscuros, tan desconocidos para el, ahí no podría esconderse, ahí cualquiera podría lastimarlo.

Era ironico y preocupante su estado, siempre que entraba a un lugar buscaba espacios en donde podría esconderse, viejos traumas suponía, o simplemente es que sabía que en algun momento iba a equivocarse y recibiría un merecido castigo por ello, tal vez por eso buscaba lugares para esconderse, tal vez quería evitar los castigos, tal vez esa era la forma de su subconsciente de mantenerse o sentirse al menos un poco a salvo.

— La vista es mas bonita de día. — escuchó una voz a su espalda y se sobresaltó, soltando el vaso de inmediato, haciendo que se rompiera por completo.

— Lo siento, no quise hacerlo, lo pagaré, lo prometo. — murmuró de forma rápida, completamente aterrado. — Por favor, no me hagas daño.

— Charles, tranquilo, solo es un vaso. — trató de tranquilizarlo, mientras lo observaba completamente contrariado, ¿por qué había reaccionado así? ¿qué estaba pasándole? — Ven aquí, ten cuidado, puedes cortarte.

Le sonrió, queriendo transmitirle calma, tratando de acercar su mano hasta el, pero retirandola al verlo tan asustado por el contacto.

— Oye, no voy a lastimarte Charlie, es solo un vaso. — sonrió de nuevo, notando como el rostro del menor se descomponía por completo al escuchar como lo había llamado.

— No me digas Charlie, no vuelvas a hacerlo. — respondió a la defensiva, abrazándose mas.

— Yo lo siento Charles, fue tonto, no tenemos tanta confianza, me disculpo por eso. — suspiró. — Pero ven, no quiero que te cortes.

— No me lastimes por favor. — lo miró con suplica.

Carlos poco a poco acercó su mano hasta el rostro lleno de pánico del menor, tocándolo con suma delicadeza, sin querer asustarlo mas.

— Charles cariño, no voy a lastimarte, lo juro. — sonrió levemente, tomando ahora sus temblorosas manos. — Ven aquí, puedes cortarte.

Lo llevó hasta el sillon de la sala y lo dejó sentado ahí, mientras el regresaba a la cocina por un té.

Charles observaba todo con desconfianza, ya estaba, había cometido el primer error, ahora solo podía esperar el castigo por ello, su madre tenía razón, el nunca dejaría de equivocarse, el siempre viviría cometiendo errores y siempre lo castigarían por ello.

Siempre tuvo razón, él era un idiota, era estúpido, tan tonto, sabía que iba a arruinarlo, siempre lo hacía, siempre arruinaba todo.

Observó a Carlos regresar con una taza en sus manos, extendiendosela mientras sonreía, ¿por qué lo estaba tratando así? El cometió un error, debía castigarlo por ello, no debería estar haciendo eso, no debería sonreírle, ¿por qué lo hacía?

Estaba tan confundido y asustado por todo, y Carlos solo sonreía hacia el, tratando de mostrarle que todo estaba bien.

Pero nada lo estaba, lo había arruinado todo, cometió un error y con ello le había mostrado su debilidad, dejándole la puerta abierta a sus mas oscuros secretos.

¡Gracias por leer!❤

Los amo, besos ✨